?Afecta la desigualdad al crecimiento econ¨®mico?
Hay que hacer una hoja de ruta nacional y global para combatir las disparidades
Sin duda, y de forma negativa. Cada vez se acumulan m¨¢s evidencias emp¨ªricas acerca de esta correlaci¨®n y surgen numerosas voces que expresan su preocupaci¨®n por ello.
Es un hecho que los niveles de desigualdad han aumentado en el mundo desarrollado en las ultimas d¨¦cadas, con perniciosos efectos sobre la movilidad social, generando crecimientos econ¨®micos m¨¢s fr¨¢giles y haciendo m¨¢s frecuentes las recesiones en aquellos pa¨ªses donde esos niveles son m¨¢s altos, como acaba de recordar el presidente Obama en un formidable discurso pronunciado el pasado 4 de diciembre.
Y la situaci¨®n sigue empeorando. El 10% de ciudadanos con mayor riqueza acaparaban el 30% del ingreso nacional en EE?UU en las d¨¦cadas de los sesenta y setenta; hoy, se hacen con el 50%. El responsable de la OCDE ?ngel Gurr¨ªa recuerda que el 10% de la poblaci¨®n m¨¢s rica de los pa¨ªses miembros de la misma tienen unos ingresos nueve veces superiores a los del 10% m¨¢s desfavorecido, en una tendencia que crece sin parar. El aumento del ingreso nacional generado en los ¨²ltimos 30 a?os en EE?UU ha ido a parar al 1% m¨¢s adinerado. La inmensa mayor¨ªa de los pa¨ªses desarrollados han visto aumentar sus niveles de desigualdad y entre 2008 y 2012 Espa?a se sit¨²a a la cabeza de Europa en el incremento de las desigualdades de acuerdo con el coeficiente de GINI, aceptado habitualmente para medir el ¨ªndice de igualdad y desigualdad de una sociedad.
Buscar la equidad es una cuesti¨®n ¨¦tica, pero tambi¨¦n econ¨®mica
Desde hace mucho tiempo es conocido, y aceptado, que altos niveles de desigualdad suponen elevados costes sociales, que entorpecen la movilidad social, crean conflictos sociales, aumentan la tasa de criminalidad y reducen las perspectivas de un mejor mercado laboral al impedir que la econom¨ªa pueda aprovechar todo el potencial de los grupos m¨¢s vulnerables. Grupos, por cierto, que no son minoritarios, ni afectan a quienes est¨¢n cerca o en la exclusi¨®n social, sino que est¨¢ afectando de lleno a la clase media trabajadora como tambi¨¦n resaltaba Obama.
No debe pues extra?ar la preocupaci¨®n, incluso alarma, de los organismos internacionales por lo que est¨¢ ocurriendo. Tambi¨¦n el FMI, poco proclive en el pasado al impulso de pol¨ªticas que mejoren la igualdad de oportunidades, est¨¢ dando la voz de alerta.
Pero, ?tiene efectos negativos el aumento de las desigualdades en el crecimiento econ¨®mico? Las evidencias se acumulan en este sentido y hoy gana adeptos la posici¨®n de considerar que los objetivos del crecimiento econ¨®mico y la reducci¨®n de desigualdades van de la mano y que los Gobiernos pueden y deben intervenir para conseguirlo.
Los neoconservadores han intentado convencernos en las pasadas d¨¦cadas de que una rebaja fiscal a las clases altas estimula el rendimiento econ¨®mico y que la desigualdad es una condici¨®n necesaria para el mismo. Estas doctrinas, muy poderosas y con un enorme impacto en el mundo avanzado, se ven desmentidas por los hechos. Justamente EE?UU ha sido el mejor laboratorio para comprobarlo. Y resulta que la rebaja de impuestos a los m¨¢s ricos de principios de los a?os ochenta (Reagan) y de 2000 (Bush) gener¨® un crecimiento econ¨®mico inferior al periodo 1993-2000 (Clinton), con un aumento de la presi¨®n fiscal sobre los m¨¢s favorecidos y pol¨ªticas de redistribuci¨®n de los recursos obtenidos.
M¨²ltiples investigaciones (Hovell, Bernstein, Kluger) muestran que a m¨¢s desigualdad menos inversi¨®n en educaci¨®n, con un efecto muy negativo en el crecimiento econ¨®mico a largo plazo; la desigualdad da?a el crecimiento econ¨®mico, pues quienes concentran la riqueza son capaces de influir en pol¨ªticas p¨²blicas que protegen sus intereses en lugar de animar inversiones productivas en capital f¨ªsico, tecnol¨®gico, investigaci¨®n y educaci¨®n. El desigual reparto de los recursos da?a el consumo, que representa hasta el 70% de la econom¨ªa en el mundo moderno y esto deprime la demanda interna. Por ¨²ltimo, parece cada vez m¨¢s evidente que la desigualdad favorece las burbujas crediticias y las crisis financieras.
Las crecientes desigualdades afectan tambi¨¦n a la calidad de la democracia. El mencionado Hovell ha encontrado una estrecha correlaci¨®n entre el tama?o de los Gobiernos (lo p¨²blico) y las desigualdades. A menor tama?o, m¨¢s desigualdad.
Si la desigualdad y la pobreza tienen tantos costes sociales y econ¨®micos, deber¨ªa haber una hoja de ruta nacional e internacional m¨¢s intensa para combatirla. En Espa?a los niveles de pobreza bajan (en un 70%) despu¨¦s de garantizar las transferencias sociales. Las pol¨ªticas que combaten la desigualdad llevan a un m¨¢s eficiente mercado laboral, que permite combinar mejor las capacidades de los trabajadores y las necesidades de la econom¨ªa. Seg¨²n Kluger, los aumentos en progresividad fiscal generalmente se traducen en un aumento de la movilidad ocupacional.
Para mejorar el crecimiento econ¨®mico se pueden, y se deben, reducir las desigualdades. Con un modelo fiscal m¨¢s equitativo, inversiones estrat¨¦gicas en educaci¨®n, investigaci¨®n, infraestructuras y una mejor regulaci¨®n de los mercados financieros. Con programas que mejoren las pol¨ªticas activas de empleo y mejores salarios. Una subida del salario m¨ªnimo tambi¨¦n mejora las perspectivas econ¨®micas de un pa¨ªs, como demostramos entre 2004 y 2008, con los mayores incrementos y la tasa de creaci¨®n de empleo m¨¢s alta de la democracia.
Y todo ello, por supuesto, por razones ¨¦ticas. Pero tambi¨¦n por razones econ¨®micas, porque un mejor reparto de las oportunidades genera m¨¢s eficiencia y estimula el crecimiento.
Jes¨²s Caldera es vicepresidente de la Comisi¨®n de Econom¨ªa del Congreso de los Diputados y exministro de Trabajo y Asuntos Sociales (2004-2008).
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