Las mujeres jud¨ªas, divididas entre el ¨¦xito y la sumisi¨®n
El mundo de la mujer jud¨ªa va desde el ¨¦xito empresarial del alto Manhattan o de Tel Aviv a la sumisi¨®n absoluta de Williamsburg, en pleno Brooklyn neoyorquino, o en Mea Shearim en Jerusal¨¦n. Recorrer estos barrios es viajar por un mundo de contrastes tan abismales que cuesta creer que todas ellas pertenezcan a una misma religi¨®n, aunque sea desde puntos de vista distintos. Se salta del siglo XIX al XXI en cuesti¨®n de minutos.
Pasamos de la independencia y autonom¨ªa de las mujeres que ocupan altos puestos, tanto en Estados Unidos como en Israel, a la ausencia de vida propia, dirigida s¨®lo a obedecer, trabajar y procrear en el micromundo de las ultraortodoxas de ambos pa¨ªses.
Paseando por el barrio de Williamsburg, en Brooklyn, puede uno pensar que est¨¢ en el barrio de los ultraortodoxos de Jerusal¨¦n, Mea Shearim. Las mujeres visten igual, austeras, de oscuro, falda larga y con todo el cuerpo tapado. Las casadas se rapan la cabeza para no atraer a los hombres y se cubren su calva con pelucas, pa?uelos (el tichel que pueden tener diversos colores) o sombreros. No tener hijos se considera una cat¨¢strofe social. En ese caso el marido podr¨¢ divorciarse ya que se considera que su mujer "tiene el vientre cerrado".
Son la espina dorsal de la familia, pues paren de seis a siete hijos de media, se ocupan de la casa, del marido e incluso algunas trabajan dentro del barrio, la mayor¨ªa como maestras. Su formaci¨®n es muy elemental. Mientras tanto, los hombres meditan, estudian la Tor¨¢ y algunos de ellos se dedican al comercio del diamante en el East Side de Manhattan, negocio y cuyo centro de actuaci¨®n est¨¢ en el tri¨¢ngulo Nueva York-Jerusal¨¦n-Amberes.
En Williamsburg, los jud¨ªos ultraortodoxos, siempre vestidos con levitas negras, sombrero negro forrado de terciopelo entre semana y de piel en el Sabath, tienen como vecinos en Brooklyn a j¨®venes de la cultura hipster, la Meca de los modernos y bohemios que jam¨¢s se mezclar¨¢n con los ultras jud¨ªos. Comparten una zona del barrio de Brocklyn y nada m¨¢s. Jam¨¢s se mezclar¨¢n. Los ultraortodoxos tienen sus propias escuelas, sus centros de salud y sus sociedades de pr¨¦stamo gratuito, adem¨¢s de utilizar los ni?os autobuses diferenciados para ir a la escuela. Son amarillos pero con las inscripciones en hebreo.
Y por si alguien se desv¨ªa, tienen a laShomrin, patrullas del vecindario para vigilar posibles irregularidades en la conducta de alg¨²n miembro de la comunidad religiosa. La comunidad jud¨ªa de Estados Unidos alcanza s¨®lo un 2% de la poblaci¨®n mientras que su representaci¨®n parlamentaria es del 8%.
A los tres a?os, los ni?os haredim o hasidim (son conceptos muy similares pero todos son ultraortodoxos) empiezan a dejar crecer los payos (tirabuzones laterales) y a usar el tzitzit y la kippah, un peque?o casquete redondo que cubre parte de su cabeza.
En los alrededores de la estaci¨®n de tren de Brooklyn, estos jud¨ªos ultraortodoxos contin¨²an regentando tiendas de productos kosher (los alimentos tienen un cortado especial y no se pueden mezclan productos c¨¢rnicos con l¨¢cteos), hablando yidish y comport¨¢ndose como habitantes de un gueto. Los s¨¢bados, fiesta del sabath, es un cl¨¢sico ver a los hombres acompa?ados de sus hijos varones caminar hacia la sinagoga.
Pero apenas se ven mujeres. Estas esperan pacientemente a sus padres, hermanos o maridos en casa. El d¨ªa anterior lo han cocinado todo y han dejado la casa preparada para la fiesta semanal. Una vez reunidas las familias, bajo una tenue iluminaci¨®n, charlan, comen, pero desgraciadamente las mujeres opinan poco o nada. Sus maridos son elegidos por los padres y siempre con el visto bueno de los rabinos. Un matrimonio se puede concertar con haberse visto tan solo un par de veces.
Una vez casadas tendr¨¢n relaciones sexuales siempre sin preservativo. La semana que tienen la menstruaci¨®n y la siguiente no pueden ser rozadas por sus maridos. Una vez finalizado el sangrado la mujer debe sumergirse en un ba?o o mikvah antes de reanudar relaciones con su esposo. El mikvah se utiliza tradicionalmente para limpiar a una persona de las impurezas, es un ritual de purificaci¨®n. Pero lo peor que le puede pasar a una mujer es quedarse soltera, ya que est¨¢ condenada al ostracismo.
Una mujer no puede cantar delante de los hombres ni tampoco mezclar entre su ropa lino y algod¨®n. De hecho, la empresa espa?ola Zara tuvo que pedir disculpas en 2007 a la comunidad ortodoxa jud¨ªa por haber incurrido en lo que esta considera un grave pecado: mezclar algod¨®n y lino en una misma prenda. Esta mixtura est¨¢ terminantemente prohibida por el juda¨ªsmo, al ser considerada un "h¨ªbrido" que va contra natura. De acuerdo a esta interpretaci¨®n religiosa, los hombres no deben tocar a una mujer ni sostener su mano, aunque sean de su propia familia, ya que les puede llevar a la excitaci¨®n sexual.
Recientemente el doctor David Ribner, terapeuta sexual, public¨® Gu¨ªa del reci¨¦n casado a la intimidad f¨ªsica. El libro viene en un sobre cerrado y en la parte trasera hay tres diagramas de posiciones sexuales b¨¢sicas. "Quer¨ªamos dar a la gente un sentido de no s¨®lo d¨®nde colocar sus ¨®rganos sexuales, sino donde poner sus brazos y piernas," afirma Ribner, que fue ordenado rabino ortodoxo en Nueva York y comenz¨® a aconsejar a pacientes jud¨ªos sobre sexo. El libro se vende b¨¢sicamente on line, ya que la mayor¨ªa de las librer¨ªas ultraortodoxas se niegan a tenerlo en sus estanter¨ªas.
Las mujeres ultraortodoxas se sienten muy orgullosas de tener maridos ¡°sabios¡± que se dedican al estudio de la Tor¨¢ y a la meditaci¨®n. Son, como dicen muchas de ellas, su ¡°alimento espiritual¡±. S¨®lo se pueden divorciar si su marido y su rabino lo permiten. Si lo hacen por su cuenta y tienen hijos, ¨¦stos ser¨¢n ¡°bastardos¡± y en un futuro s¨®lo se podr¨¢n casar con otros ¡°bastardos¡±.
Estas costumbres y forma de vida servil es igual en Williamsburg que en Mea Shearim. Tan s¨®lo se diferencian en que el barrio de Jerusal¨¦n es m¨¢s austero y las paredes de sus casas est¨¢n invadidas de c¨¢rteles en donde se exige a los visitantes, que nunca son bien recibidos, a vestir decentemente. A una servidora la echaron a pedradas simplemente por no llevar medias en pleno verano a unos 40 grados. La radio, televisi¨®n o internet apenas existen y solo algunos hombres utilizan tel¨¦fonos m¨®viles.
Gila Adahan, abogada de Jerusal¨¦n especializada en divorcios, explica que las separaciones se rigen por las leyes delTalmud, de los siglos IV y V. ¡°S¨®lo el hombre puede conceder el divorcio y tiene que entreg¨¢rselo por escritopersonalmente a la mujer¡±. Esa cl¨¢usula da lugar a un fen¨®meno denominado como¡°mujeres ancladas¡±(agunot), que no logran el divorcio si el marido no quiere.
La soluci¨®n, explica la letrada, pasa por una larga espera, ya quela media para lograr el divorcio en Israel es de diez a?os, seg¨²n las ONG, y de dos, seg¨²n el Gobierno. Hay chicas que se buscan una soluci¨®n intermedia:pagan a sus esposos para que les dejen separarse. ¡°No es extra?o que renuncien a la vivienda o a la manutenci¨®n de los hijos por lograrlo. Llegan a una verdadera desesperaci¨®n¡±, a?ade la abogada Adahan. Seg¨²n la Israel Women's Network(IWN, una de las principales organizaciones feministas ),el 42% de las mujeres ultraortodoxas reciben golpes de sus maridos, y un 24% sufre violencia sexual.
Mea Shearim significa cien puertas en hebreo. El barrio fue construido a lo largo del siglo XIX pero cuando se fund¨® el Estado de Israel, se tuvo en cuenta las caracter¨ªsticas de este grupo ultrarreligioso consintiendo que viviesen en un barrio apartado, pero con los mismos derechos que el resto de los jud¨ªos, ya fuesen moderados o laicos.
No se relacionan con sus conciudadanos. Representan el 10% de la poblaci¨®n de Israel. Hasta hace pocos meses nunca se hab¨ªan planteado servir en el Ej¨¦rcito (para el resto de los ciudadanos es obligatorio para hombres y mujeres), no pagan impuestos, viven de las subvenciones del Estado y de organizaciones jud¨ªas y de los grandes negocios que hacen otros miembros de su comunidad con la compra-venta de diamantes.
La intolerancia y el hermetismo llegan a tal extremo que un veintena de mujeres de rabinos escribieron hace un par de a?os una carta p¨²blica pidiendo a las mujeres jud¨ªas que no tuviesen ning¨²n contacto con hombres ¨¢rabes residentes en Israel. Les alertaban de que si se casaban con un ¨¢rabe israel¨ª quedar¨ªan ¡°atrapadas en sus aldeas sufriendo humillaciones¡±. En realidad eso es lo que les pasa a ellas.
El pasado 31 de julio, la polic¨ªa israel¨ª arrest¨® a un jud¨ªo ultraortodoxo que exig¨ªa que una mujer se sentase a la parte de atr¨¢s del autob¨²s, provocando protestas en la que los manifestantes terminaron por destruir los veh¨ªculos. Eso tambi¨¦n ocurre en Williamsburg, hecho que ha causado enormes dolores de cabeza al exalcalde de Nueva York, el jud¨ªo Michael Bloomberg. El objetivo de esta segregaci¨®n es no rozarlas.
Si alguna de estas mujeres desea abandonar su comunidad ultraortodoxa lo tiene realmente dif¨ªcil, sin embargo en Jerusal¨¦n existe una organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro, Hillel, que ayuda a los j¨®venes que han salido de la comunidad ultraortodoxa y que les prepara para vivir en una sociedad abierta: ¡°Hay que ense?arles desde relacionarse con los dem¨¢s hasta hacer gestiones en el banco¡±, comenta una de sus monitoras.
En los ¨²ltimos meses, los enfrentamientos entre las mujeres jud¨ªas moderadas de Israel y los ultra ortodoxos han ido en aumento. El grupo denominado Las Mujeres del Muro reivindican poder asistir los s¨¢bados a orar ante el Muro de las Lamentaciones de Jerusal¨¦n, al igual que hacen los hombres, en el mismo espacio y al mismo tiempo, pero los ultras se niegan tajantemente. Las acusan de blasfemar, les tiran tazas de caf¨¦ caliente, las agreden mientras ellas, cubiertas con su manto blanco al igual que los hombres, persisten en su reivindicaci¨®n.
En el lado opuesto a las mujeres ultraortodoxas nos encontramos a esas jud¨ªas liberadas y con gran ¨¦xito en sus carreras profesionales que han sabido triunfar desde el distrito financiero de Nueva York hasta los grandes puestos econ¨®micos y pol¨ªticos en Israel.
En este grupo podemos encontrar a Karnit Flug, gobernadora del Banco de Israel, o Lilach Asher-Topilsky, directora generaldel Bank Discount, el tercer banco m¨¢s grande del pa¨ªs. Un tercio de los ministerios de dicho pa¨ªs est¨¢ encabezado por mujeres. Incluida Yael Andorn, la directora general del influyente ministerio de Finanzas.
El nombramiento de Flug fue ampliamente recogido en los telediarios estrella de las tres grandes cadenas de televisi¨®n que presentan tres mujeres: Yonit Levy (Canal 2), Tamar Ish Shalom (Canal 10) y Geula Even (canal p¨²blico). Karnit Flug fue felicitada por las cuatro ministras del Gobierno (Tzipi Livni, Limor Livnat, Sofa Landver y Yael German), la jefa de la oposici¨®n, la laborista Shelly Yachimovich y la l¨ªder del partido de izquierdas Meretz, Zahava Gal-On.
En los ¨²ltimos a?os, hay un aumento de rabinas a pesar de las presiones machistas. Como tambi¨¦n de mujeres en puestos importantes de sectores como el empresarial, inmobiliario, publicidad o el cine.
Dos carism¨¢ticas j¨®venes lideraron en las calles las hist¨®ricas protestas de los indignados en el 2011. Una de ellas es hoyla diputada m¨¢s joven del Parlamento. Las mujeres siguen siendo la cara, la voz y el motor de los movimientos que luchan contra la ocupaci¨®n en Cisjordania,supervisan los chekpoints militares,denuncian cada casa que se construye en los asentamientoso defienden los derechos de los inmigrantes ilegales en Israel.
Las mujeres de ¨¦xito en Jerusal¨¦n viven en barrios de lujo como la Moshava, como se le conoce popularmente, dividido en dos por la calle Emek Refaim, una avenida bordeada de tiendas de moda, restaurantes y caf¨¦s. En Tel Aviv las encontramos en barrios como Ramat Aviv Gimmel o incluso en algunas casas de la Ciudad Blanca, considerada patrimonio de la humanidad.
En Estados Unidos ocurre algo similar. Recientemente el presidente Obama ha nombrado a Janet Yellen, de 67 a?os, primera presidenta de la Reserva Federal y sucesora de Ben Bernanke, para cuyo nombramiento jug¨® un papel importante el lobby femenino del partido.
¡°La doctora Yellen, nacida en Brooklyn de padres jud¨ªos, Anna y Julius Yellen, ha demostrado un conocimiento ¨²nico del impacto que las pol¨ªticas de la Reserva Federal tienen en las clases medias¡±, afirman sus compa?eras del Partido Dem¨®crata. Entre este grupo de mujeres tambi¨¦n podemos encontrar a Amy Beth Pascal, Presidenta de Sony y de la Columbia Pictures o Suzanne Nossel, actual directora del Pen American Center, que engloba a escritores y periodistas, ex directora de Amnist¨ªa Internacional y mujer de confianza de Hillary Clinton. La lista podr¨ªa ser infinita.
Las jud¨ªas de ¨¦xito neoyorquinas viven en el el barrio Upper East Side, junto a Central Park. Son poderosas y libres, no tienen problemas con su forma de vestir ni necesitan cortarse el pelo al casarse. Y pueden ser atendidas por los mejores ginec¨®logos de la ciudad para controlar su maternidad. Seguramente algunas preferir¨¢n comprar sus joyas en Tyffany's pero si vamos al Lower East Side de Manhattan, ¡°distrito de los diamantes y las sinagogas¡±, podr¨ªamos verlas tambi¨¦n en las numerosas joyer¨ªas cuyos propietarios son jud¨ªos.
La industria de diamantes de Israel es de las m¨¢s importantes del mundo en lo que refiere a la producci¨®n de diamantes cortados en bruto. Aproximadamente la mitad de estos, de calidad gema, sale de Israel, que solo en el a?o 2004 vendi¨® m¨¢s de 16.300 millones de d¨®lares americanos en diamantes pulidos, aunque en los ¨²ltimos a?os han comenzado a aparecer serioscompetidores indios.
El negocio del diamante ha permitido formar grandes fortunas personales, contribuir a sostener un Estado en Oriente Medio y financiar a unas comunidades religiosas que perciben numerosos subsidios desde la fundaci¨®n del Estado de Israel, con Ben Gurion a la cabeza.
Los lobbies jud¨ªos son realmente importantes en Estados Unidos. Quiz¨¢s el m¨¢s conocido sea AIPAC pero no es el ¨²nico. Por su parte, las mujeres suelen reunirse en organizaciones como el Consejo Internacional de Mujeres Jud¨ªas, que el a?o pasado cumpli¨® 100 a?os. Dicha organizaci¨®n cuenta en estos momentos con 48 pa¨ªses afiliados, y abarca a cerca de dos millones de mujeres en todo el mundo. Tiene estatus consultivo como ONG en el Consejo Econ¨®mico y Social de las Naciones Unidas, as¨ª como Unicef y Unesco, el Congreso Jud¨ªo Mundial o el Parlamento Europeo. En Espa?a esta organizaci¨®n fue creada hace 34 por Ruth Rothschild.
A pesar de pertenecer todas ellas a una misma religi¨®n, son m¨¢s cosas las que las separan que las que las unen. Pasear por Nueva York o por Jerusal¨¦n lo constata. Todo depende del barrio.
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