Obsesi¨®n por decidir, aversi¨®n a debatir
?Por qu¨¦ no se abre un debate plural sobre las posibilidades de relaci¨®n de Catalu?a y Espa?a? ?Por qu¨¦ se opta por la agitaci¨®n y propaganda, aun a costa de da?ar la convivencia?
Quienes hablan como si la consulta impulsada por los soberanistas catalanes resultara ya irreversible a menudo plantean afirmaciones en el fondo circulares. Al utilizar como argumento casi definitivo el presunto hecho de que la mayor¨ªa del pueblo de Catalu?a est¨¢ a favor del derecho a decidir, de que ya ha dejado clara esa voluntad en sus masivas manifestaciones o a trav¨¦s de sucesivas encuestas, lo que parecen estar afirmando es que la ciudadan¨ªa catalana ha decidido... que quiere decidir. Tal vez sea as¨ª, pero en todo caso convendr¨ªa introducir, si este es el planteamiento, alguna matizaci¨®n.
Recordaba hace no mucho Jos¨¦ Antonio Zarzalejos, citando a ?lex Grijelmo, que decidir es un verbo transitivo. Se decide algo, no se decide sin m¨¢s. No especificar sobre qu¨¦ hay que decidir es una manera de mantenerse en el limbo de las frases vac¨ªas (cuando no directamente autocontradictorias, como cuando Artur Mas dice: ¡°El 2014, el pueblo de Catalu?a ser¨¢ consultado sobre su libertad¡±, como si cupiera consultar a quien carece de libertad). No es la primera vez, ni mucho menos que el nacionalismo catal¨¢n utiliza esta ambig¨¹edad. Hace ya seis a?os (por cierto, mucho antes de la famosa sentencia sobre el Estatut que ahora sirve para justificar cualesquiera volantazos program¨¢ticos) una plataforma que se denominaba precisamente Plataforma pel Dret a Decidir (PDD) convoc¨® una manifestaci¨®n, secundada por CiU, ERC e ICV, contra el caos ferroviario y en defensa de las infraestructuras catalanas. Tal vez algunos recuerden las fotos de la manifestaci¨®n. En la pancarta que la encabezaba y que portaban, entre otros, Jordi Pujol, Carod Rovira, Artur Mas o Joan Laporta, pod¨ªa leerse, en may¨²sculas enormes, ¡°DRET A DECIDIR¡±, y en el rengl¨®n de debajo, en min¨²scula diminuta, ¡°en infraestructuras¡±. Excuso decirles que no faltaron peri¨®dicos (Google no me dejar¨¢ mentir) en cuya portada aparec¨ªa fotografiada solo la parte superior de la pancarta, transmitiendo a los lectores poco advertidos la sensaci¨®n de que la manifestaci¨®n ten¨ªa un signo tempranamente soberanista.
En su ambig¨¹edad, los nacionalistas no saben qu¨¦ preguntar porque no saben qu¨¦ proponer
Pero el que en cierto sentido se mantenga parecida ambig¨¹edad admite m¨¢s de una lectura. Habr¨¢ quienes interpreten que la perseverancia en la inconcreci¨®n lo que muestra es que, en ¨²ltima instancia, los dirigentes nacionalistas no han renunciado por completo a la vieja estrategia pujolista del peix al cove, solo que debidamente puesta al d¨ªa. Se tratar¨ªa ahora, seg¨²n tal interpretaci¨®n, de evolucionar hacia un gradualismo de nuevo cu?o, reforzado por el formidable instrumento de presi¨®n que supondr¨ªa en cualquier negociaci¨®n futura con el Gobierno central estar en condiciones de amenazar con reactivar una sensibilidad independentista. A estos efectos, poder llevar a cabo una consulta no vinculante (en la que para el votante nacionalista poco amante de las aventuras no tuviera el menor coste real propinar una patada independentista en la espinilla centralista) o, casi mejor, poder esgrimir ante sus seguidores una prohibici¨®n por parte de Madrid a dicha consulta, constituir¨ªan elementos de refuerzo para esta estrategia neolampedusiana.
Con todo, cabe una interpretaci¨®n m¨¢s preocupante de semejante perseverancia nacionalista en la ambig¨¹edad. Tal vez tenga que ver con algo que ahora, con la intensificaci¨®n del clima independentista en Catalu?a, ha terminado por hacerse de todo punto evidente. Constituir¨ªa un error, a mi juicio, entender que es solo debido a cuestiones t¨¦cnico-jur¨ªdicas, o de mera negociaci¨®n pol¨ªtica, por lo que a¨²n no se conoce el contenido de la pregunta que en una hipot¨¦tica consulta se le formular¨ªa al pueblo de Catalu?a. Mi sospecha es la de que Artur Mas nunca ha sabido qu¨¦ preguntar porque nunca ha sabido qu¨¦ proponer. De hecho, una de las respuestas m¨¢s reiteradas que suele proporcionar para justificar la consulta parece ir en esta direcci¨®n: se tratar¨ªa de convocarla para ¡°conocer la voluntad del pueblo de Catalu?a sobre el futuro pol¨ªtico del pa¨ªs¡±. Misma direcci¨®n en la que parecen ir estas otras palabras recientes del propio Mas: ¡°Si el pueblo quiere un Estado para Catalu?a, Converg¨¨ncia lo har¨¢ posible¡±. Se deduce de ambas afirmaciones que quien ha puesto en marcha este proceso no considera necesario tener opini¨®n propia al respecto. Pues bien, probablemente sea el no tenerla en sentido fuerte (m¨¢s all¨¢ del omnipresente sentiment) lo que ha abocado a Mas a un decisionismo sin salida, preso del cual e incapaz de defender horizonte pol¨ªtico alguno m¨ªnimamente espec¨ªfico (hasta el punto de que a estas alturas sigue resisti¨¦ndose como gato panza arriba incluso a utilizar la palabra independencia), se ha lanzado a una exasperada huida hacia adelante.
Mas, en efecto, lleva tiempo haciendo suyo, en la pr¨¢ctica, el eslogan independentista radical tenim presa (a finales del pasado mes de septiembre determin¨®, de acuerdo con sus socios parlamentarios, concederle tres meses al Gobierno central para negociar la consulta). En su caso, la prisa se materializa en una permanente fuga en la que, tras cada paso fallido, se muestra incapaz de reflexionar, reconocer el error y hacer balance autocr¨ªtico. En vez de eso, convierte su fracaso en un argumento para acelerar la deriva, lo que le obliga a pasar a la siguiente fase. Telegraf¨ªo lo sobradamente conocido: declaraba desear el pacto fiscal y en un d¨ªa (la Diada de 2012) su deseo mut¨® en el de la independencia. Fue una tarde a Madrid para hablar con Rajoy y le bast¨® para convocar elecciones anticipadas. Ahora ya ha anunciado que si la consulta no prospera lo que convocar¨¢ ser¨¢n elecciones plebiscitarias, despu¨¦s de las cuales ni se sabe lo que propondr¨¢.
Artur Mas convierte cada fracaso en un argumento para acelerar la deriva y pasar a la siguiente fase
Pero ?de veras es este el momento de tener tanta prisa? ?Son las urgencias lo m¨¢s adecuado para conseguir de una manera razonable deshacer el embrollo en el que ha terminado derivando la situaci¨®n actual? ?Es el momento de m¨¢xima exaltaci¨®n patri¨®tica, en el tricentenario de 1714, el mejor momento para realizar la consulta? ?Por qu¨¦ no se abre un debate aut¨¦nticamente libre y plural acerca de las ventajas e inconvenientes de las diversas posibilidades de relaci¨®n entre Catalu?a y Espa?a, en vez de criminalizar como propaganda del miedo cualquier dato (por m¨¢s alta autoridad europea que sea quien lo proporciona) que contravenga el panorama id¨ªlico con el que pretenden persuadir al pueblo de Catalu?a de las bondades de la secesi¨®n? ?Por qu¨¦ se opta por la agitaci¨®n y propaganda (con los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos convertidos en d¨®cil correa de transmisi¨®n de las consignas oficiales), por la fractura entre amigos y enemigos, sabiendo las nefastas consecuencias que ello tiene para la convivencia?
No creo que el se?or Mas haya le¨ªdo a Carl Schmitt, aunque a veces da esa impresi¨®n. Al igual que ¨¦l, parece creer que: ¡°La decisi¨®n es lo opuesto de la discusi¨®n¡±. Como ¨¦l, se dir¨ªa que considera a la democracia liberal una insufrible conversaci¨®n sin fin, convencimiento del que extrae la conclusi¨®n de que hay que dedicar el m¨ªnimo tiempo a hablar y el m¨¢ximo a decidir. Sobrecoge la nerviosa irritaci¨®n, en la frontera del matonismo, con el que el coro de palmeros medi¨¢ticos (por usar la feliz expresi¨®n que Javier Pradera dedicaba a los comentaristas afines a Aznar) del actual president de la Generalitat responde a las demandas, tan justas como razonables, de que no haya cancerberos a la entrada del ¨¢gora, de que pueda ejercerse lo que los griegos llamaban isegor¨ªa, esto es, la igualdad de todos en el derecho a la palabra.
No se vaya a interpretar lo anterior en el sentido de que cuestiono la condici¨®n democr¨¢tica de nadie. A fin de cuentas, tambi¨¦n Carl Schmitt reivindicaba la democracia. Solo que, en su caso, la verdadera noci¨®n de democracia no era la de un Gobierno donde la autoridad pol¨ªtica se hallara legitimada a trav¨¦s de un proceso de discusi¨®n p¨²blica fundado en argumentos racionales, sino en una profunda ¡ªcasi m¨ªstica¡ª identidad entre gobernados y gobernantes, el pueblo y sus representantes. Por su parte, el 29 septiembre de 2013, Mas pronunciaba las siguientes palabras: ¡°El mensaje es este: dentro de Catalu?a cuanta m¨¢s pi?a mejor, porque adversarios ya los tenemos fuera. No es necesario que nos convirtamos en adversarios aqu¨ª dentro¡±. Curioso paralelismo, ?no les parece?
Manuel Cruz es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Contempor¨¢nea en la Universidad de Barcelona.
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