Los l¨ªmites de la democracia
El ¨²nico motivo razonable del plan secesionista ser¨ªa el convencimiento de los catalanes de no pertenecer a la sociedad espa?ola; si es as¨ª, ser¨ªa bueno saber en qu¨¦ se diferenciar¨ªa una constituci¨®n catalana de la actual

El reciente debate de pol¨ªtica general de Catalu?a ha permitido al president Mas enunciar de forma precisa los elementos esenciales del proceso soberanista: su apuesta por la democracia como fuerza motriz para persuadir al Gobierno central de la conveniencia de un refer¨¦ndum sobre la independencia; la confirmaci¨®n de que este refer¨¦ndum debe ser legal o por lo menos tolerado por el Gobierno central; y el anuncio de una convocatoria electoral si nada de lo anterior es posible. Uno puede no estar de acuerdo con este plan de acci¨®n, pero hay que reconocerle coherencia y realismo.
Quiz¨¢s mis mayores dudas se refieren al primero de estos puntos. Poner por delante el talante democr¨¢tico es h¨¢bil e inteligente. Ante ideas tan poderosas como democracia y mayor¨ªa, ?qui¨¦n puede oponerse a que los catalanes debatan abierta y pac¨ªficamente los pros y contras de la independencia y luego expresen con el voto su posici¨®n en las urnas? Ante este argumento, la respuesta del Gobierno central, que invalida el objeto mismo del refer¨¦ndum por ser inconstitucional, suena d¨¦bil y distante; una respuesta de tr¨¢mite que no parece haber hecho mella en la convicci¨®n del se?or Mas de que la soluci¨®n de este asunto pasa necesariamente por una votaci¨®n democr¨¢tica.
Sin embargo, como ocurre con muchas cosas buenas de la vida, para sacar el mejor provecho de ella, la democracia debe estar sometida a limitaciones. La democracia es un m¨¦todo (la regla de la mayor¨ªa) para tomar decisiones dentro de una comunidad que comparte valores b¨¢sicos, previos e independientes de este m¨¦todo. Son estos valores b¨¢sicos los que determinan si las decisiones adoptadas son buenas o no, los que dan legitimidad a las decisiones de la mayor¨ªa. La democracia, dentro de este marco de valores b¨¢sicos, es el mejor m¨¦todo de decisi¨®n y, sin duda, la forma m¨¢s inteligente de retirar (y dar) poder a los Gobiernos. Pero la regla de la mayor¨ªa, por s¨ª misma, no puede garantizar la bondad de las pol¨ªticas adoptadas.
Ser¨ªa err¨®neo pensar que el apoyo c¨ªvico masivo a la independencia est¨¢ plenamente consolidado
De ah¨ª que las sociedades civilizadas limiten de forma expl¨ªcita, a trav¨¦s de normas constitucionales, el ¨¢mbito de actuaci¨®n de sus Gobiernos y Parlamentos, y el uso que los mismos pueden hacer de la regla de la mayor¨ªa. Una Constituci¨®n es un documento escrito por hombres y mujeres. Por tanto recoge de forma imperfecta este conjunto de valores b¨¢sicos. Pero el tiempo ha ido destilando principios, presentes en la mayor¨ªa de las Constituciones, con los que es dif¨ªcil no estar de acuerdo; entre otros: el derecho a la privacidad y al secreto; la libertad de expresi¨®n, asociaci¨®n y movimiento; la generalidad, igualdad y certidumbre de las leyes; el derecho a la propiedad, su transferencia por consenso y el cumplimiento de las promesas; la separaci¨®n de poderes y la limitaci¨®n de las competencias que pueden ostentar tribunales, cuerpos legislativos y Administraciones. Un conjunto de principios cuyo fin ¨²ltimo es proteger la libertad del individuo.
Centr¨¢ndome en el ¨²ltimo de estos principios, es evidente que la convocatoria de un refer¨¦ndum para la independencia por parte del Gobierno catal¨¢n exceder¨ªa con mucho a sus atribuciones legales. Hacer m¨¢s de lo que uno debe podr¨ªa parecer una falta dispensable cuando se hace en nombre de la democracia y al servicio de la b¨²squeda de la opini¨®n mayoritaria de los catalanes. Sin embargo, la violaci¨®n del Estado de derecho por parte de una Administraci¨®n desmorona las bases en las que se asienta la convivencia social, introduce inseguridad jur¨ªdica y puede coartar, por tanto, la libertad individual. Entiendo que el se?or Mas, que no admite un refer¨¦ndum ilegal, comparte esta evaluaci¨®n.
Otro punto con el que estoy de acuerdo es el llamamiento que hizo a evitar imposiciones de la mayor¨ªa independentista. Mi duda aqu¨ª es la entidad y naturaleza de esta mayor¨ªa. El apoyo c¨ªvico masivo a la independencia es de reciente formaci¨®n y ser¨ªa err¨®neo considerarlo plenamente consolidado. Es verdad que se sustenta en dos considerables manifestaciones populares, que pueden haber reunido a m¨¢s de un mill¨®n de personas cada una. Pero, con ser importante, estamos hablando de un determinado colectivo en un determinado momento. Un estado de opini¨®n no necesariamente homog¨¦neo y que, por lo que se?alan las encuestas, ha dado muestras de inestabilidad ante dos hipot¨¦ticas situaciones: la posibilidad de que una Catalu?a independiente deba, por lo menos inicialmente, abandonar la pertenencia a la Uni¨®n Europea, y la potencial mejora del sistema de financiaci¨®n auton¨®mica. En estas circunstancias, ?qui¨¦n dice que la mayor¨ªa de un momento dado pueda determinar de forma irrevocable el destino de millones de catalanes que se sienten libres en el seno de la Constituci¨®n espa?ola y que desconocen cu¨¢l ser¨ªa su futuro en una Catalu?a independiente?
Si el refer¨¦ndum no puede ser legal, que sea por lo menos tolerado. Esta es la parte del discurso del se?or Mas que no he acabado de entender. Es un reconocimiento impl¨ªcito de la imposibilidad de un refer¨¦ndum legal, pero a la vez un acto de fe considerable en la capacidad y poder de los pol¨ªticos para adaptar las normas a sus deseos. La democracia no puede ser utilizada para la obtenci¨®n de un fin que se oponga frontalmente al Estado de derecho. No todo puede resolverse, aunque haya voluntad pol¨ªtica, porque ello equivale a ignorar que la funci¨®n fundamental del Estado de derecho es proteger al ciudadano, precisamente limitando la acci¨®n de Gobiernos, ¨®rganos legislativos y pol¨ªticos. No hay acuerdo pol¨ªtico aceptable que pueda suspender el Estado de derecho.
No hay acuerdo pol¨ªtico aceptable que pueda suspender el estado de derecho
Ello no significa que las Constituciones sean inmutables. La evoluci¨®n de los valores b¨¢sicos es, por la propia naturaleza de estos valores, una cuesti¨®n necesariamente gradual y de alcance temporal muy largo. Pero la aplicaci¨®n de estos principios a una realidad social y organizaci¨®n institucional concretas, que es lo que las Constituciones hacen, es naturalmente objeto de reforma y promoci¨®n pol¨ªtica. Cuestiones como la financiaci¨®n regional o el perfeccionamiento de la de facto estructura federal del Estado, caben perfectamente en la agenda de reformas si se alcanza el consenso pol¨ªtico necesario. En cambio, la incorporaci¨®n del derecho a la autodeterminaci¨®n, aparte de introducir de ra¨ªz inestabilidad pol¨ªtica y social, no cabe en una Constituci¨®n moderna. Una Constituci¨®n refleja el compromiso de un conjunto de individuos sobre una serie de valores b¨¢sicos y un proyecto social en com¨²n, y reconoce derechos a personas pero no a territorios.
Me es dif¨ªcil valorar la voluntad de secesi¨®n en t¨¦rminos de la falta de confianza que pueda existir entre los catalanes y los dem¨¢s espa?oles. Y tampoco comparto que, en un pa¨ªs en el que las leyes tributarias son generales y la pol¨ªtica de gasto p¨²blico del Gobierno central est¨¢ sometida a la ley y al control de la oposici¨®n y del electorado, pueda ocurrir que un territorio acabe sometido econ¨®micamente a otro. De ah¨ª que la ¨²nica justificaci¨®n del prop¨®sito secesionista que veo sea el convencimiento de los catalanes de no pertenecer a la sociedad espa?ola; de no compartir los valores b¨¢sicos en los que se asienta su Estado de derecho. Pero si es as¨ª, ser¨ªa bueno que quienes favorecen la independencia nos dijeran en qu¨¦ se diferenciar¨ªa la Constituci¨®n catalana de la espa?ola. Si en materia de valores b¨¢sicos la Constituci¨®n catalana va a ser igual que la espa?ola, no hay argumento econ¨®mico que pueda justificar la independencia y los enormes costes de transici¨®n que la misma conlleva. Y si el cambio fundamental consiste en otorgar a la mayor¨ªa poder de decisi¨®n sobre cualquier cuesti¨®n, la Catalu?a independiente que se est¨¢ ofreciendo a los catalanes corre peligro de acabar convirti¨¦ndose en una sociedad esencialmente antidemocr¨¢tica.
Es necesario debatir estas cuestiones tan larga y ampliamente como sea menester. Solo de las conclusiones de este debate, de los resultados de las elecciones que el president Mas anunci¨® y posiblemente tendr¨¢ que convocar, de los de otras muchas elecciones que seguir¨¢n, y sobre todo de la perspectiva que otorga el paso del tiempo, nos ser¨¢ posible entender si los catalanes, en su gran mayor¨ªa, se sienten o no tan alejados y distintos de los dem¨¢s espa?oles.
Antoni Zabalza es catedr¨¢tico de An¨¢lisis Econ¨®mico de la Universidad de Valencia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.