Todos los Redford de Robert

?Otro Redford actor?

A Dylan Redford le ha costado una d¨¦cada y pico de miserias inversamente proporcionales a las fortunas de su abuelo, el actor y director Robert, acabar en la pantalla grande. Incluso ahora que lo ha logrado, gracias al documental autobiogr¨¢fico The big picture, cuesta imaginar que haya satisfecho ninguna ambici¨®n vital de exhibir si no su talento, al menos las agraciadas facciones de su gen¨¦tica familiar ante un gran p¨²blico.

Dylan es hoy un ambicioso chaval de 22 a?os con las manos metidas en el negocio del cine, dirigiendo y produciendo cortometrajes sin hacer caja con su apellido como hasta la fecha han hecho todos los Redford antes que ¨¦l. La cinta cuenta eso, y tambi¨¦n que Dylan ha sufrido toda su vida de una dislexia galopante que le imped¨ªa leer bien o escribir ya entrado en los diez a?os y que le ha infligido grandes traumas en su vida como estadounidense, como ser incapaz de recordar la combinaci¨®n de su taquilla en el instituto. Centrado en un mensaje de iluminar a los padres de hijos con dislexia, su debut en cines puede ser menos glamuroso que Los tres d¨ªas del c¨®ndor, pero posee infinitamente m¨¢s vocaci¨®n de servicio.

?Le mueven las causas sociales?

Lo f¨¢cil es achacar su necesidad de plasmar problemas reales en pel¨ªculas a su apellido: su abuelo, al fin y al cabo, ha producido y dirigido multitud de dramas pol¨ªticos y judiciales. Pero eso implica obviar que The big picture viene firmada por su padre, James Redford, gran conocedor del g¨¦nero de documentales sobre problemas de salud. Ya produjo uno, en 1999, sobre el drama de las listas de espera de ¨®rganos; lo que ¨¦l vivi¨® cuando le fueron trasplantados hasta dos h¨ªgados para sobrevivir a la colangitis esclerosante que le fue diagnosticada a los 25 a?os.

?Y c¨®mo ha acabado Dylan debutando?

Aquel diagn¨®stico convirti¨® la enfermedad en el leit motiv de la vida de James. Ya le hab¨ªa marcado una ausencia en la familia: la de un hermano mayor que jam¨¢s conoci¨® porque muri¨® repentinamente a los dos a?os y medio de edad. Cuando su hijo Dylan naci¨®, en 1991, James estaba tan enfermo que a punto estuvo de dejar a su hijo con un hueco similar al que su difunto hermano le hab¨ªa dejado a sus padres. Al final, los dos trasplantes efectuados en 1993 le curaron, pero el furor por filmar todo tipo de patolog¨ªas le acompa?a a¨²n hoy e impregna el documental, en el que cuenta la convivencia del ¨²ltimo eslab¨®n de los Redford con la enfermedad.