Mareas
La cabeza de la extrema derecha asoma cada vez m¨¢s alto. Los soci¨®logos dicen que es normal
Hoy coinciden en Madrid dos grandes movimientos que se hacen visibles en la calle. En apariencia, ninguno de los dos tiene una connotaci¨®n pol¨ªtica directa. Pero no hay que rascar mucho en la piel de ninguno de los dos para percibir que hay s¨®lidos fundamentos ideol¨®gicos en ambos para considerar que pueden fraguar, o al menos ser bases asentadas para que sobre ellas se construyan importantes variantes en el sistema actual.
La manifestaci¨®n de las v¨ªctimas del terrorismo, apoyada por sectores muy significativos del PP, tiene algunos componentes que alertan sobre el crecimiento de posiciones extremas en algunos frentes: por ejemplo el antieurope¨ªsmo, que es una novedad en nuestro pa¨ªs. Y va dirigido al coraz¨®n de la idea de Europa, que es el de la ley. Los charlatanes de la extrema derecha, apoyados en los sentimientos l¨ªcitos de las v¨ªctimas, ampl¨ªan el mensaje. Aqu¨ª, fuera de los m¨¢rgenes de la manifestaci¨®n no hay otra cosa que traidores, Espa?a tiene que reclamar su soberan¨ªa y rechazar la imposici¨®n de una sentencia aplicada desde fuera. Se va m¨¢s lejos: la culpa es de Zapatero, de su Gobierno. Los gritos anticipados no tranquilizan: mensajes electr¨®nicos amenazando de muerte y, en ocasiones, racistas.
En la convocatoria de repulsa a Estrasburgo se condensan muchos mensajes que anuncian que la cabeza de la extrema derecha asoma cada vez m¨¢s alto. No es de extra?ar: en Francia, en Italia, en Hungr¨ªa, en pa¨ªses del norte, tambi¨¦n ha sacado la cabeza la bestia. Los soci¨®logos dicen que es normal. Pero eso no es tranquilizador. M¨¢s a¨²n cuando, desde centros ideol¨®gicos como la fundaci¨®n del PP, la FAES, se moviliza a las conciencias de la derecha contra pilares fundamentales de las democracias. Y cuando, desde la pol¨ªtica del d¨ªa a d¨ªa, la alcaldesa de Madrid, la expresidenta de la comunidad y el presidente Ignacio Gonz¨¢lez, se van a arropar esos gritos fingiendo que no los puedes escuchar.
La marea blanca de la sanidad es todo lo contrario. Se adivina, junto con la marea verde de la educaci¨®n, como el gran caldo de cultivo de una opci¨®n, que a¨²n no es pol¨ªtica de una forma abierta, de defensa de lo p¨²blico frente al liberalismo econ¨®mico exacerbado de quienes nos han llevado a la crisis. Es una opci¨®n en la que se pueden observar claros elementos de izquierda muy cl¨¢sicos, pero que no obedece a las consignas de los partidos que se inscriben en ese terreno. Es un movimiento transversal y plural, adem¨¢s de europe¨ªsta.
La coincidencia de las dos mareas no va a ser simp¨¢tica, por mucho que una gran cantidad de los que est¨¢n en cada una de ellas pueda compartir algunas de las reclamaciones de la otra.
Ana Botella, Esperanza Aguirre e Ignacio Gonz¨¢lez pretenden ponerse a la cabeza de muchas cosas hoy. No solo de las reclamaciones y las quejas. Habr¨¢ que ver c¨®mo lo digiere el PP, que a¨²n contiene con cierta eficacia a los sectores extremos de su organizaci¨®n.
Y habr¨¢ que ver si las otras mareas producen alg¨²n efecto pol¨ªtico imprevisto.
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