Es hora de actuar en Oriente Pr¨®ximo
Tenemos que estar en el bando de quienes rehuyen la tiran¨ªa y la teocracia
El anuncio, tras el uso de armas qu¨ªmicas en Siria, de que se est¨¢ celebrando en Jordania una cumbre de emergencia de jefes militares de Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Canad¨¢, Turqu¨ªa, Arabia Saud¨ª y Catar es una buena noticia. Occidente se encuentra en una encrucijada pol¨ªtica: comentar o actuar, influir en los acontecimientos o reaccionar despu¨¦s de que ocurran.
Tras las largas y dolorosas campa?as de Irak y Afganist¨¢n, entiendo muy bien los impulsos de permanecer al margen del caos, de observar pero no intervenir, de endurecer el lenguaje pero no comprometerse en la dif¨ªcil e incluso cruel tarea de cambiar la situaci¨®n sobre el terreno. Sin embargo, debemos comprender las repercusiones de quedarnos en lamentos en lugar de hacer algo.
La gente se estremece ante la idea de intervenir. Pero pensemos en las consecuencias de no actuar y nos estremeceremos a¨²n m¨¢s: Siria, enfangada en la matanza, entre la brutalidad de Bachar el Asad y diversas ramas de Al Qaeda, convertida en un semillero de extremismo infinitamente m¨¢s peligroso que Afganist¨¢n en los a?os noventa; Egipto, en un caos, con la imagen, aunque sea injusta, de que Occidente est¨¢ ayudando a quienes desean convertirlo en una versi¨®n sun¨ª de Ir¨¢n; y el propio Ir¨¢n, que, a pesar de su nuevo presidente, sigue siendo una dictadura teocr¨¢tica y posee la bomba nuclear. Occidente estar¨ªa envuelto en la confusi¨®n; sus aliados, desolados, y sus enemigos, envalentonados. Es una perspectiva dantesca, pero no inveros¨ªmil.
Los Hermanos Musulmanes no "gobernaban mal": estaban haci¨¦ndose con el control del Estado?
Empecemos por Egipto. Para muchos occidentales, est¨¢ claro que el Ej¨¦rcito ha derrocado a un Gobierno democr¨¢ticamente elegido y ahora est¨¢ reprimiendo a un partido pol¨ªtico leg¨ªtimo, matando a sus partidarios y encarcelando a sus dirigentes. Por tanto, estamos decididos a condenar al nuevo Gobierno al ostracismo. Creemos que con ello defendemos nuestros valores. Lo entiendo a la perfecci¨®n. Pero ser¨ªa un grave error estrat¨¦gico.
El fallo esencial de este punto de vista es el enga?o sobre el car¨¢cter de los Hermanos Musulmanes. Los consideramos un partido pol¨ªtico normal, pero no lo es. Si una persona quiere afiliarse al Partido Conservador brit¨¢nico, o la Democracia Cristiana alemana, o el Partido Dem¨®crata estadounidense, puede hacerlo sin problemas, y le dan la bienvenida con los brazos abiertos. En todos esos pa¨ªses, todos los partidos respetan las libertades democr¨¢ticas fundamentales.
Los Hermanos Musulmanes no son un partido as¨ª. Para llegar a ser miembro es necesario un proceso de iniciaci¨®n y adoctrinamiento que dura siete a?os. Los Hermanos son un movimiento dirigido por una jerarqu¨ªa que a lo que m¨¢s se parece es a los bolcheviques.
Lean sus discursos, no los dirigidos a los occidentales, sino a los suyos. Lo que estaban haciendo en Egipto no era ¡°gobernar mal¡±. Si elegimos un mal gobierno, qu¨¦ se le va a hacer, hay que aguantarse. Los Hermanos Musulmanes estaban cambiando de manera sistem¨¢tica la Constituci¨®n, y haci¨¦ndose con el control de las altas instancias del Estado para impedir que pudieran cuestionarse sus decisiones. Y lo estaban haciendo con el prop¨®sito de promover unos valores que contradicen todo lo que representa la democracia.
Oigo decir que en Siria los dos bandos son malos, pero otros? ya est¨¢n tomando partido
Por eso, podemos tener raz¨®n al criticar las acciones o los excesos del nuevo Gobierno militar de Egipto, pero es dif¨ªcil criticar la intervenci¨®n que lo ha llevado al poder. Todas las opciones que tiene Egipto ante s¨ª son malas. Entre las v¨ªctimas hay gran cantidad de soldados y polic¨ªas, adem¨¢s de civiles; y, en parte como consecuencia de la ca¨ªda de Muamar el Gadafi en Libia, Egipto est¨¢ rebosante de armas. Ahora bien, limitarnos a condenar a los militares no va a facilitar el regreso de la democracia.
Egipto no es una creaci¨®n de las luchas mundiales de poder de los siglos XIX y XX. Es una antigua civilizaci¨®n que se remonta a miles de a?os, repleta de orgullo nacional. El Ej¨¦rcito ocupa un lugar especial en su sociedad. La gente quiere democracia, pero desprecian las voces cr¨ªticas de Occidente, que, en su opini¨®n, son totalmente ingenuas ante la amenaza que representaban los Hermanos Musulmanes para la democracia.
Debemos apoyar al nuevo Gobierno en su empe?o de estabilizar el pa¨ªs; instar a todo el mundo, incluidos los Hermanos Musulmanes, a abandonar las calles; y dejar que se ponga en marcha un proceso electoral r¨¢pido y como es debido, con observadores independientes. Hay que redactar una nueva Constituci¨®n que proteja los derechos de las minor¨ªas y el esp¨ªritu esencial del pa¨ªs, y todos los partidos pol¨ªticos deben actuar con arreglo a unas normas que garanticen la transparencia y el compromiso con el proceso democr¨¢tico. Esa es la ¨²nica forma realista de ayudar a quienes desean una aut¨¦ntica democracia ¡ªprobablemente, la mayor¨ªa¡ª, no unas elecciones que luego se utilicen como forma de asegurar el control.
En Siria ya sabemos lo que est¨¢ sucediendo, y que est¨¢ mal que dejemos que pase. Pero dejemos de lado todo argumento moral y no pensemos por un instante m¨¢s que en los intereses mundiales. No hacer nada significar¨ªa la desintegraci¨®n del pa¨ªs, desgarrado en sangre, la desestabilizaci¨®n de los vecinos y olas de terrorismo en toda la regi¨®n. El Asad permanecer¨ªa en el poder en la zona m¨¢s rica del pa¨ªs y la furia sectaria campar¨ªa por sus respetos en la parte oriental. Ir¨¢n, con el respaldo de Rusia, tendr¨ªa gran influencia, y Occidente dar¨ªa imagen de impotencia.
Se libra un combate a vida o muerte por el futuro del islam, y no debemos ser neutrales
Oigo decir que no se puede hacer nada: los sistemas de defensa sirios son demasiado poderosos, los problemas, demasiado complejos, y, en cualquier caso, ?c¨®mo vamos a tomar partido cuando los dos bandos son igual de malos?
Pero otros ya est¨¢n tomando partido. No les da miedo la perspectiva de intervenir. Act¨²an en apoyo de un r¨¦gimen que est¨¢ atacando a civiles de una forma que no se ve¨ªa desde los peores tiempos de Sadam Husein.
Ha llegado la hora de que escojamos un bando: el bando de las personas que quieren lo que queremos nosotros; que consideran que nuestras sociedades, con todos sus defectos, son algo digno de admiraci¨®n; que saben que no deber¨ªan tener que elegir entre la tiran¨ªa y la teocracia. Aborrezco la idea impl¨ªcita en gran parte de nuestras opiniones de que los ¨¢rabes, o todav¨ªa peor, los musulmanes, son incapaces de entender qu¨¦ es una sociedad libre, de que no se les puede confiar algo tan moderno como una polis en la que la religi¨®n ocupe el lugar que le corresponde.
No es verdad. Lo que es verdad es que se est¨¢ librando un combate a vida o muerte por el futuro del islam, en el que los extremistas est¨¢n intentando subvertir tanto su mentalidad abierta tradicional como el mundo moderno.
En este combate no debemos ser neutrales. En todos los lugares en los que el extremismo est¨¦ destruyendo vidas inocentes ¡ªIr¨¢n, Siria, Egipto, Libia, T¨²nez, as¨ª como en otros lugares de ?frica, Asia Central y el Lejano Oriente¡ª, debemos estar de parte de esas personas.
Fui uno de los arquitectos de las pol¨ªticas adoptadas tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 y, como tal, conozco bien las controversias, las angustias y los costes de estas decisiones. Comprendo que el p¨¦ndulo haya oscilado hasta el otro extremo. Pero no es necesario volver a aquella estrategia para cambiar la situaci¨®n. Y las fuerzas que dificultaron la intervenci¨®n en Irak y Afganist¨¢n son, por supuesto, las que se encuentran hoy en el ojo del hurac¨¢n.
Es preciso que las derrotemos. Debemos derrotarlas, cueste el tiempo que cueste, porque, si no, no van a desaparecer. Van a hacerse cada vez m¨¢s fuertes, hasta que lleguemos a otra encrucijada; y entonces, no habr¨¢ elecci¨®n.
Tony Blair, primer ministro del Reino Unido entre 1997 y 2007, es enviado especial del Cuarteto para Oriente Pr¨®ximo.
? Project Syndicate, 2013.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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