?Sigue siendo necesaria la ayuda?
La cooperaci¨®n internacional act¨²a como palanca moral y legal en ¨¢mbitos como las finanzas, las migraciones y el comercio
¡°La ayuda no es la respuesta. Debemos permitir que ?frica comercie para salir de la pobreza¡±. Para alguien que ha dedicado buena parte de su vida p¨²blica al activismo a favor de la ayuda al desarrollo, esta frase del m¨²sico Bob Geldof resulta llamativa. Y, sin embargo, el tiempo parece darle la raz¨®n. Cuando solo han pasado ocho a?os desde la cumbre del G8 en Gleaneagles, en la que movilizaci¨®n internacional arranc¨® compromisos extraordinarios de los donantes por valor de 50.000 millones de d¨®lares, la ¡°industria¡± de la cooperaci¨®n se enfrenta a una crisis parad¨®jica: tras haber cerrado en 2012 el tercer mejor a?o de su historia, el peso de la ayuda en la financiaci¨®n del desarrollo es menos relevante que nunca.
De acuerdo con el think-tank brit¨¢nico Development Initiatives, la ayuda internacional solo sigue siendo esencial (m¨¢s del 60% del gasto p¨²blico) en 43 de los pa¨ªses m¨¢s pobres, en los que la inversi¨®n del Estado sigue estando por debajo de los 500 d¨®lares anuales per c¨¢pita. En 1990, el n¨²mero de pa¨ªses dependientes de la ayuda era m¨¢s del doble y las contribuciones dom¨¦sticas suponen ya 94 de cada 100 d¨®lares gastados en un sector clave como el de la salud.
Las implicaciones de esta evoluci¨®n hist¨®rica son considerables: por un lado, traslada la carga de la responsabilidad de su propio desarrollo a unos pa¨ªses que crecen de manera sostenida y cuyo margen de maniobra fiscal es cada vez m¨¢s amplio. Por otro, estos n¨²meros permiten aventurar un futuro en el que las estrategias contra la pobreza est¨¦n menos condicionadas por la ubicua presencia de los donantes, cuyas prioridades no siempre han respondido al mejor inter¨¦s de las sociedades receptoras.
?Significa esto que la ayuda al desarrollo ya no es necesaria para poner fin a la pobreza? Todo lo contrario. En primer lugar, necesitamos mucho m¨¢s de lo que est¨¢ disponible. Incluso considerando las aportaciones de los propios pa¨ªses afectados, el hecho es que la financiaci¨®n del desarrollo est¨¢ muy por debajo de lo que exige el cumplimiento de los Objetivos del Milenio. Un reciente estudio estima que el d¨¦ficit financiero total en cinco ¨¢reas claves del futuro del desarrollo rondar¨ªa los 186.000 millones de d¨®lares anuales, y entre 400.000 y 900.000 a?adidos si consideramos el conjunto de los gastos relacionados con la mitigaci¨®n del cambio clim¨¢tico.
En segundo lugar, la ayuda permite estimular otras fuentes de financiaci¨®n que deber¨ªan acabar por hacerla innecesaria. En Am¨¦rica Latina, por ejemplo, la Cooperaci¨®n Espa?ola contribuye con su asesoramiento t¨¦cnico a consolidar sistemas fiscales m¨¢s justos y eficaces. Oxfam ha calculado en 269.000 millones de d¨®lares (el doble de la ayuda en 2012) el potencial de realizar en 52 pa¨ªses en desarrollo una reforma fiscal que incremente la carga tributaria y mejore la progresividad de los impuestos. La ayuda act¨²a como una palanca moral y legal en ¨¢mbitos como las finanzas, las migraciones y el comercio internacional, mucho m¨¢s relevantes para el desarrollo y en donde los principios de solidaridad y responsabilidad que inspiran la cooperaci¨®n pueden tener una influencia definitiva.
A medida que se aproxima la fecha de caducidad de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y el mundo se plantea una nueva estrategia contra la pobreza, conviene no perder de vista que la ayuda constituye uno de los escasos mecanismos tangibles de redistribuci¨®n global del ingreso. Los mismos argumentos que sostuvieron la construcci¨®n de los sistemas fiscales modernos ¨Cla justicia y la responsabilidad frente a otros, pero tambi¨¦n el inter¨¦s com¨²n y la seguridad- son aplicables hoy a un planeta en el que el destino de unos est¨¢ imbricado al de los dem¨¢s. Comprender esto y actuar en consecuencia constituir¨¢ una de las claves del liderazgo internacional en el siglo XXI.
[Estos argumentos son parte de un informe elaborado por el autor que publicar¨¢ pr¨®ximamente el Comit¨¦ Espa?ol de UNICEF dentro de su campa?a Ahora no podemos parar.]
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