Educar en valores
Hace unos d¨ªas vi como un hombre agarraba del brazo a su hijo de unos siete a?os mientras le gritaba advirti¨¦ndole que estaba a punto de ganarse una paliza. Sin duda algo aterrador. Seguro que el chaval hab¨ªa hecho alguna trastada. Seguro que el padre s¨®lo se dejaba llevar por la ira del momento y ¡ªquiz¨¢s¡ª no pensaba ponerle la mano encima. Pero aquella situaci¨®n fue real.
El problema es que no se trata de un caso aislado, sino que en muchas familias se repite un modelo en el que los padres ladran pero no educan. Luego se extra?an de que no se comporten en la cena, de que peguen a otro ni?o o de que lloren hasta conseguir ese juguete. Se espera que las escuelas ense?en a los ni?os c¨®mo ser aquello que llamamos ¡°buenas personas¡±, cuando realmente el modelo de referencia que primero tendr¨¢n es el de su madre o padre. No nos enga?emos, los profesores est¨¢n limitados delante de una clase de m¨¢s de 20 alumnos por mucho que traten de educarlos m¨¢s all¨¢ de los conocimientos de matem¨¢ticas. Existen demasiados padres despreocupados que parecen olvidar que sus hijos son tambi¨¦n su futuro. La educaci¨®n en valores tendr¨ªa que ser la ¡°asignatura obligatoria¡± para todos, aunque quiz¨¢s los alumnos, en este caso, deber¨ªan ser los padres.¡ª Julen Gerrikabeitia Segura.