Un a?o hace cien
Hay semejanzas entre 1914 y hoy. La guerra no fue un accidente, sino un resultado humano
La semana que viene comienza el primer centenario de la Gran Guerra (1914-1918). Los historiadores que la han estudiado y que ahora lanzan sus libros conmemorativos (por ejemplo, 1914, de Margaret MacMillan, Turner) subrayan que el mundo de hoy se asemeja en algunos aspectos, no en todos, al de los a?os previos a 1914, es decir, al que fue barrido por la guerra.
Hoy no hay alternativas ideol¨®gicas tan potentes como las que se extendieron en aquellos a?os y los siguientes (el comunismo, el nazismo, los fascismos) ni tampoco un nacionalismo econ¨®mico tan potente, con su componente repugnante de odio y desprecio hacia los otros. Pero las sociedades se enfrentan a desaf¨ªos similares en cuanto al papel de Europa, el auge de los populismos, de las protestas sociales marcadas por el descontento, la desconfianza hacia la democracia por su falta de resultados, el estancamiento en las condiciones de vida (si no el retroceso) y un desenga?o que conduce a un pesimismo creciente.
Esa guerra puso fin a un largo periodo de prosperidad, a una ¨¦poca en la que se hablaba de progreso y en la que la gente confiaba en que sus hijos iban a vivir mejor que ellos. Una ¨¦poca de efervescencia cultural en la que Proust estaba en busca del tiempo perdido, Freud desnudaba almas en el div¨¢n, Stravinski celebraba la primavera, Kafka, Joyce y Musil tomaban el mismo d¨ªa un caf¨¦ en Trieste... ¡°y en el patio del castillo de Sch?ubrunn, Hitler y Stalin se pasean en lo que ser¨¢ su ¨²ltimo encuentro¡± (1913. Un a?o hace 100 a?os, Florian Illies, Salamandra).
Todo ello se fue al traste con una contienda que inaugura un tiempo de oscuridad de un cuarto de siglo y que da lugar a otra guerra mundial, la segunda. En ese periodo se acaba la ola de globalizaci¨®n que hab¨ªa comenzado en el ¨²ltimo cuarto del siglo XIX y que llega hasta el inicio de las hostilidades b¨¦licas. El siglo XIX fue un periodo extraordinario en cuanto al progreso de la ciencia, la industria y la educaci¨®n, dentro de una Europa cada vez m¨¢s pr¨®spera, aunque muy desigual.
Lo cuenta mejor que nadie ese extraordinario europeo que fue Stefan Zweig en sus no menos extraordinarias memorias (El mundo de ayer, Acantilado): nada demuestra de modo m¨¢s palpable la ca¨ªda terrible que sufri¨® el mundo a partir de la Primera Guerra Mundial que la limitaci¨®n de movimientos del hombre y la reducci¨®n de su derecho a la libertad. ¡°Antes de 1914 la Tierra era de todos. Todo el mundo iba donde quer¨ªa y permanec¨ªa all¨ª el tiempo que quer¨ªa. No exist¨ªan permisos ni autorizaciones; me divierte la sorpresa de los j¨®venes cada vez que les cuento que antes de 1914 viaj¨¦ a India y a Am¨¦rica sin pasaporte y que en realidad en mi vida jam¨¢s hab¨ªa visto uno¡±.
Los estudiosos recuerdan que la guerra no es un accidente, sino un resultado, y que no se deben subestimar los avisos sobre los peligros de no anticipar las consecuencias de las pol¨ªticas que se aplican.
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