Colombianos con sangre azul
La enorme fortuna del clan de los Santo Domingo entra en el palacio monegasco
Todos tenemos un pasado familiar. Muchas veces gris y casi nada interesante salvo para uno mismo. Pero en otras ocasiones supera con creces a quien, de repente, se convierte en protagonista de un aluvi¨®n. Tatiana Santo Domingo se casa el ¨²ltimo d¨ªa del mes con Andrea Casiraghi, el hijo mayor de la princesa Carolina, consolid¨¢ndose como famosa de la far¨¢ndula al emparentarse con los Grimaldi monegascos. Un eslab¨®n m¨¢s en la cadena del Principado que tanto juego ha dado siempre a muchos corazones.
Pero la pr¨®xima nuera de Carolina, que ser¨¢ incluso heredera consorte mientras el pr¨ªncipe Alberto no tenga descendencia reconocida, es solo una ni?a bien, una se?orita que en s¨ª misma no aporta demasiado. De hecho, ella lo admite. Discreta, entretenida con la moda ¨¦tnica y educada gracias al abultado colch¨®n millonario ancestral entre Ginebra y Par¨ªs, cuenta con t¨ªtulos en Artes y Comunicaci¨®n en Londres y Nueva York. Nada realmente trascendente, salvo que lo haya sido para alguien su designaci¨®n como la mujer m¨¢s elegante del mundo en 2010 por Vanity Fair, revista en la que, no por casualidad, hab¨ªa colaborado.
Realmente, o principescamente, si no fuera por su relaci¨®n con M¨®naco y uno de sus pintorescos representantes, con quien ya tiene un hijo, Sacha, nacido en marzo, Tatiana dif¨ªcilmente descollar¨ªa de la larga lista de jovencitas con posibles pese a la crisis. Solo su pasado y su potencial herencia importan bastante m¨¢s. Boccato di cardinale, adem¨¢s, para el conocido para¨ªso fiscal de la Costa Azul, refugio de millonarios que necesita siempre mantener el glamour y la caja como raz¨®n de existir.
El ¨²nico peso espec¨ªfico rese?able, para bien o para mal, le viene a Tatiana por l¨ªnea paterna. No ser¨¢ la primera vez que la sangre azul europea (o semiazul, solo principesca) se cruza con los potentados del Nuevo Mundo. Pero en esta ocasi¨®n hasta las connotaciones son m¨¢s transnacionales. El clan de los Grimaldi se embarca con el de los Santo Domingo colombianos, pero tambi¨¦n de otros lados; brasile?os, por l¨ªnea materna, y estadounidenses, por el propio nacimiento de la novia en 1983 en Nueva York. All¨ª, en Manhattan, en el 740 de Park Avenue, con vecinos llamados Rockefeller o Vanderbilt, se instal¨® y tambi¨¦n muri¨® en 2011, a nueve d¨ªas de cumplir los 88 a?os, su abuelo, el gran productor y director de la pel¨ªcula que protagoniza ahora su nieta. Por algo al clan Santo Domingo se le conoce tambi¨¦n como el de la Gran Manzana.
Julio Mario Santo Domingo, un personaje singular, fue el creador de todo un imperio. Como anunciando ya su futura diversidad personal naci¨® en Panam¨¢ en 1923, donde hab¨ªa mejores medios para los partos en aquella ¨¦poca. Pero fue desde la norte?a Barranquilla donde empez¨® su gran escalada hasta convertirse en multimillonario.
Su padre, Mario, uno de los pioneros de Avianca, fragu¨® ya un buen patrimonio, pero ¨¦l lo multiplic¨® hasta colocarse entre los hombres m¨¢s ricos del pa¨ªs y del mundo. Muri¨® en el puesto 108 de la lista Forbes. La compa?¨ªa a¨¦rea colombiana, por ejemplo, estuvo entre sus posesiones para honrar la memoria paterna. Pero hubo mucho m¨¢s. Su fortuna la amas¨® con el negocio de la cerveza: cre¨® la marca Bavaria, que le sirvi¨® de lanzadera o tapadera para muchas otras empresas. Su venta-fusi¨®n con la sudafricana Sab Miller, la segunda m¨¢s importante del mundo, catapult¨® su fortuna. Los problemas fiscales surgidos por sus maniobras empresariales fueron peccata minuta. Incluso con una de las multas se cre¨® una fundaci¨®n en la capital colombiana, una curiosa variante ben¨¦fica, que salv¨® el diario El Espectador y recibi¨® elogios de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, con quien alternaba. Fue el acaudalado con m¨¢s imagen internacional tras emigrar a Nueva York en los a?os sesenta y codearse con la jet set. Criticado por sus ideas progresistas o su apoyo al presidente Ernesto Samper, de ¨¦l se cuentan tambi¨¦n an¨¦cdotas de una prepotencia infinita. T¨ªpico de triunfadores.
Una biograf¨ªa tan potente era dif¨ªcil de superar. Con su mismo nombre de telenovela, fue muy distinta la de su hijo mayor, el padre de Tatiana, a quien tuvo con su primera mujer, la brasile?a Edyala Braga. Incluso muri¨® dos a?os antes que el patriarca, en 2009, apenas con 52, y tambi¨¦n de c¨¢ncer. Fue un vividor y juerguista, a diferencia de sus hermanastros Alejandro y Andr¨¦s, frutos del segundo matrimonio de su padre con la colombiana Beatriz D¨¢vila. Andr¨¦s prefiere el arte y la m¨²sica (como Julio, el hermano hippie de Tatiana), y Alejandro, un soltero de oro que tuvo a Eugenia Silva entre sus novias modelos, lleva la empresa, el grupo Val¨®rem, con gran ¨¦xito de momento. Ya est¨¢ en el n¨²mero 82 de la lista Forbes, con 9.000 millones de euros.
Tambi¨¦n el padre de Tatiana se cas¨® con una brasile?a, Vera Rechulski, que vive entre Par¨ªs, Nueva York y R¨ªo de Janeiro. Su hija la visita a menudo. Las ra¨ªces de la pr¨®xima consorte del Principado de M¨®naco son cada vez menos colombianas, aunque sigue tirando mucho la isla privada que compr¨® el abuelo en Bar¨², al sur de Cartagena. Nada desde?able, claro. Y ahora, con la inc¨®gnita siempre de por cu¨¢nto tiempo ser¨¢ mujer del heredero, dadas las cong¨¦nitas volatilidades matrimoniales monegascas. A¨²n habr¨¢ m¨¢s juego al estilo Montecarlo.
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