Tensi¨®n innecesaria
Londres debe calmar los ¨¢nimos del ministro principal de Gibraltar para que mida sus pasos
Unas cuantas fotos de coches da?ados, dos v¨ªdeos lejanos y una parodia escolar en YouTube constituyen las ¡°pruebas de cargo¡± del Gobierno de Gibraltar, que han llevado a Fabi¨¢n Picardo a denunciar a Espa?a ante Naciones Unidas por ¡°incitaci¨®n al odio¡±, ¡°invasi¨®n¡± de sus aguas, ¡°disparos contra gibraltare?os inocentes¡± y da?os a propiedades. Tama?a desmesura dice mucho sobre la seriedad de quien acude ante la Cuarta Comisi¨®n de la ONU para contar una pel¨ªcula de terror. El Gobierno espa?ol ha protestado ante Londres y la ONU; el brit¨¢nico ha deslizado un elocuente no comment y solo cabe esperar que, si alg¨²n gibraltare?o ha sido v¨ªctima de alg¨²n delito o tiene pruebas de otros, acuda a la justicia como cualquier ciudadano.
El problema de fondo sigue siendo el mismo. Gibraltar es un territorio a descolonizar seg¨²n las Naciones Unidas, que se?alan a los Estados espa?ol y brit¨¢nico como las ¨²nicas partes en esta cuesti¨®n. La permanente negativa de Londres a plantearse la soberan¨ªa ha conducido a intentos de facilitar la cooperaci¨®n en problemas concretos. El Gobierno de Zapatero puso sobre la mesa foros de di¨¢logo tripartito entre Espa?a, Reino Unido y Gibraltar, que el de Rajoy ha bloqueado porque se niega a reconocer a Gibraltar al mismo nivel que Espa?a y Reino Unido. Sin embargo, Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa Margallo, actual ministro de Exteriores, apoya la organizaci¨®n de grupos ad hoc para negociar sobre pesca o medio ambiente. En asunto tan espinoso nunca conviene cambiar de pol¨ªtica seg¨²n el color del Gobierno de turno, como se hace en Espa?a respecto al Pe?¨®n, y a todos conviene buscar f¨®rmulas de arreglo, conscientes del peligro de mantener el contencioso en manos de la demagogia y de las intimidaciones. Para ello es importante la implicaci¨®n de la Comisi¨®n Europea, cuya intervenci¨®n puede ayudar al necesario acuerdo Madrid-Londres.
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Nadie parece interesado en azuzar los conflictos de vecindad en torno al Pe?¨®n, salvo, quiz¨¢, el propio Picardo. El ministro principal de Gibraltar s¨ª ha demostrado que tiene un plan: primero decidi¨® romper el acuerdo de pesca vigente desde 1999, despu¨¦s vino la construcci¨®n de un arrecife artificial para dificultar la pesca y ahora intenta presentar a Espa?a como un Estado agresor, tras el incremento de los controles espa?oles en la frontera. El Gobierno gibraltare?o debe suponer que todo eso le ayuda en la estrategia de pedir que el Pe?¨®n deje de ser considerado un territorio a descolonizar, mientras multiplica la tarea de lobby en Estados Unidos para crear un ambiente favorable a su causa de un Gibraltar autodeterminado.
El Gobierno brit¨¢nico har¨¢ bien en llamar a la calma al ministro principal del Pe?¨®n, para que mida mejor sus pasos. Y el espa?ol tambi¨¦n debe contribuir a bajar el diapas¨®n: no por acumular declaraciones se va a arreglar antes un contencioso de tres siglos.
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