Descifrando al int¨¦rprete
La alucinada traducci¨®n al lenguaje de signos de Thamsanqa Tantjie durante los funerales de Mandela situ¨® a Sud¨¢frica en el rid¨ªculo internacional ?l asegura que sufri¨® un brote de esquizofrenia, otros buscan la explicaci¨®n al desaguisado en su turbio pasado ?Es un farsante, un enfermo o ambas cosas?
Dos se?ales de tel¨¦fono y, al otro lado de la l¨ªnea, una voz masculina afirma ser Thamsanqa Jantjie, hoy por hoy uno de los hombres m¨¢s buscados en Sud¨¢frica. Agradece la llamada de EL PA?S pero se disculpa por no aceptar ninguna pregunta. Declina aportar su versi¨®n sobre qu¨¦ le sucedi¨® el pasado 10 diciembre en el estadio Soccer City de Soweto, cuando dej¨® a la comunidad sorda sin entender qu¨¦ dec¨ªan los mandatarios internacionales invitados a intervenir en el funeral de Nelson Mandela. ¡°Lo siento, estoy demasiado d¨¦bil para hablar¡±, responde. ¡°Estoy ingresado en un hospital. Adi¨®s¡±. Acto seguido, cuelga el tel¨¦fono. Al d¨ªa siguiente, en el mismo n¨²mero atiende su esposa que, en principio, parece dispuesta a aceptar una entrevista e incluso considera ser acompa?ada al centro psiqui¨¢trico donde 48 horas antes dej¨® internado a su marido a las afueras de Johannesburgo. Sin embargo, la conversaci¨®n termina con ella hablando en una lengua africana. Fin del di¨¢logo.
Jantjie tiene 34 a?os y hasta ese martes de funeral era un aut¨¦ntico desconocido. Un int¨¦rprete de lengua de signos an¨®nimo. Ahora los periodistas de medio mundo intentan indagar en su vida e incluso han aireado sus antecedentes penales. La historia, su historia, se complica cada d¨ªa con la publicaci¨®n de nuevas pistas que no dejan claro si se trata de un farsante y delincuente o, como se justific¨® ¨¦l, de un enfermo en tratamiento desde hace a?os. O de todo a la vez.
Estaf¨® a gente aqu¨ª y ahora, ha estafado a los l¨ªderes mundiales" dijo un vecino de su ciudad natal.
La pol¨¦mica ha sacudido Sud¨¢frica mientras el pa¨ªs lloraba la muerte del h¨¦roe Mandela que capt¨® la atenci¨®n del mundo entero. Por unas horas, la pena por la desaparici¨®n del primer presidente negro y democr¨¢tico del pa¨ªs se torn¨® en verg¨¹enza nacional porque el error de confiar en una persona no adecuada situ¨® al pa¨ªs en el rid¨ªculo internacional, cuestionando su eficacia organizativa en un momento clave.
La organizaci¨®n del funeral contrat¨® a Jantjie para traducir al lenguaje de los sordos los parlamentos de Barack Obama o Ra¨²l Castro, entre otros mandatarios invitados a elogiar la figura de Mandela. El hombre comparti¨® escenario con las personalidades m¨¢s destacadas y se le vio en todas las televisiones del mundo mover sus manos, en lo que para los no entendidos se supon¨ªa que era lenguaje de signos. Lo cierto es que sus movimientos eran un aut¨¦ntico galimat¨ªas, incomprensible para los sordos sudafricanos. No s¨®lo es que de sus manos no sal¨ªa ning¨²n sentido, sino que tampoco de su rostro emanaba expresi¨®n ni gestos, indispensables en este idioma. Por el trabajo de cuatro horas cobr¨® 850 rands, 60 euros al cambio, seg¨²n reconoci¨® el propio int¨¦rprete.
Al d¨ªa siguiente, el propio traductor se justific¨® en dos entrevistas a medios sudafricanos asegurando que es esquizofr¨¦nico y desde hace a?os sigue tratamiento m¨¦dico y controles peri¨®dicos. Algo fall¨®. En el funeral, asegur¨® que hab¨ªa sufrido un brote esquizofr¨¦nico, fruto de la presi¨®n, la felicidad o el cansancio acumulado. El caso es que, seg¨²n su versi¨®n, aunque inici¨® su traducci¨®n correctamente, empez¨® a o¨ªr voces en su cabeza y a tener alucinaciones con visiones de ¨¢ngeles incluidas. No pudo parar ni controlarse, y sigui¨® adelante como si nada. A partir de ah¨ª, el desprop¨®sito.
En declaraciones al diario The Star, Jantjie se pregunt¨® por qu¨¦ nadie de la organizaci¨®n lo apart¨® del escenario y, tras pedir perd¨®n por lo sucedido, defendi¨® en todo momento su actuaci¨®n. ¡°No soy ning¨²n fracasado¡±, afirm¨®, dejando claro que su curr¨ªculo profesional es largo y habla de su buen hacer, hasta el punto de que se califica como ¡°un campe¨®n de lenguaje de signos¡±.
La del funeral no era la primera ocasi¨®n en que Jantjie trabajaba para un acto oficial. De hecho, es un viejo conocido del Congreso Nacional Africano (ANC, por sus siglas en ingl¨¦s), el partido en el Gobierno desde hace 20 a?os al que pertenec¨ªa el propio Mandela. En junio de 2011, tradujo los discursos de las autoridades en el funeral de Albertina Sisulu, una hist¨®rica activista de la lucha anti apartheid e ¨ªntima de Mandela.
Y en enero de 2012 fue el encargado de traducir al presidente, Jacob Zuma, cuando cant¨® el beligerante himno Shoot the boer (Mata al hombre blanco) durante el centenario de la formaci¨®n en la localidad de Bloemfontein. Ah¨ª su actuaci¨®n pas¨® mucho m¨¢s inadvertida, pero su rostro tampoco fue un prodigio de expresividad. Incluso la Federaci¨®n recomend¨® al ANC que escogiera con m¨¢s acierto a pr¨®ximos int¨¦rpretes, que se asegurara de que al menos que conocieran el abc del lenguaje de signos.
Sin embargo, tras el reciente temporal medi¨¢tico, el todopoderoso ANC se ha desmarcado de la pol¨¦mica, ya que en realidad fue el Gobierno sudafricano el que contrat¨® a Jantjie. Aunque al d¨ªa siguiente del funeral el Ejecutivo anunci¨® una investigaci¨®n para aclarar d¨®nde estuvo el error, insinu¨® que tampoco asume culpa alguna ya que deleg¨® la contrataci¨®n del int¨¦rprete a una empresa externa, de la que se no aportaron el nombre. De momento, no hay nadie que haya asumido responsabilidades y, entre las explicaciones, no ha habido ninguna concluyente. ¡°Yo no creo que lo acabaran de recoger en la calle . ?l fue a una escuela para sordos¡±, se justific¨® en una rueda de prensa la viceministra de Mujer, Ni?os y Discapacitados, Hendrietta Bogopane-Zulu, que no detall¨® el curr¨ªculo acad¨¦mico. A pocos meses de las elecciones generales, previstas entre abril y mayo de 2014, la oposici¨®n pol¨ªtica ha visto en el int¨¦rprete munici¨®n para poner en aprietos al ANC, que a su vez sufre su propio via crucis por los casos de corrupci¨®n que salpican al presidente Zuma.
?No hab¨ªa m¨¢s polic¨ªas?
El caso del falso int¨¦rprete, como ya se conoce a Thamsanqa Jantjie, es el colof¨®n del aperitivo que Sud¨¢frica vivi¨® durante la vistilla por la fianza del atleta paral¨ªmpico Oscar Pistorius, otro personaje insigne del imaginario popular del pa¨ªs hasta que cay¨® en desgracia por matar la madrugada del 14 de febrero a su novia, Reeva Steenkamp.
En esa vistilla, el juez escuch¨® las acusaciones del jefe de las investigaciones y el primer polic¨ªa en llegar a la escena del crimen. Hilton Botha defendi¨® que el velocista mat¨® a la chica conscientemente. Pero 24 horas despu¨¦s era destituido del caso al trascender que ¨¦l mismo ten¨ªa un juicio pendiente por el intento de asesinato de siete personas. Se le acusa de haber disparado ebrio contra una furgoneta en un control policial para dar el alto. ?No hab¨ªa m¨¢s polic¨ªas que Botha al que encargar el caso m¨¢s importante del a?o?, se pregunt¨® entonces una ciudadan¨ªa at¨®nita. La duda planea ahora con Thamsanqa Jantjie, de cuya designaci¨®n para traducir al lenguaje de signos los discursos de los mandatarios internacionales en el homenaje a Nelson Mandela el pasado 10 de diciembre nadie parece ahora querer hacerse responsable.
Lo que s¨ª que ha trascendido en estos d¨ªas es el largo historial delictivo de Jantjie. El m¨¢s grave delito en el que se le involucra es en la participaci¨®n del asesinato de dos hombres que supuestamente una multitud habr¨ªa pillado cargando con un televisor robado. El int¨¦rprete formaba parte de esa turba que enloqueci¨®, at¨® neum¨¢ticos al cuello de los ladrones y les prendi¨® fuego, caus¨¢ndoles la muerte. Los hechos ocurrieron en 2003 pero Jantjie no lleg¨® a ser declarado culpable junto a los otros implicados tres a?os m¨¢s tarde, porque el magistrado entendi¨® la esquizofrenia que padece como una eximente completa. De lo que no se pudo librar es del ingreso en una instituci¨®n mental durante un a?o y medio para el tratamiento de su enfermedad mental.
Ese doble asesinato tampoco era el primero de sus delitos, seg¨²n la versi¨®n de un primo suyo y tres de sus amigos. Dos d¨¦cadas atr¨¢s, con Mandela estrenando presidencia, en 1994, el adolescente Jantjie fue acusado de violaci¨®n; un a?o despu¨¦s, de robo, y en 1997, de asaltar una casa. Su rastro delictivo reaparece en 2003, el mismo a?o del doble asesinato, en el que las mismas fuentes lo sit¨²an acusado de un intento de homicidio. S¨®lo hay constancia de la condena por el hurto.
Jantjie vive con su mujer Siziwe y cuatro hijos en Dobsonville, a las afueras de Soweto, a apenas una veintena de kil¨®metros del Soccer City. Es uno de los townships, antiguos guetos levantados por el apartheid para segregar a la poblaci¨®n negra. Hasta all¨ª lleg¨® de Botshabelo, otro asentamiento informal creado por el r¨¦gimen supremacista blanco en la provincia de Free State, en el centro del pa¨ªs. No dej¨® buen recuerdo.
Los paisanos de su ciudad natal aseguran que no les sorprendi¨® la pol¨¦mica del funeral porque Jantjie nunca se caracteriz¨® por llevar una vida honrada. En este sentido, cuentan la an¨¦cdota de que acudi¨® a los juzgados ataviado con una toga para simular ser un abogado. Adem¨¢s, subrayan que se atrevi¨® a ejercer de sangoma (curandero de la medicina tradicional africana) sin tener ni conocimientos ni aptitudes, y que lleg¨® exorcizar con agua del grifo. En declaraciones al Daily Sun, un vecino an¨®nimo se mostr¨® ritundo: ¡°Estaf¨® a gente aqu¨ª y ahora ha estafado a los l¨ªderes mundiales¡±.
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