El hombre del tesoro de la sala 52 A
Jos¨¦ Luis V¨¢rez Fisa no acudi¨® el lunes a inaugurar el espacio del Museo del Prado que hoy lleva su nombre Lo que all¨ª se exhibe es tambi¨¦n la historia oculta de un mecenas y su familia
Durante los ¨²ltimos d¨ªas, el nombre de Jos¨¦ Luis V¨¢rez Fisa se ha convertido en sin¨®nimo de gran mecenas, de puro amor al arte y de una generosidad poco habitual entre la poderosa ¨¦lite econ¨®mica espa?ola. Un impresionante artesonado, construido en torno a 1400, bajo el que se expone un soberbio conjunto de piezas medievales y renacentistas, tiene la culpa del inter¨¦s medi¨¢tico mundial que ha suscitado el coleccionista. V¨¢rez Fisa prefiri¨® no asistir el pasado lunes a la multitudinaria presentaci¨®n de la sala que lleva su nombre en agradecimiento a su generosidad. Dej¨® que los responsables del Museo del Prado presumieran de su nuevo y envidiable tesoro. Pero lo que ahora se expone en la sala 52 A es tambi¨¦n la historia oculta de uno de los pocos coleccionistas espa?oles merecedores de aparecer en la exigente lista de Art News, la Biblia de este exquisito club que forman 200 privilegiados.
Nacido en Barcelona en 1928, de ¨¦l se sabe que estudi¨® Ingenier¨ªa Industrial en la Polit¨¦cnica de Barcelona y que poco despu¨¦s se instal¨® en Navarra, donde trabaj¨® como consejero en la sucursal del Banco de Espa?a en Pamplona. Su actividad empresarial comienza en la d¨¦cada de los sesenta, en Laminaciones Lesaca, una industria de derivados del acero en Navarra. Por esos a?os, su colecci¨®n empieza a crecer. Junto a su mujer, Mar¨ªa Milagros Benegas, visita anticuarios en Espa?a y en el extranjero y empieza a comprar arte antiguo. Les interesan todas las ¨¦pocas, t¨¦cnicas y estilos, y, seg¨²n cuentan quienes les conocen de cerca, sus seis hijos conocen desde peque?os cada una de las piezas que el matrimonio ha ido adquiriendo.
A Madrid llegan en 1970. Las amenazas de ETA les obligan a dejar el Pa¨ªs Vasco, y despu¨¦s de liquidar all¨ª sus negocios, V¨¢rez Fisa se dedica a la promoci¨®n de desarrollos inmobiliarios y compa?¨ªas financieras. Funda Agepasa, una gestora de patrimonios y carteras, y el Banco Inversi¨®n. Madrid representa la seguridad familiar y la proximidad con su museo m¨¢s querido: El Prado.
Su aproximaci¨®n a la pinacoteca no pudo ser m¨¢s generosa. Nada m¨¢s llegar regal¨® el Retablo de San Crist¨®bal, obra de un maestro an¨®nimo castellano de finales del siglo XIV y ¨²nico ejemplo del llamado g¨®tico lineal que posee El Prado. En 1988 don¨® otro San Crist¨®bal, pintado por el italiano Orazio Borgianni.
Su generosidad, conocimiento y buenas relaciones en el mundo financiero le llevaron al Patronato del Prado en 1980.
Alguno de sus compa?eros de entonces le recuerdan como un hombre parco en palabras, pero cercano y de sonrisa amplia. Alto, trigue?o y de ojos claros, V¨¢rez Fisa no ha sido nunca de los que se amedrentan ante el poder de turno. En 1992, cuando el Patronato del Prado acord¨® el traslado del Guernica de Picasso desde el Cas¨®n hasta el Reina Sof¨ªa, solo dos personas manifestaron su disconformidad. Una de ellas fue V¨¢rez Fisa, por entender que no se estaba respetando la voluntad del artista malague?o. En consecuencia, abandon¨® el patronato.
Sus amigos dentro del museo han sido ¡ªy siguen siendo¡ª bastantes. Uno de ellos es el tambi¨¦n coleccionista Pl¨¢cido Arango, anterior presidente del patronato. Otro, y muy importante, fue Alfonso P¨¦rez S¨¢nchez, director del Museo entre 1983 y 1991, una de las opiniones que m¨¢s valoraba y ten¨ªa en cuenta el coleccionista a la hora de comprar. Otro de sus principales asesores y amigos ha sido Jos¨¦ Gudiol, gran experto en tablas rom¨¢nicas y g¨®ticas.
Un nuevo techo para el Prado
El conjunto donado por Jos¨¦ Luis V¨¢rez Fisa viene a llenar una de las lagunas principales del Museo del Prado. Est¨¢ constituido por una veintena de obras de arte, datadas entre los a?os 1200 y 1500 y procedentes de los reinos de Castilla, Arag¨®n, Valencia y Catalu?a. La pieza principal es una gigantesca techumbre de madera de pino de 66 metros cuadrados y seis toneladas de peso, adornada con escenas de caza, temas b¨ªblicos, escudos cuartelados de Castilla y Le¨®n, mujeres y dragones. El artesonado fue construido hacia el a?o 1400 para el sotocoro de la iglesia de Santa Mar¨ªa de Valencia de Don Juan, en Le¨®n.
Dentro del tipo de piezas que le han interesado se cuenta todo aquello que a ¨¦l o a su esposa les pareciera bello. De hecho, la familia siempre ha convivido con las obras. Quienes conocen su casa de la Moraleja (Madrid) han podido ver las piezas adornando las paredes, e incluso se dice que el artesonado que ahora se ve en El Prado cubr¨ªa los techos de uno de los comedores.
A prop¨®sito del premio al mejor coleccionista que le concedi¨® la Fundaci¨®n Arte y Mecenazgo en 2011, su hijo Juan, consejero delegado de Christie¡¯s Espa?a, cuenta en un v¨ªdeo de homenaje al coleccionista que, desde bien peque?os, sus padres les hac¨ªan participar en la llegada de una nueva obra a la casa. Aprend¨ªan su historia, su significado y procedencia, y ayudaban en su instalaci¨®n.
El arte espa?ol disperso en el extranjero ha sido objeto de su inter¨¦s. ¡°Eso s¨ª, siempre cuidaba de no interferir si El Prado estaba interesado en la obra. Me consta que, para ¨¦l, El Prado ha estado siempre por delante¡±, aseguran en el museo.
Como todos los grandes coleccionistas del mundo, V¨¢rez Fisa a veces se ha desprendido de algunas obras para comprar otras, pero no parece que se haya movido nunca por intereses especulativos. La mayor venta de parte de su colecci¨®n la realiz¨® con el Museo Arqueol¨®gico, donde en 1999 vendi¨® 187 piezas egipcias, iberas, griegas y romanas por 12 millones de euros.
La parte m¨¢s conocida de su colecci¨®n es la pintura, aunque la plater¨ªa y la cer¨¢mica son tambi¨¦n de primer nivel. Al margen de las piezas rom¨¢nicas que ahora se pueden ver en El Prado, cuenta con tesoros firmados por Goya, El Greco, Vel¨¢zquez, Ribera, El Bosco, Murillo, S¨¢nchez Cot¨¢n o Luis Mel¨¦ndez. Colaborador de los grandes museos, gran parte de los cuadros han sido prestados para diferentes exposiciones.
Dicen quienes le conocen de cerca que hay una aventura de pasi¨®n art¨ªstica entre el coleccionista y cada una de esas obras. Recuerda al Shanti And¨ªa de P¨ªo Baroja, un personaje cargado de nostalgia buscando la fuerza en aventuras remotas y siempre en conflicto con su entorno.
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