Un nuevo sue?o americano
La cooperaci¨®n entre Brasil y M¨¦xico transformar¨ªa el protagonismo global de Am¨¦rica Latina
En las calles de Sao Paulo puedes llamar a un taxi con solo levantar la mano. El tipo respetar¨¢ los sem¨¢foros y los pasos de cebra, tendr¨¢ GPS, varios celulares y algunos hasta una peque?a pantalla de DVD. Conducir¨¢ en silencio y al final del trayecto entregar¨¢ un recibo por el importe que rellenar¨¢ con exasperante minuciosidad. Cuando en Ciudad de M¨¦xico se agarra un taxi, si no se busca antes que nada un sitio (parada), es aconsejable fijarse en algunos detalles para minimizar riesgos: ?Lleva c¨¦dula con su foto pegada en la ventanilla? ?Y publicidad? ?Ser¨¢ posible que ese carro cochambroso llegue a mi destino?
Despu¨¦s el ch¨®fer, mientras serpentea por unas calles abarrotadas, tratando de esquivar los baches, maldecir¨¢ a los pol¨ªticos rateros y las marchas de protesta, revelar¨¢ a qu¨¦ equipo de f¨²tbol le va o meter¨¢ al pasajero en una conversaci¨®n surrealista que puede acabar as¨ª: ¡°A m¨ª me gusta mucho leer. Ahora estoy leyendo esto¡±, dice, mientras muestra un viej¨ªsimo ejemplar de la editorial Porr¨²a de nada menos que La Historia de los heterodoxos espa?oles, de Men¨¦ndez Pelayo, con una se?al por la mitad del libro. Y de repente, se vuelve y pregunta: ¡°?Sabe usted qu¨¦ quiere decir la palabra heterodoxos?¡±
Al llegar a un restaurante en M¨¦xico DF, un enjambre de meseros sol¨ªcitos acomodar¨¢n mesas y sillas, impondr¨¢n con ceremonia la servilleta al cliente y dar¨¢n satisfacci¨®n a sus caprichos, ya se trate de la hora o del permiso para fumar, diga lo que diga la ley que como se sabe es algo negociable. El proceso transcurrir¨¢ entre jaculatorias como ¡°a la orden, se?or¡±, ¡°con gusto, se?or¡±, ¡°c¨®mo no, se?or¡± o maravillas como ¡°¨¢ndele, no sea malito, se?or¡±.
En la capital econ¨®mica de Brasil, el gar?on atender¨¢ la orden impasible, la apuntar¨¢ dejando claro que no est¨¢ para equ¨ªvocos o contradicciones y si es tarde advertir¨¢ de la hora de cierre de la cocina. Un cierre inflexible que no permitir¨¢ siquiera una segunda copa de vino. Y de fumar, mejor no hablar. Entre los coches aparcados, aunque se cene en la terraza.
M¨¦xico y Brasil se desconocen, compiten como adversarios por la presidencia de la OMC, por un sill¨®n en la ONU, en la industria del autom¨®vil y acuden por separado al G20
Son an¨¦cdotas de dos capitales muy diferentes, situadas casi a unos 8.000 kil¨®metros de distancia, y que se desconocen entre s¨ª como se ignoran Brasil y M¨¦xico. Pero en las dos ciudades m¨¢s pobladas de Am¨¦rica los atascos son los mismos, las marchas de protesta ocupan con parecida monoton¨ªa la Avenida Paulista y la de Reforma y ambas sufren por igual la inseguridad ciudadana -la tasa de homicidios en Brasil es del 24,3 y la de M¨¦xico del 23,7-.
Brasil y M¨¦xico, las dos econom¨ªas m¨¢s grandes de Am¨¦rica Latina, tienen una historia muy distinta -?para cu¨¢ndo un estudio comparando la l¨®gica colonial portuguesa y espa?ola en los dos pa¨ªses?-, y geograf¨ªa, sociedades e intereses diferentes. Pero tambi¨¦n elementos comunes como la demofobia de su ¨¦lites -?realmente no se parecen mauricinhos y mirreyes?-, una tradici¨®n semejante de caciquismo, casi din¨¢stico, en los Estados ¨Ccoroneles y gobernadores-, parecida relaci¨®n de amor y odio con Estados Unidos y los desaf¨ªos de una democracia joven.
Por seguir con esta especulaci¨®n en voz alta: ?C¨®mo ser¨ªa el Brasil de hoy si el Estado corporativo de Getulio Vargas hubiera dado lugar a un partido nacional? M¨¦xico y Brasil se desconocen, compiten como adversarios por la presidencia de la OMC, por un sill¨®n en la ONU, en la industria del autom¨®vil y acuden por separado a cada reuni¨®n del G20. Pero si un d¨ªa la cooperaci¨®n y la alianza sustituyeran a la rivalidad y la ignorancia, su peso geopol¨ªtico y con ellos el de toda Am¨¦rica Latina alterar¨ªa por completo el escenario global. No hace tanto tambi¨¦n la amistad entre Francia y Alemania fue considerada una especulaci¨®n.
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