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Marcel Proust y los diez pilares de ¡®En busca del tiempo perdido¡¯ El 14 de noviembre de 1913 Marcel Proust public¨® Por el camino de Swann , primer tomo de su extraordinario ciclo En busca del tiempo perdido . En un fotorrelato recordamos sus conceptos e ideas esenciales tiempo, memoria, imaginaci¨®n, amor... Marcel Proust en 1887. Marcel Proust en 1887. GETTY IMAGES "Porque los trastornos de la memoria tienen mucho que ver con las intermitencias del coraz¨®n. Es seguramente la existencia de nuestro cuerpo, que nos parece semejante a una vasija donde est¨¢ encerrada nuestra espiritualidad, lo que nos anima a suponer que siempre est¨¢n en posesi¨®n nuestra todos los bienes interiores, las alegr¨ªas pasadas, todos los dolores. Quiz¨¢ carece no menos de exactitud creer que estos huyen o que regresan (vol. II)
"Los d¨ªas van cayendo poco a poco encima de los anteriores y, a su vez, los entierran los siguientes. Pero todos los d¨ªas pasados se quedan depositados en nosotros como en una inmensa biblioteca donde hay libros m¨¢s viejos, y alg¨²n ejemplar que seguramente nadie pedir¨¢ nunca. No obstante, si ese d¨ªa pasado, cruzado por el espacio trasl¨²cido de las ¨¦pocas siguientes vuelve a la superficie y nos cubre, tap¨¢ndonos del todo, entonces, por un momento, los nombres recuperan el significado antiguo; y las personas el rostro antiguo; y nosotros nuestra alma de entonces; y sentimos, con un sufrimiento inconcreto, pero que se ha vuelto tolerable y no durar¨¢, los problemas que hace mucho se tornaron insolubles y tanto nos angustiaban a la saz¨®n. Se compone nuestro yo de la superposici¨®n de nuestros estados sucesivos. Pero esa superposici¨®n no es inmutable como los estratos de una monta?a. Hay perpetuamente plegamientos que hacen aflorar las capas antiguas". (vol. VI)
"Esa era la raz¨®n de que hubiese cesado las preocupaciones referidas a mi muerte en el preciso momento en que reconoc¨ª, inconscientemente, el sabor de la magdalenita, ya que en ese momento la persona que yo hab¨ªa sido era un ser extratemporal y, por lo tanto, despreocupado de las vicisitudes del porvenir. Aquel ser nunca hab¨ªa acudido a m¨ª, nunca se hab¨ªa manifestado sino fuera de la acci¨®n, del disfrute inmediato, en todas las ocasiones en que el milagro de una analog¨ªa me hab¨ªa permitido evadirme del presente. Solo ¨¦l ten¨ªa el poder para hacerme recuperar los d¨ªas pasados, el tiempo perdido, ante el que los esfuerzos de mi mente y mi inteligencia siempre iban a encallarse. (vol. VII)
"El tiempo que cambia a las personas no modifica la imagen que de ellas nos ha quedado. Nada resulta m¨¢s doloroso que esa oposici¨®n entre la alteraci¨®n de las personas y la fijeza del recuerdo cuando caemos en la cuenta de que tenemos una vida vagabunda, pero una memoria sedentaria (vol. VII) Marcel Proust, de rodillas, en el centro, en 1892. Del libro 'Proust. La memoria recobrada' (Plataforma) ¡°Pero aun desde el punto de vista de las cosas m¨¢s insignificantes de la vida, no somos un todo constituido materialmente, id¨¦ntico para todo el mundo y de cuyo contenido pueda cualquiera limitarse a tomar constancia como si se tratase de un pliego de cargos o un testamento; nuestra personalidad social es una creaci¨®n del pensamiento de los dem¨¢s. Incluso ese hecho tan sencillo que llamamos ¡®ver a una persona conocida¡¯ es, en parte, un hecho intelectual. Rellenamos la apariencia f¨ªsica de la persona a la que estamos viendo con todas las nociones que poseemos de ella y, en el aspecto global con cuya representaci¨®n contamos, esas nociones son seguramente las que m¨¢s lugar ocupan¡±. (vol.I)
¡°Nuestro error es creer que las cosas suelen presentarse tal y como son en realidad, los nombres tal y como se escriben, las personas seg¨²n esa noci¨®n inm¨®vil que proporcionan de ella la fotograf¨ªa y la psicolog¨ªa. De hecho no es eso en absoluto lo que vemos habitualmente. Vemos, o¨ªmos, concebimos el mundo de mala manera. Repetimos un nombre tal y como lo o¨ªmos hasta que la experiencia rectifique el error, cosa que no siemrp sucede (¡) No tenemos del universo sino visiones informes, fragmentadas, y que completamos con asociaciones de ideas arbitrarias, que crean sugestiones peligrosas¡±. (vol. VII) Marcel Proust en el Hotel Ritz, de Par¨ªs hacia 1890-95. Del libro 'Proust. La memoria recobrada' (Plataforma) ¡°La impresi¨®n es para el escritor lo que la experimentaci¨®n para el cient¨ªfico, con la diferencia de que en el cient¨ªfico la labor de la inteligencia es anterior y en el escritor llega despu¨¦s. Lo que no hemos tenido que descifrar ni aclarar mediante un esfuerzo personal, lo que ya estaba claro anteriormente a nosotros, no es nuestro. Solo procede de nosotros lo que sacamos de la oscuridad que llevamos dentro y de la que nada saben los dem¨¢s¡±. (vol. VII)
¡°¡para escribir el libro esencial, el ¨²nico libro aut¨¦ntico, un gran escritor no tiene que invent¨¢rselo, en el sentido usual, puesto que existe ya en todos y cada uno de nosotros, sino traducirlo. El deber y la tarea de un escritor son los de un traductor¡± (vol. VII)
¡°¡los libros aut¨¦nticos tienen que ser hijos no de la plena luz y la charla sino de la oscuridad y del silencio¡±. (vol. VII)
Literatura: "[¡] el h¨¢bito determina tanto el estilo del escritor cuanto el car¨¢cter del hombre, y el autor que se ha conformado en varias ocasiones con alcanzar, al expresar lo que piensa, una forma un tanto grata, est¨¢ asentando as¨ª para siempre los l¨ªmites de su talento. (vol. II)
Lenguaje: "[¡] en aquella ¨¦poca a¨²n pensaba que las palabras eran la forma de contarles a los dem¨¢s la verdad. Incluso las palabras que me dec¨ªan depositaban con tanta eficacia su significado inalterable en mi mente sensible que me parec¨ªa del todo imposible que alguien que hubiera dicho que me quer¨ªa no me quisiera [¡]. (vol. III) Manuscrito de 'Por el camino de Swann'. "La ignorancia en que nos hall¨¢bamos de esa brillante vida de sociedad que llevaba Swann se deb¨ªa en parte, claro est¨¢, a que era de car¨¢cter reservado y discreto; pero tambi¨¦n a que, a la saz¨®n, la clase media ten¨ªa de la sociedad una idea que recordaba hasta cierto punto a la que tienen en la India y consideraba que se compon¨ªa de castas cerradas en que todos ocupaban desde que nac¨ªan el mismo rango que sus padres y de las que nada, a no ser los azares de una carrera excepcional o de un matrimonio inesperado, nos pod¨ªa sacar para situarnos dentro de la casta superior". (vol. I)
"Las tres cuartas partes de los esfuerzos ingeniosos y de las mentiras fruto de la vanidad, tan habituales desde que el mundo existe en personas a quienes, de ese modo, les hac¨ªan de menos, se los prodigaron ¨¦stas a los inferiores. Y Swann, que era sencillo y descuidado con una duquesa, tem¨ªa que lo despreciasen y era afectado en presencia de una doncella". (vol. I)
"[¡] hay momentos en los que necesitamos salir fuera de nosotros y aceptar la hospitalidad del alma de los dem¨¢s, a condici¨®n de que esta alma, por humilde y fea que nos parezca, sea un alma ajena". (vol. III) 'Tarde de domingo en la isla Grand jatte', de Seurat. ¡°Que creamos que una persona es part¨ªcipe de una vida desconocida en que nos introducir¨ªa su amor, eso es lo que requiere el amor para nacer, y lo que m¨¢s le importa y lo mueve a no tener muy en cuenta todo lo dem¨¢s¡±. (vol. I)
¡°El amor f¨ªsico, tan injustamente desacreditado, fuerza de tal modo a cualquier persona a mostrar hasta las m¨ªnimas parcelas de bondad que en ella residen y su capacidad de entrega, que su entorno m¨¢s inmediato la ve resplandecer¡±. (vol. I)
¡°Pero, a la edad, un tanto desenga?ada ya, a la que se estaba acercando Swann y en que sabemos contentarnos con estar enamorados por el gusto de estarlo, aspirando muy poco a la reciprocidad, esa aproximaci¨®n de los corazones, aunque no sea ya, como en la primera juventud, la meta hacia la
que tiende necesariamente el amor, no por ello deja de existir una asociaci¨®n de ideas tan fuertemente vinculadasal amor que puede convertirse en causa de amor si aparece de forma previa. Antes so?¨¢bamos con poseer el coraz¨®n de la mujer de la que est¨¢bamos enamorados; m¨¢s adelante, notar que poseemos el coraz¨®n de una mujer puede bastar
para que nos enamoremos de ella. Y as¨ª, a esa edad en que parecer¨ªa, porque buscamos sobre todo en el amor un placer subjetivo, que la parte del gusto por la belleza de una mujer deber¨ªa ser preponderante, puede nacer el amor ¡ªel amor m¨¢s f¨ªsico¡ª sin que exista en su base un deseo previo.
En esa ¨¦poca de la vida hemos padecido ya el amor varias veces; ya no evoluciona ¨¦l solo seg¨²n sus propias leyes desconocidas y fatales ante nuestro coraz¨®n asombrado y pasivo. Le echamos una mano, lo alteramos con la memoria y con la sugesti¨®n. Vuelven los recuerdos, al reconocer
uno de sus s¨ªntomas, y propiciamos que vuelvan a nacer los dem¨¢s. Como nos sabemos ya la canci¨®n, que llevamos grabada entera por dentro, no nesitamos que una mujer nos diga c¨®mo empieza ¡ªcomienzo repleto de la admiraci¨®n que inspira la belleza¡ª para saber c¨®mo sigue. Y si ella la
empieza por la mitad ¡ªen ese punto en que los corazones se aproximan, en que se habla de no vivir ya sino uno para otro¡ª estamos ya lo bastante acostumbrados a esa m¨²sica para alcanzar en el acto a nuestra pareja en el pasaje en que nos est¨¢ esperando¡±. (vol. I)
¡°No cabe duda de que pocas personas entienden el car¨¢cter puramente subjetivo de ese fen¨®meno que es el amor y que consiste en algo as¨ª como la creaci¨®n de un apersona a?adida, diferente de esa que lleva en sociedad el mismo nombre que nosotros y cuyos elementos proceden en su mayor¨ªa de nosotros mismos¡±. (vol. II)
¡°¡ si la vida no les trae cambios a nuestros amores, seremos nosotros quienes querremos traerlos o fingirlos, y hablar de separaci¨®n, pues hasta ese punto notamos que todos los amores y todas las cosas van evolucionando velozmente hacia el adi¨®s. Queremos llorar las l¨¢grimas que vendr¨¢n con ese adi¨®s mucho antes de que llegue¡±. (vol. V)
¡°¡ amar es un maleficio como esos que salen en los cuentos, contra los que nada se puede hasta que concluye el sortilegio¡±. (vol. VII) 'Almuerzo sobre la hierba', de Edouard Manet. ¡°¡ como supe que m¨¢s adelante, una angustia como esta lo estuvo atormentando muchos a?os y nadie como ¨¦l habr¨ªa podido comprenderme; supo de esa angustia que da saber que la persona amada est¨¢ en un lugar de diversi¨®n donde no estamos nosotros, adonde no podemos ir a reunirnos con ella por el amor, ese amor al que est¨¢ predestinada esa angustia, como quien dice, y que la acaparar¨¢ y la convertir¨¢ en especialsita suya¡±. (vol. I)
¡°Por lo dem¨¢s, los celos son una de esas enfermedades intermitentes de causa caprichosa, imperativa, siempre id¨¦ntica en el mismo enfermo y, a veces, diferente por completo en otro. (¡) No hay celoso cuyos celos no admitan ciertas derogaciones. Hay quien consiente en que lo enga?en con tal de que se lo cuenten; y otro, con tal de que se lo oculten; en lo cual no es aqu¨¦l menos absurdo que este, ya que si a este lo enga?an m¨¢s, puesto que le esconden la verdad, aqu¨¦l exige en dicha verdad el alimento, el crecimiento y la renovaci¨®n de los sufrimientos que padece¡±. (vol. V)
¡°Y resulta as¨ª que los celos son interminables, pues incluso aunque el ser amado hubiera muerto, por ejemplo, y no pudiera ya causarlos con su comportamiento, ocurre que hay recuerdos que, posteriormente a cualquier acontecimiento, se portan de forma tal en nuestra memoria como si fueran tambi¨¦n acontecimientos, unos recuerdos que no hab¨ªamos aclarado hasta ahora y a los que basta con que reflexionemos, sin ning¨²n hecho exterior, para darles un sentido nuevo y terrible (¡) Por lo tanto no debemos temer en el amor, como sucede en lal vida cotidiana, solo el porvenir, sino, adem¨¢s, el pasado, que muchas veces no cobra realidad para nosotros m¨¢s que despu¨¦s del porvenir, y nos estamos refiriendo solo al pasado del que nos enteramos a posteriori, sino de ese que llevamos mucho conservando por dentro y que, de pronto, aprendemos a leer¡±. (vol. V)
¡°Los celos son tambi¨¦n un demonio que es imposible exorcizar y regresan siempre para encarnarse en una nueva forma¡±. (vol. V)
¡°Es asombroso qu¨¦ poca imaginaci¨®n tienen los celos, que se pasan la vida haciendo, sin salir de la falsedad, suposiciones de poca monta, cuando de lo que se trata es de descubrir la verdad¡±. (vol. VI)
¡°¡puesto que para los celos no existen ni pasado ni futuro y que lo que imaginan siempre es presente¡±. (vol. VI) 'El triunfo de Venus', de Bronzino. "Intentamos hallar en las cosas, que un hecho as¨ª ha convertido es muy valiosas, el reflejo que proyect¨® en ellas nuestra alma; nos decepciona comprobar que, al natural, parecen carecer de ese encanto que le deb¨ªan, en nuestros pensamientos, a la vecindad con determinadas ideas; hay veces en que convertimos todas las fuerzas de dicha alma en habilidad y en esplendor para influir en personas a las que notamos, desde luego, m¨¢s all¨¢ de nosotros y a las que nunca alcanzaremos¡±. (vol. I)
¡°Nos hallamos todos en la obligaci¨®n, para que la realdiad nos resulte soportable, de cultivar unas cuantas locuras menores¡±. (vol. II)
¡°Siempre se nos olvida (que la hermosura y la felicidad) son individuales y, al sustituirlas en nuestras mentes por una categor¨ªa convencional que elaboramos, haciendo algo as¨ª como el promedio de las diversas caras que nos han agradado y de los placeres que hemos conocido, no tenemos sino im¨¢genes abstractas que son lacias y desabridas porque carecen precisamente de ese car¨¢cter de cosa nueva, diferente a lo que ya conoc¨ªamos, ese car¨¢cter que es lo propio de la hermosura y la felicidad¡±. (vol. II)
¡°¡hay siempre menos ego¨ªsmo en la pura imaginaci¨®n que en el recuerdo¡±. (vol. IV)
¡°¡mi destino era no perseguir sino fantasmas, seres cuya realidad ten¨ªa yo, en buena parte, en la imaginaci¨®n; hay personas, efectivamente, -y tal hab¨ªa sido mi caso desde la juventud- para quienes todo cuanto posee un valor fijo que otros pueden comprobar; el dinero, el ¨¦xito, las posiciones elevadas no cuenta; lo que necesitan los fantasmas. Por ello sacrifican todo lo dem¨¢s, arbitran todos los medios y lo ponen al servicio de poder encontrarse con tal o cual fantasma. Pero ¨¦ste no tarda en desvanecerse, entonces, persiguen a otro, sin que ello impida que vuelvan despu¨¦s al primero¡±. (vol. IV) 'Ni?os en el pasto', de Winslow Homer. "[¡] la genialidad, por no mencionar el talento magno, no procede tanto de elementos intelectuales y especialmente agudos, superiores a los del pr¨®jimo, cuanto de la capacidad de transformarlos, de transponerlos. (vol. II)
"Si el arte no era en realidad m¨¢s que una prolongaci¨®n de la vida, ?val¨ªa la pena sacrificar algo por ¨¦l? ?No era acaso tan irreal como la vida misma?" (vol. V)
"El ¨²nico viaje aut¨¦ntico, el ¨²nico ba?o de eterna juventud, no ser¨ªa encaminarnos hacia paisajes nuevos, sino tener otros ojos, ver el universo con los ojos de otro, de otros cien, ver los cien universos que ve cada uno de ellos, que son cada uno de ellos; y eso podemos conseguirlo con un Elstir, con un Vinteuil; con sus semejantes volamos de verdad de unas estrellas a otras". (vol. V)
"S¨®lo mediante el arte podemos salir de nosotros mismos, saber qu¨¦ ve otra persona de ese universo que no es igual que el nuestro y cuyos paisajes habr¨ªan sido para nosotros tan desconocidos como los que puedan existir en la luna. Gracias al arte, en vez de ver un ¨²nico mundo, el nuestro, lo vemos multiplicarse, contamos con tantos mundos a nuestra disposici¨®n como artistas originales hay, y son m¨¢s diferentes unos de otros que los mundos que ruedan por el infinito y que, muchos siglos despu¨¦s de que se haya apagado la lumbre de que brotaban, ora se llamase Rembrandt, ora Vermeer, nos env¨ªan su particular rayo de luz". (vol. VII)
"La felicidad le resulta salut¨ªfera al cuerpo, pero es la pena la que desarrolla las fuerzas de la mente. Por lo dem¨¢s, aunque no nos descubriese en todas las ocasiones una ley, no por ello dejar¨ªa de ser indispensable para encauzarnos hacia la verdad en todas las ocasiones y obligarnos a tomarnos las cosas en serio, arrancando en todas esas ocasiones las malas hierbas de los h¨¢bitos, del escepticismo, de la superficialidad y de la indiferencia. Cierto es que esa verdad, que no es compatible con la felicidad ni con la salud, no siempre lo es con la vida. La pena mata a la postre. Con cada pena demasiado grande notamos que se abulta otra vena m¨¢s, que va desarrollando su sinuosidad mortal por la sien o por de bajo de los ojos. Y as¨ª es, poco a poco, como aparecen los estragos en esos terribles rostros de Rembrandt viejo, de Beethoven viejo, de los que todos se re¨ªan". (vol. VII) 'Mujer con sombrilla', de Monet. Homosexualidad:
"Raza sobre la que pesa una maldici¨®n y debe vivir en la mentira y el perjurio porque sabe que se considera punible y vergonzoso, inconfesable, ese deseo suyo, eso que constituye para todas las criaturas la magna dulzura de vivir; que tiene que renegar de su Dios, ya que, por muy cristianos
que sean, cuando comparecen ante un tribunal como acusados, no les queda m¨¢s remedio, en presencia de Cristo y en nombre suyo, que defenderse, como si de una calumnia se tratase, de eso que constituye su vida misma; hijos sin madre, esa madre a quien tienen que pasarse la vida mintiendo, incluso llegada la hora de cerrarle los ojos; amigos sin amistades, pese a todas las personas a quienes inspira amistad ese encanto suyo que con frecuencia se les reconoce [¡]. Amantes, en fin, [¡] que tienen casi cerrada la posibilidad de ese amor cuya esperanza les da fuerzas para soportar tantos riesgos y soledades". (vol. IV)
Felicidad
"Lo que nos hace tan dichosos es la presencia en el coraz¨®n de algo inestable que nos apa?amos continuamente para que dure y de lo que no somos ya casi conscientes en tanto no se mueva del sitio". (vol. II)
M¨²sica
"La m¨²sica, muy diferente en esto del trato con Albertine, me ayudaba a ensimismarme y a descubrir cosas nuevas en m¨ª: esa variedad que hab¨ªa buscado en vano en la vida, en el viaje, cuya nostalgia me hac¨ªa sentir no obstante aquella marea sonora y sus olas ba?adas de sol que ven¨ªan a morir junto a m¨ª". (vol. V)
Metamorfosis
"Cuando hemos pasado ya de cierta edad, el alma de ese ni?o que fuimos y el alma de los muertos de los que procedemos acuden a tirarnos a pu?ados sus riquezas y sus maleficios y exigen tener arte y parte en los nuevos sentimientos que notamos y en los que, borrando su antigua efigie, volvemos a fundirlos en una creaci¨®n original. Es as¨ª como todo mi pasado, desde mis a?os m¨¢s remotos, y, a¨²n m¨¢s all¨¢, el pasado de mis padres, mezclaban con mi amor impuro por Albertine la dulzura de un afecto filial y maternal al tiempo. Hora llega en que tenemos que acoger a todos nuestros antepasados, que vienen de tan lejos y se re¨²nen a nuestro alrededor. (vol. V) 'Ba?istas', de Paul Cezanne.