Este muerto no es m¨ªo
Nadie ha querido hacerse cargo del cad¨¢ver del capit¨¢n nazi Erich Priebke, responsable de la matanza de las Fosas Ardeatinas
Erich Priebke muri¨® el viernes 11 de octubre cerca de Roma, a los 100 a?os de edad, y es probable que su cad¨¢ver siga, sin recibir sepultura, escoltado en el aer¨®dromo militar de Pratica di Mare porque nadie quer¨ªa hacerse cargo de sus restos. Priebke era un capit¨¢n nazi que el 24 de marzo de 1944 particip¨® en la ejecuci¨®n de 335 personas ¡ªla conocida como matanza de las Fosas Ardeatinas¡ª como represalia por un atentado de los partisanos d¨ªas antes que cost¨® la vida a 33 oficiales alemanes. Tras la guerra, Priebke huy¨® a Argentina y en los ¨²ltimos a?os vivi¨® en arresto domiciliario tras ser condenado a cadena perpetua en Italia. Nunca mostr¨® arrepentimiento alguno por la matanza en la que particip¨®, jam¨¢s pidi¨® disculpas y d¨ªas antes de morir grab¨® un v¨ªdeo en el que explicaba que fue una orden directa de Hitler y que no pod¨ªa negarse a ella. En la cinta insist¨ªa en que la culpa de todo fue de los partisanos, que estaban avisados de que el Ej¨¦rcito alem¨¢n tomar¨ªa represalias.
Paolo Giachini, el abogado del nazi, acarici¨® en un primer momento la idea de conseguir un funeral p¨²blico. Un sacerdote lefebvriano estaba dispuesto a oficiarlo por el rito tridentino (en lat¨ªn y de espaldas a los fieles) en la localidad romana de Albano Laziale, una villa que tiene la medalla de plata de la Resistencia, pero donde se halla tambi¨¦n la sede de un grupo neonazi. Las protestas de los vecinos impidieron el funeral y los militares italianos decidieron llevarse el f¨¦retro para evitar los altercados que, parad¨®jicamente, el nazi no gener¨® en vida.
Ah¨ª, en una base militar, ha estado su cad¨¢ver estos d¨ªas. El prefecto de Roma prohibi¨® enterrarlo en su municipio. El Ayuntamiento de Rover, en el norte de Italia, se neg¨® a recibirlo a pesar de que un vecino se hab¨ªa prestado a ceder una tumba familiar. Argentina rehus¨® repatriar el cad¨¢ver. Alemania, tambi¨¦n. En su pueblo natal de Hennigsdorf no quer¨ªan ni o¨ªr hablar. Tem¨ªan convertirse en centro de peregrinaci¨®n de los neonazis como les ha ocurrido a otros. ¡°Si nadie lo quiere, que sea incinerado y sus cenizas se esparzan por ah¨ª¡±, dijo un paisano. Su abogado asegur¨® el s¨¢bado que ser¨¢ enterrado en un lugar secreto. ?Asunto resuelto?
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