Hombre lobo
Otro cuento de terror. Andan sueltos en la noche varios depredadores sexuales y asesinos en serie, que reci¨¦n liberados de la c¨¢rcel, despu¨¦s de cumplir su condena seg¨²n la ley, vuelven a merodear por los mismos parajes de entonces
Otro cuento de terror. Andan sueltos en la noche varios depredadores sexuales y asesinos en serie, que reci¨¦n liberados de la c¨¢rcel, despu¨¦s de cumplir su condena seg¨²n la ley, vuelven a merodear por los mismos parajes de entonces. Caperucita, no salgas de casa. Algunos alcaldes preparan batidas para cazar a esos hombres lobos. Esta alarma fomentada por el periodismo amarillo emerge del mismo terror arraigado en la oscuridad del franquismo y recuerda a los cuentos de miedo, que en las noches de invierno nos contaban a los ni?os en la posguerra junto a la chimenea. Hubo una vez un cazador que, atacado por un lobo, durante la pelea le cort¨® una garra al animal y la guard¨® en el zurr¨®n. El caballero, due?o del castillo, le pidi¨® al cazador que le mostrara lo que hab¨ªa cazado y al abrir el zurr¨®n vio con espanto que la garra del lobo se hab¨ªa transformado en la mano de un hombre y en uno de sus dedos brillaba un anillo que el caballero reconoci¨® como perteneciente a su mujer. Cuando el caballero regres¨® al castillo encontr¨® a su mujer en la cocina cur¨¢ndose el mu?¨®n de su mano cercenada. Era una bruja y fue ella, seg¨²n confes¨®, la que en forma de lobo hab¨ªa atacado al cazador. Ardi¨® en hoguera. En las noches ateridas de posguerra, durante el franquismo m¨¢s duro, los hombres lobos pod¨ªan ser los maquis que bajaban del monte y merodeaban cerca de los pueblos en busca de comida; pod¨ªan ser tambi¨¦n unas misteriosas alima?as, que adoptaban formas de mendigos. Guardias civiles y gentes de orden realizaban batidas y a veces suced¨ªa que el hombre lobo que hab¨ªan cazado resultaba ser un vecino que se hab¨ªa demorado en volver a casa. Cuatro d¨¦cadas de represi¨®n franquista fueron m¨¢s que suficientes para que este terror hiciera nido en la nuca de los ciudadanos y creara un l¨¦gamo en el inconsciente colectivo que ha sido trasmitido a las sucesivas generaciones. No es f¨¢cil librarse de esa herencia. Hoy tambi¨¦n hay charlatanes de la opini¨®n p¨²blica dispuestos a organizar batidas contra cualquier clase de hombre lobo. Piden ayuda a la Guardia Civil, expanden la alarma social y propagan el terror medieval contra cualquier caperucita. En las noches del invierno franquista las llamas de la chimenea figuraban brujas desnudas que ard¨ªan en el fuego del infierno.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.