Mam¨¢ nos hace viejos
Las mutaciones en el ADN mitocondrial transmitidas por la madre pueden causar el envejecimiento prematuro
El ADN mitocondrial ha ganado cierta notoriedad en tiempos recientes. Es un material gen¨¦tico, con unos 40 genes, que no est¨¢ situado en el n¨²cleo de nuestras c¨¦lulas, como la inmensa mayor¨ªa de los 20.000 genes humanos, sino en unas peque?as estructuras con forma de haba (las mitocondrias) que provienen de antiguas bacterias de vida libre, y por ello conservan parte de su primitivo ADN. Puesto que cada c¨¦lula tiene un solo genoma nuclear pero varios cientos de mitocondrias, el ADN mitocondrial es mucho m¨¢s abundante que su colega del n¨²cleo, y de ah¨ª su gran utilidad para analizar cualquier tipo de muestra o residuo biol¨®gico, desde las pruebas de la medicina forense hasta los huesos fosilizados de los mamuts y los neandertales, pasando por las deducciones matem¨¢ticas que han permitido inferir la existencia de la Eva mitocondrial, la mujer de la que provienen todas las mujeres actuales, que vivi¨® en ?frica hace unos 150.000 a?os. A diferencia del genoma nuclear, las mitocondrias y su ADN se transmiten solo por v¨ªa materna.
Y de ah¨ª proviene un efecto sorprendente que los cient¨ªficos del Max Planck acaban de demostrar en ratones de laboratorio: que las mutaciones en el ADN mitocondrial transmitidas por la madre pueden causar el envejecimiento prematuro de los hijos de ambos sexos.
No importa que los 20.000 genes del n¨²cleo, aportados a partes iguales por el padre y por la madre, sean perfectamente normales. Bastan unas pocas alteraciones en los 40 genes mitocondriales de la madre para que la fertilidad de los hijos empiece a decaer antes de lo habitual, los tejidos caigan en una senescencia prematura y, en ciertas condiciones, se produzcan malformaciones en el hipocampo, una estructura cerebral fundamental para la memoria. Aunque los datos est¨¢n obtenidos en ratones, cuya poderosa gen¨¦tica permite una demostraci¨®n rigurosa de estos efectos, los cient¨ªficos consideran muy probable que sean extrapolables al ser humano.
Como cualquier material gen¨¦tico, el ADN mitocondrial va sufriendo mutaciones a lo largo de la vida del individuo, y es sabido que ¨¦ste es uno de los principales factores en el envejecimiento normal de cualquier persona. Si el beb¨¦ nace ya con algunas de esas mutaciones puestas de serie, la degeneraci¨®n asociada a la edad procede m¨¢s deprisa. Las mitocondrias de mam¨¢, qui¨¦n lo iba a decir, nos pueden hacer viejos antes de tiempo. Ya no se puede fiar uno ni de su madre.
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