Nada que ver con Mandela
Una nutrida representaci¨®n de dictadores empa?a los funerales del l¨ªder sudafricano
El funeral por Nelson Mandela se convirti¨® en una de las mayores congregaciones de l¨ªderes mundiales que se recuerda. Desafiando el fr¨ªo, un centenar de mandatarios se acomodaron en el estadio de f¨²tbol de Soweto para rendir homenaje a una persona ¨ªntegra. Un hombre que tuvo entereza para batirse por la libertad, lucidez para hacerse preguntas y rectificar, valent¨ªa para ir a contracorriente en sus propias filas, sensibilidad para ponerse en los zapatos del rival, grandeza para perdonar, inteligencia para tender puentes y decencia para retirarse a tiempo.
Por todo ello es interesante preguntarse qu¨¦ hac¨ªan ensalzando a Mandela algunos dirigentes que transgreden todos los ideales que representa el l¨ªder sudafricano. Como las tres Gorgonas, Ra¨²l Castro, Teodoro Obiang y Robert Mugabe petrificaban el ambiente y alteraban la magia del momento.
Ya se encarg¨® Obama de recordarlo: ¡°Hay gobernantes que alaban a Mandela pero no toleran la disidencia¡±. Son gobernantes que persiguen ideas, credos o preferencias sexuales. Pero el protocolo los col¨® all¨ª, y les brind¨® una gran oportunidad para intentar limpiar su nombre, no con la lluvia que cay¨®, sino arrim¨¢ndolo al de Mandela. Tiranos y aprendices llenaban la tribuna. Basta repasar la lista vergonzante de las organizaciones de derechos humanos para asombrarse: en Soweto estaban todos.
?Todos? ?No! Unos cuantos irreductibles se quedaron en casa. Por ejemplo, el presidente de Sud¨¢n, Omar al Bashir, m¨¢s que nada porque est¨¢ perseguido por la Corte Penal Internacional.
Los dictadores del C¨¢ucaso ignoraron, por suerte, el evento. Faltaron tambi¨¦n los presidentes de tres pa¨ªses con credenciales poco mod¨¦licas: Rusia, China e Ir¨¢n. Cada uno por motivos estrat¨¦gicos.
El que no pudo ocultar las razones de su ausencia fue el primer ministro checo, Jiri Rusnok. A ver con qu¨¦ cara saludaba a los deudos despu¨¦s de haber comentado, ante un micr¨®fono que cre¨ªa cerrado, lo poco que le apetec¨ªa ir ¡°al quinto pino¡± a los funerales de Mandela, con lo cargada que ten¨ªa adem¨¢s la agenda ¡ª¡°me entran escalofr¨ªos al pensar en ir¡±, precis¨®¡ª. Se disculp¨®, claro. ?l, por lo menos, tuvo que ser sincero.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.