?La crisis de los sesenta?
En Estados Unidos decae el inter¨¦s por Europa, para la que es crucial el acuerdo comercial
Europa es aburrida, gracias a Dios, para ustedes y para nosotros¡±, me dijo mi interlocutor. ¡°Hoy, el drama tiene lugar en Oriente Pr¨®ximo, el crecimiento en Asia, la esperanza en ?frica y la proximidad con Estados Unidos en Am¨¦rica Latina. Europa no es ning¨²n lugar: se convirti¨® en el continente perdido¡±.
Est¨¢ claro que estos comentarios contienen un poco de provocaci¨®n y mucho de iron¨ªa. Quien as¨ª se expresaba ocup¨® hasta hace pocos a?os importantes puestos de la diplomacia estadounidense; en la actualidad es un personaje clave del establishment neoyorquino. Sus dardos destacan una triste realidad que los europeos deben aceptar.
Este mes ofrec¨ª en Washington, DC una conferencia titulada La Francia de Hollande: un a?o despu¨¦s. La edad promedio del auditorio era bastante mayor a la m¨ªa (tengo 66 a?os). Las complejidades de la pol¨ªtica francesa no interesan a los j¨®venes estadounidenses. ?Y por qu¨¦ habr¨ªan de interesarles? ?Acaso mi p¨²blico hubiera sido m¨¢s joven y numeroso si mi conferencia se hubiera llamado La Alemania de Merkel en v¨ªsperas de la elecci¨®n inminente?
Los j¨®venes europeos van a Estados Unidos en busca de empleo y oportunidades de emprendimiento, los j¨®venes estadounidenses van a Europa a hacer turismo. Para ellos, Europa es un continente en proceso de convertirse en pieza de museo; un lugar para estar, no para ir a hacer cosas.
Este desinter¨¦s hacia Europa no es nuevo, pero se profundiz¨® en los ¨²ltimos a?os. Despu¨¦s de que termin¨® la guerra fr¨ªa, Europa dej¨® de ser la primera l¨ªnea de defensa de Estados Unidos; y con el fin de las guerras balc¨¢nicas ya no quedan problemas de seguridad en el continente (excepto en la periferia, por ejemplo en Georgia, o amenazas potenciales procedentes de la regi¨®n circundante, particularmente el mundo ¨¢rabe).
Muchos acad¨¦micos estadounidenses que se interesaban por el modelo social europeo ya cambiaron de tema de investigaci¨®n o se retiraron, y no hay una generaci¨®n joven que los reemplace. En las escuelas estadounidenses, el estudio de idiomas europeos dej¨® de ser popular (a no ser, tal vez, el espa?ol). Hasta cierto punto, el mandar¨ªn ocup¨® el lugar que ten¨ªa antes el franc¨¦s, pero con una gran diferencia: el idioma de Moli¨¨re era una herramienta cultural, no era una herramienta econ¨®mica.
Si los europeos quieren ser escuchados tienen que tener algo m¨¢s que decir y decirlo juntos
Ser¨ªa un error exagerar el desencanto y autoflagelarse m¨¢s de la cuenta. Todav¨ªa hay un lugar para Europa en Estados Unidos, pero es probable que est¨¦ m¨¢s cerca de la ¨¦lite administrativa y pol¨ªtica de Washington que del mundo de las finanzas y los negocios en Nueva York (a pesar de la importancia del comercio transatl¨¢ntico para ambas econom¨ªas).
Pero, ?hay inter¨¦s en Estados Unidos por Europa, o solamente por algunas partes de Europa? En Washington (o en Pek¨ªn, llegado el caso) es cada vez m¨¢s fuerte la tentaci¨®n de acercarse a Europa en forma bilateral. El Estados Unidos de Obama, m¨¢s prudente ahora por el coste de las aventuras militares en Irak y Afganist¨¢n, se contenta con poder recurrir a las tradiciones intervencionistas de Gran Breta?a y Francia. Sea en Libia o en Mal¨ª, se ve a Francia y a Gran Breta?a m¨¢s que nada como extensiones del brazo de un Estados Unidos cada vez m¨¢s renuente a comprometer sus propias tropas. Al mismo tiempo, Alemania se ha convertido en el principal actor econ¨®mico europeo, tanto para el Gobierno de Estados Unidos como para los l¨ªderes chinos.
Frente al desaf¨ªo econ¨®mico que plantea China, Estados Unidos no dudar¨ªa en hacer frente com¨²n (especialmente en temas de comercio) con el continente que todav¨ªa es la primera potencia comercial del mundo. Pero tal vez la m¨¢s interesada en concretar la propuesta de acuerdo de libre comercio transatl¨¢ntico sea Europa. Separada de Estados Unidos, Europa ser¨ªa m¨¢s vulnerable frente al ascenso de China que Estados Unidos separado de la UE.
Estados Unidos necesita a Europa, pero de manera marginal. Europa, en el contexto de sus actuales divisiones y de la brecha creciente entre las econom¨ªas del norte y del sur del continente, todav¨ªa necesita a Estados Unidos. En asuntos de seguridad, una Europa sin Estados Unidos estar¨ªa muy sola frente a cualquier amenaza que se le planteara.
Las revelaciones del excontratista de la NSA Edward Snowden, respecto de la magnitud y el alcance global de la vigilancia estadounidense de las comunicaciones telef¨®nicas y en Internet son, como m¨ªnimo, inc¨®modas. Pero en el largo plazo seguramente perjudican menos a Europa los discutibles medios empleados por Estados Unidos para satisfacer sus inquietudes leg¨ªtimas en materia de seguridad que el espionaje industrial chino. Estados Unidos est¨¢ arriesgando el Estado de derecho, pero a China le falta recorrer mucho camino para llegar a ser un pa¨ªs que se rija por ese mismo principio.
Inmediatamente despu¨¦s de las revelaciones de Snowden, el diario sat¨ªrico franc¨¦s Le Canard Encha?n¨¦ public¨® el siguiente titular: ¡°Por fin a Obama le interesa lo que decimos¡±. Que Europa ya no sea la primera l¨ªnea de defensa de Estados Unidos deber¨ªa ser motivo de satisfacci¨®n (y alivio) para los europeos. Pero si quieren que Estados Unidos les escuche, necesitan tener algo que decir, y necesitan decirlo todos juntos.
Dominique Moisi es profesor en el Institut d¡¯?tudes Politiques de Par¨ªs.
Copyright: Project Syndicate, 2013.
Traducci¨®n: Esteban Flamini
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