La ayuda humanitaria a Siria
Mientras los dirigentes del mundo se aclaran, hay que socorrer ya a Siria, que sufre una cat¨¢strofe humana con una nueva persona desplazada cada cuatro segundos, y est¨¢ sumida en un callej¨®n pol¨ªtico sin salida
Imaginemos que alrededor de 18 millones de hombres, mujeres y ni?os brit¨¢nicos han tenido que dejar sus hogares como consecuencia de la guerra civil que desgarra su pa¨ªs desde hace dos a?os. Que han muerto aproximadamente 280.000 personas y hay muchos m¨¢s heridos. Esa es, en t¨¦rminos proporcionales, la dimensi¨®n de la tragedia siria. Y no parece que vaya a acabar pronto.
The Guardian public¨® el jueves una serie de historias sobre las vidas de las personas m¨¢s afectadas por este desastre. Unas historias que resultan m¨¢s conmovedoras que cualquier estad¨ªstica. Pero las cifras tambi¨¦n son elocuentes. Cada d¨ªa salen de Siria alrededor de 6.000 refugiados, una tremenda carga para los recursos de la ayuda humanitaria internacional y un factor de desestabilizaci¨®n para los pa¨ªses vecinos. Los refugiados sirios constituyen ya el 10% de la poblaci¨®n de Jordania. Es el equivalente a que toda la poblaci¨®n de Bulgaria se trasladase a vivir a Gran Breta?a.
Antonio Guterres, el alto comisario de Naciones Unidas para los refugiados, dice que no se ve¨ªa ¡°un n¨²mero tan aterrador¡± de personas desplazadas desde el genocidio de 1994 en Ruanda. La dimensi¨®n total de la cat¨¢strofe no alcanza a¨²n la del mayor desastre de nuestros tiempos, el de las inundaciones de 2010 en Pakist¨¢n, pero no ser¨¢ porque Siria no est¨¦ haciendo todo lo posible.
Y es muy probable que las repercusiones pol¨ªticas sean mucho mayores que las de cualquier simple tsunami, sequ¨ªa o terremoto. La guerra civil siria ¡ªy la guerra entre sun¨ªes y chi¨ªes¡ª ha vuelto a abrir la herida sangrante entre las dos comunidades en todos los pa¨ªses de la zona. Ir¨¢n, Hezbol¨¢ y los chi¨ªes de Irak apoyan a las fuerzas del presidente Bachar el Asad contra los sun¨ªes, tanto internos como externos. La sangre corre m¨¢s que el agua a trav¨¦s de las arbitrarias fronteras poscoloniales de la regi¨®n. Junto a los Estados isl¨¢micos que patrocinan a uno u otro bando, como Arabia Saud¨ª y Turqu¨ªa a los sun¨ªes, est¨¢ Rusia, que suministra armas a El Asad para luchar contra unos rebeldes a los que apoya (de forma muy vacilante) Estados Unidos; casi como si hubi¨¦ramos retrocedido a la guerra fr¨ªa.
Pero Siria forma parte de una situaci¨®n m¨¢s general: seg¨²n ACNUR, a finales de 2012 hab¨ªa m¨¢s de 45 millones de desplazados en todo el mundo, un n¨²mero que no se alcanzaba desde hac¨ªa 18 a?os. La tasa actual es de aproximadamente una persona desplazada cada cuatro segundos. Si Oriente Pr¨®ximo sigue as¨ª uno o dos a?os m¨¢s, el mundo tendr¨¢ una nueva Inglaterra formada por desplazados (la poblaci¨®n inglesa es de unos 56 millones de habitantes).
S¨®lo se ha cumplido un
tercio del objetivo de
financiaci¨®n fijado para
ayudar a los refugiados
¡°?Hay que hacer algo!¡±, gritamos, mientras hacemos las maletas para iniciar nuestras vacaciones de verano. ?Pero qu¨¦? Si ponemos en marcha una masiva y decidida intervenci¨®n militar, la ¨²nica forma de derrotar a El Asad, nos encontraremos con otro Irak. Si no intervenimos, tendremos que aceptar una nueva Bosnia. El historial de las intervenciones militares de Occidente en la regi¨®n es desastroso. Pero la idea de que no hacer nada en absoluto es siempre la opci¨®n m¨¢s ¨¦tica no se sostiene.
Siria nos obliga a replantearnos cu¨¢l debe ser la relaci¨®n entre la pol¨ªtica y la acci¨®n humanitaria. Este mismo mes, un exministro brit¨¢nico de Exteriores, David Miliband, reflexion¨® sobre ello en su ¨²ltimo gran discurso p¨²blico antes de abandonar su carrera pol¨ªtica en Londres para comenzar una segunda vida como l¨ªder de una organizaci¨®n humanitaria, el Comit¨¦ Internacional de Rescate (IRC en ingl¨¦s) en Nueva York.
Por un lado, es mucho m¨¢s f¨¢cil ver la fuerza moral de su futura labor humanitaria que la de lo que hac¨ªa o podr¨ªa seguir haciendo como pol¨ªtico. Parece evidente e inequ¨ªvoco que desplegar tiendas de campa?a para albergar a personas en situaci¨®n de desesperada necesidad es m¨¢s altruista que desplegar medias verdades para obtener votos. En ese sentido, David bien podr¨ªa decir que ¡°es lo mejor que he hecho nunca¡±. Ahora bien, es muy posible que esa labor sea menos eficaz que la que su hermano Ed todav¨ªa tiene posibilidades de hacer si resulta elegido primer ministro.
Porque el problema de la ayuda humanitaria en las cat¨¢strofes creadas por el hombre es que trata los s¨ªntomas, y no las causas. Si los pol¨ªticos abordaran en serio las causas del desastre sirio, los resultados ser¨ªan m¨¢s valiosos que cualquier cosa que puedan hacer todas las organizaciones humanitarias del mundo. Si Estados Unidos, Europa y Rusia se reunieran y dijeran ¡°vamos a quitar intensidad a este conflicto, interrumpiendo todos los suministros de armas en los que podemos influir y entablando una negociaci¨®n entre todas las partes y todas las potencias externas interesadas, incluido Ir¨¢n con su nuevo presidente¡±, quiz¨¢ conseguir¨ªan algo. Claro que no lo est¨¢n haciendo, ni parece que lo vayan a hacer en un futuro inmediato.
El primer ministro brit¨¢nico, David Cameron, calific¨® hace poco la situaci¨®n de Siria de ¡°callej¨®n sin salida¡±, porque la posici¨®n militar de El Asad se ha reforzado y el extremismo sectario ha crecido en el bando de oposici¨®n. Cuando los refugiados sirios del campo de Zaatari, un campamento tan densamente poblado que se considera ya la cuarta ciudad de Jordania, exigieron al secretario de Estado norteamericano que implantara una zona de exclusi¨®n a¨¦rea, John Kerry les contest¨® que ¡°est¨¢n en estudio muchas opciones diferentes¡±. Traducci¨®n: Washington no ve ninguna buena soluci¨®n.
Los desastres naturales
nos empujan a ser
m¨¢s generosos que
los conflictos pol¨ªticos
Eso no es excusa para renunciar a la pol¨ªtica. Sin embargo, dada la situaci¨®n de punto muerto, la ayuda humanitaria es a¨²n m¨¢s importante. Hasta que los cirujanos operen por fin el ¨®rgano que est¨¢ causando la enfermedad, tenemos que seguir cambiando las vendas, aliviando el dolor y alimentando al paciente. Y en eso tampoco se est¨¢ haciendo todo lo necesario. Los Gobiernos no han cumplido m¨¢s que un tercio de los objetivos de financiaci¨®n fijados por la ONU para la ayuda humanitaria en Siria, lo cual representa una carga a?adida para las organizaciones humanitarias no gubernamentales, y Oxfam dice que hasta ahora la gente no ha donado m¨¢s que un tercio de los 30 millones de libras (35 millones de euros) que se hab¨ªan propuesto. En cuatro meses de campa?a de ayuda a Siria, el Comit¨¦ de Emergencias y Cat¨¢strofes, que agrupa a varias organizaciones humanitarias brit¨¢nicas, no ha recaudado m¨¢s que 17 millones de libras. Comp¨¢rese con los 392 millones de libras que recaud¨® en seis meses para las v¨ªctimas del tsunami o con los 107 millones para el terremoto de Hait¨ª.
Da la impresi¨®n de que los desastres naturales, con su impacto visual y lo que parecen ser v¨ªctimas inocentes de actos de la naturaleza, nos empujan a ser m¨¢s generosos que los conflictos pol¨ªticos. La campa?a del comit¨¦ para ayudar a Gaza en 2009 recaud¨® poco m¨¢s de ocho millones de libras, y la de 2008 para la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, 10,5 millones. Tal vez sea comprensible, pero no razonable. ?Por qu¨¦ va a ser peor el sufrimiento de personas inocentes si lo causan actos naturales que si lo causan las luchas de sus compatriotas en nombre de Dios?
Yo escribo sobre pol¨ªtica internacional, y estoy cansado de decir a los Gobiernos que ¡°deben¡± hacer algo, cuando s¨¦ perfectamente que 9 de cada 10 veces no lo van a hacer. As¨ª que esta vez tengo una propuesta m¨¢s f¨¢cil. Antes de irnos de vacaciones, hagamos todos una donaci¨®n para la ayuda humanitaria a Siria. Voy a hacer la m¨ªa en cuanto env¨ªe este art¨ªculo al peri¨®dico.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, donde dirige www.freespeechdebate.com, e investigador titular de la Hoover Institution, Universidad de Stanford. Su ¨²ltimo libro es Los hechos son subversivos: Ideas y personajes para una d¨¦cada sin nombre.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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