La Merkel alpinista
Un peque?o pueblo en los Alpes italianos refugia cada verano a la canciller alemana y su marido
La tradici¨®n se?ala que la pol¨ªtica alemana se paraliza cada a?o con la llegada de las vacaciones de verano. Berl¨ªn se queda vac¨ªa tras la huida de los principales actores pol¨ªticos del pa¨ªs, que se alejan de la capital para recluirse en refugios protegidos por un ansiado anonimato. Una ley no escrita entre la prensa y que se ha convertido en costumbre recomienda a los periodistas alemanes no inmiscuirse en la vida privada de los gobernantes. En un raro ejercicio de autodisciplina, los medios renuncian voluntariamente a investigar detalles sobre los planes vacacionales de los protagonistas de la lucha por el poder y esperan con paciencia que los portavoces revelen, con el m¨ªnimo de detalles, el paradero de sus respectivos jefes.
El asueto de verano de Angela Merkel, por ejemplo, tiene un lado p¨²blico y otro muy privado. Todo el pa¨ªs sabe que la canciller, despu¨¦s de ofrecer su rueda de prensa prevacacional, visita, junto a su marido, el profesor de qu¨ªmica Joachim Sauer, el famoso festival de Wagner que tiene lugar cada a?o en Bayreuth y donde su esposo es conocido como el ¡°fantasma de la ¨®pera¡±, a causa de su interesado mutismo a la hora de conversar con la prensa o con los otros invitados. Tras la pausa musical, la pareja desaparece del mundanal ruido y busca la tranquilidad y la inspiraci¨®n, seg¨²n la oficina de prensa del Gobierno, en el Tirol italiano. No se entrega ni un solo detalle m¨¢s.
Sin embargo, gracias a las indiscreciones de los peri¨®dicos locales y la curiosidad del tabloide Bild, los alemanes se han enterado de que la mujer m¨¢s poderosa del mundo (seg¨²n la revista Forbes) siente una particular atracci¨®n por el embrujo de los Alpes italianos. Cada a?o, la canciller y su marido se convierten en excursionistas en Solde, un peque?o pueblo ubicado a 1.900 metros de altura, donde durante el a?o no viven m¨¢s de 400 personas y en el que el habitante m¨¢s ilustre y famoso no es otro que Reinhold Messner, el hombre que desafi¨® a la naturaleza escalando monta?as de ocho kil¨®metros sin m¨¢scara de ox¨ªgeno y cruzando desiertos feroces a pie.
El destino vacacional de Merkel fue revelado, casi por casualidad, hace ya varios a?os y, aunque toda la prensa alemana sabe que la pareja se hospeda en el hotel Marlet, un establecimiento de cuatro estrellas y que cobra unos 160 euros diarios con r¨¦gimen de media pensi¨®n, solo los m¨¢s intr¨¦pidos se han atrevido a asomar la nariz para intentar captar unas pocas im¨¢genes que ilustran la pasi¨®n alpinista de la canciller. Esta vez, eso s¨ª, no se trata de fotos tan indiscretas como las que se publicaron durante las vacaciones de Semana Santa, en Ischia. En la isla, la canciller fue fotografiada cambi¨¢ndose el ba?ador en la piscina y, en su ¨²ltima escapada a ese destino, los paparazis se dieron un fest¨ªn captando im¨¢genes de ella y su esposo, el hijo de este y sus nietos jugando en la playa.
En Solde, y en el verano, es otra cosa. En el pueblito, situado en Trentino Alto Adige, una regi¨®n donde se habla alem¨¢n, la privacidad tiene prioridad. Durante dos semanas, la pareja se viste cada d¨ªa con ropas apropiadas para realizar largas caminatas y, de vez en cuando, se anima a escalar las monta?as menos peligrosas. ¡°La ¨²ltima vez que la acompa?¨¦ alcanzamos una altura de 3.500 metros y solo hab¨ªa hielo¡±, cont¨® el gu¨ªa Olaf Reinstadler al Bild.
?Es Angela Merkel una alpinista que desaf¨ªa a la naturaleza para encontrar la calma que no le ofrece Berl¨ªn? En una rara entrevista ofrecida a un estudiante alem¨¢n y que se puede ver en YouTube, la canciller confes¨® que la monta?a le hac¨ªa olvidar los desaf¨ªos que le ofrece la capital, incluida la pr¨®xima campa?a electoral.
¡°Si uno camina por las monta?as, hay que concentrarse en el camino, algo que impide pensar en pol¨ªtica. Despu¨¦s de una excursi¨®n uno est¨¢ muy cansado y no hay tiempo para pensar en otra cosa¡±, confiesa la canciller, al revelar la pasi¨®n que siente por la monta?a y las excursiones que realiza en los alrededores de Solde.
El matrimonio visit¨® el peque?o poblado por primera vez hace ocho a?os. Fue un amor a primera vista y desde entonces Merkel regresa cada a?o al pueblo, un ritual que alegra a sus habitantes y, en especial, a los propietarios del hotel Marlet. A la vez, su ¨ªnclita visita rescata del anonimato a Reinhold Meisner, que suele ser anfitri¨®n de la canciller y de su esposo en su propio restaurante, llamado Yak & Yeti, donde la especialidad es el carpaccio de yak.
¡°Es muy buena para caminar y cuando estamos de excursi¨®n no hablamos de pol¨ªtica, sino sobre las monta?as y la naturaleza¡±, confes¨® el alpinista, quien se ha convertido con el tiempo en amigo personal de la mandataria. La pasi¨®n por la monta?a de Merkel deja al desnudo otro aspecto de su personalidad: cuando se enamora de un lugar, siempre regresa.
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