M¨¦xico: peligros de una casa dividida
Las reformas modernizadoras impulsadas por el Gobierno son fruto de un acuerdo pol¨ªtico sin precedentes. Pero el rechazo que generan en una parte de la ciudadan¨ªa refleja la falta de consenso sobre el rumbo del pa¨ªs
En M¨¦xico muchas reformas han provocado revoluciones. Las que ha propuesto el presidente Enrique Pe?a Nieto desde su toma de posesi¨®n en diciembre de 2012 no desatar¨¢n, previsiblemente, una revoluci¨®n violenta, pero la reacci¨®n contra varias de ellas ha sido intensa y promete serlo mucho m¨¢s.
La historia ofrece lecciones para este momento: en el pasado, la pauta reforma-revoluci¨®n es clar¨ªsima. A fines del siglo XVIII, los monarcas espa?oles impusieron a sus dominios americanos una serie de profundas reformas econ¨®micas, fiscales y pol¨ªticas con el objetivo de fortalecer el poder de la Corona a costa de la Iglesia y otras corporaciones civiles que, a lo largo de dos siglos, hab¨ªan acumulado riquezas, fueros y privilegios. Llegado el momento, la respuesta de los s¨²bditos (religiosos agraviados, propietarios embargados, criollos resentidos) fue la Revoluci¨®n de la Independencia.
La Constituci¨®n de 1857 y las llamadas leyes de reforma acotaron definitivamente el poder material y espiritual de la a¨²n poderosa Iglesia, desatando una guerra civil. Siguiendo ese canon liberal, el dictador Porfirio D¨ªaz abri¨® el pa¨ªs a la inversi¨®n extranjera propiciando un crecimiento firme, pero esas mismas medidas agraviaron a un amplio sector popular (los campesinos cercados por la expansi¨®n de las modernas haciendas, los trabajadores explotados por las compa?¨ªas mineras americanas), despertando sentimientos nacionalistas y de justicia social que provocaron el vasto terremoto que fue la Revoluci¨®n Mexicana (1910-1920). M¨¦xico, claramente, se resist¨ªa a vivir bajo los valores econ¨®micos y sociales del liberalismo.
Al finalizar la Revoluci¨®n, la tensi¨®n entre fuerzas sociales y las leyes liberales produjo un h¨ªbrido: un poderoso Estado central que respet¨® formalmente las libertades individuales, pero organiz¨® las fuerzas sociales en un orden corporativo extra?amente similar al de la ¨¦poca colonial. Esta soluci¨®n fue el secreto de la larga dominaci¨®n del PRI (1929-2000). Un monarca absoluto (el presidente) con facultad de escoger cada seis a?os a su sucesor, reg¨ªa al pa¨ªs como un sol alrededor del cual giraban las corporaciones sindicales, gremiales, campesinas, burocr¨¢ticas (y hasta empresariales) dependientes en diversa medida de la protecci¨®n y el patronazgo del Estado.
A lo largo de la historia, muchas iniciativas reformadoras han provocado revoluciones
Hace exactamente 20 a?os, M¨¦xico vivi¨® un nuevo encore del binomio reforma-revoluci¨®n. A los pocos d¨ªas de firmarse el Tratado de Libre Comercio (acto econ¨®mico liberal por excelencia), el 1 de enero de 1994 estall¨® en Chiapas la rebeli¨®n ind¨ªgena encabezada por el subcomandante Marcos, que vio el TLC como la entrega del pa¨ªs a los dictados del capitalismo internacional.
Como casi todos los Leviatanes, el mexicano no sobrevivi¨® al cambio de siglo. No fue el liberalismo econ¨®mico el que lo destruy¨®, sino la democracia. En el a?o 2000 desapareci¨® el presidente monarca. Desde entonces hay un Poder Legislativo plural, una Suprema Corte independiente, elecciones libres supervisadas por un ¨®rgano aut¨®nomo, libertades civiles completas y un Instituto Nacional de Transparencia que combate la corrupci¨®n en el Gobierno Federal. Pero aquellas corporaciones p¨²blicas y privadas que giraban obedientemente alrededor del sol presidencial no desaparecieron con la democracia. Por el contrario, ante la s¨²bita debilidad del poder central, se fortalecieron peligrosamente, cada una buscando colocarse en el centro. Uno de los prop¨®sitos de las reformas propuestas por el actual Gobierno es limitar esos poderes.
De las reformas que se han aprobado y las que se discuten o discutir¨¢n en el Congreso, tres limitan los fueros y privilegios de nuestra ¨¦poca. La Reforma Educativa (aprobada) ha impuesto al multitudinario sindicato de maestros una evaluaci¨®n universal destinada a elevar la penosa calidad de la educaci¨®n en M¨¦xico. La Reforma en Telecomunicaciones (aprobada) abre el espectro a nuevos actores, poniendo l¨ªmites a las empresas que, en la pr¨¢ctica, han gozado de condiciones monop¨®licas en televisi¨®n, telefon¨ªa e Internet. Ligado estrechamente a esta reforma, se crear¨¢n instituciones y tribunales aut¨®nomos que vigilar¨¢n la competencia efectiva en todos los sectores. La Reforma Energ¨¦tica (a¨²n pendiente y, sin duda, la m¨¢s dif¨ªcil de aprobar) busca revertir la ca¨ªda de la producci¨®n disolviendo el car¨¢cter monop¨®lico de Pemex y permitiendo al Estado la celebraci¨®n de contratos con empresas privadas para la extracci¨®n de petr¨®leo y gas shale.
En paralelo a estas tres reformas de corte liberal, el Congreso ha aprobado una Reforma Hacendaria de prop¨®sitos ¡°redistributivos¡±, inspirada por las corrientes de izquierda que han protestado por el tratamiento fiscal dado a las grandes empresas y los grandes contribuyentes. La nueva legislaci¨®n ha reducido estos reg¨ªmenes especiales. Por otra parte, ha gravado los llamados ¡°alimentos chatarra¡± y los refrescos por ser un factor de obesidad. Los recursos que se obtengan de estos nuevos impuestos ¡ªse dice¡ª se canalizar¨¢n a programas sociales (seguro m¨¦dico universal, pensi¨®n para la vejez, seguro temporal de desempleo).
Las mayores protestas contra la Reforma Hacendaria han surgido del sector empresarial. ?Qui¨¦n garantiza que la recaudaci¨®n adicional sea redistributiva? ?C¨®mo impedir que el dinero se pierda en los laberintos improductivos de la creciente burocracia o en los ca?os de la corrupci¨®n? Desde 1983 la econom¨ªa ha crecido poco, pero la burocracia ha crecido mucho, incluso bajo Gobiernos distintos al PRI.
Las leyes aprobadas limitan los fueros y privilegios corporativos heredados de otra ¨¦poca
?Se repetir¨¢ nuevamente la pauta reforma-revoluci¨®n? No, en teor¨ªa. Con todas sus limitaciones y defectos, las reformas son fruto de una ardua negociaci¨®n entre las tres principales fuerzas pol¨ªticas representadas en el Congreso (PRI, PAN, PRD). Este acuerdo ¡ªllamado Pacto por M¨¦xico¡ª no ten¨ªa precedentes porque se desarroll¨® en un marco democr¨¢tico, pero parece haber llegado a su fin con la reciente salida del PRD. No queda claro ya si los restantes partidos aprobar¨¢n una necesaria reforma pol¨ªtica que, entre otras medidas, permitir¨ªa la reelecci¨®n de cargos p¨²blicos (excluida la presidencia), y que dar¨ªa mayores instrumentos de control al ciudadano.
Aunque frente a la Reforma Energ¨¦tica pueden converger, hay que distinguir entre la oposici¨®n de izquierda en el Congreso y la oposici¨®n de izquierda en las calles y las redes sociales, encabezada esta por el Movimiento de Regeneraci¨®n Nacional (Morena), cuyo l¨ªder es Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador. Morena rechaza de manera tajante la Reforma Educativa y sobre todo la Energ¨¦tica. No solo eso: rechaza la legitimidad misma de los representantes que han discutido y aprobado las reformas. Heredera de la ideolog¨ªa original de Revoluci¨®n Mexicana, esta corriente radical mantiene arraigadas convicciones estatistas, corporativistas y nacionalistas. Rechaza la libertad de mercado y piensa ¡ªcon toda raz¨®n¡ª que los programas sociales instrumentados estos ¨²ltimos 20 a?os para combatir la pobreza son insuficientes. Para ella, M¨¦xico no es una democracia: es una oligarqu¨ªa empresarial corrupta, voraz y antinacional disfrazada de democracia. Esta oposici¨®n no es reformista sino revolucionaria ¡ªaunque no violenta¡ª y ejercer¨¢ en los pr¨®ximos d¨ªas, seg¨²n ha manifestado, la desobediencia civil.
No son un pu?ado de personas las que piensan as¨ª. Son millones de votantes y quiz¨¢ cientos de miles de manifestantes en las calles y las redes sociales. Las reformas podr¨¢n aprobarse en el Congreso, pero el hecho preocupante es que M¨¦xico es un pa¨ªs que carece del consenso b¨¢sico sobre su rumbo hist¨®rico. Y peor a¨²n, seg¨²n una encuesta del Latinobar¨®metro realizada en 2013, el mexicano com¨²n est¨¢ dejando de creer en la democracia como sistema para debatir y decidir ese rumbo hist¨®rico: en 1995, un 49% cre¨ªa que la democracia era el mejor sistema de gobierno. Hoy el porcentaje ha ca¨ªdo a un 37%.
Una casa dividida ?podr¨¢ sobrevivir? Desde luego que s¨ª, pero a condici¨®n de convocar a todas las diversas voces a un di¨¢logo verdadero que ponga a M¨¦xico en la ruta de una prosperidad y una democracia compartidas y genuinas.
Enrique Krauze es escritor, director de la revista Letras Libres.
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