Desde que esta iglesia metodista de Johannesburgo ha abierto sus puertas a los refugiados en 2001 ha acogido a m¨¢s de 30.000 personas
Una mujer descansa con sus tres hijos en una cama improvisada en una habitaci¨®n del interior de la Iglesia metodista de Johannesburgo.JORDI MATASMathias Gwaimani, de 22 a?os, zimbabuense. ¡°Soy hu¨¦rfano y la familia que me acogi¨® me abandon¨®, me dijo que me fuera¡±, explica vestido de blanco impoluto y una gorra de lado delante del colch¨®n que ocupa cada noche. Ahora, con 22 a?os trabaja regularmente y acude a la Universidad de Johannesburgo, donde espera diplomarse de Gesti¨®n de Recursos Humanos en 2016.JORDI MATASRuth Psileb pasa la mayor parte del d¨ªa en el interior de la iglesia. Le han asignado la planta superior y por suerte hay luz y unas condiciones que le permiten cuidar de su nieto Abkle, de ocho a?os. A veces ayuda a las refugiadas que trabajan cuidando a sus hijos, casi como si fueran esa hija que perdi¨® hace unos a?os. Tiene 55 a?os aunque aparenta una d¨¦cada m¨¢s.JORDI MATASEl pasillo de la Iglesia metodista de Johannesburgo convertido en un dormitorio para acoger a los refugiados.JORDI MATASPaul Verryn, de 61 a?os. Es la cara y el alma de esta Iglesia ocupada desde hace 12 a?os y su leyenda se agranda m¨¢s cuando la direcci¨®n eclesi¨¢stica metodista le releg¨® de obispo a simple reverendo castig¨¢ndolo por refugiar a los necesitados. A sus 61 a?os no parece afectado ni impresionado. En democracia se enfrent¨® a Winnie Mandela, que en su juicio por el secuestro de un adolescente de Soweto acus¨® en falso a Verryn de abusos sexuales a cr¨ªos.JORDI MATASPeter Moyo, zimbabuense de 46 a?os. Es uno de los que lleva m¨¢s tiempo en el albergue, ocho a?os. Su mujer y tres hijos siguen en Zimbabue. No tiene trabajo y se muestra ¡°agradecido con el obispo¡± porque le da un ¡°techo¡± pero al mismo tiempo no esconde su ¡°decepci¨®n¡± por no haber conseguido algo m¨¢s que esta iglesia. ¡°Nunca me imagin¨¦ estar tantos a?os viviendo aqu¨ª¡±, admite.JORDI MATASGetrude Mandya, de 61 a?os. Vive en la Iglesia desde 2006 y desde hace un a?o prepara la comida para los que no se pueden mover y no pueden salir a buscarse la vida.JORDI MATASLos refugiados condividen los cuartos en los que cada uno, poco a poco, va conquistando su rinc¨®n.JORDI MATASLos huespedes de la iglesia se organizan para comprar, compartir y cocinar la comida en las instalaciones del templo.JORDI MATAS
