Los pa¨ªses pobres pagan la pasividad internacional ante los delitos financieros
Fuente: El Roto.
En un informe publicado el pasado mes de diciembre, la organizaci¨®n estadounidense Global Financial Integrity estimaba que los flujos financieros financieros ilic¨ªtos que escapan de los pa¨ªses en desarrollo hacia los pa¨ªses ricos podr¨ªa haber alcanzado entre 2002 y 2011 los 5,9 billones de d¨®lares. Esta cantidad -que multiplica por ocho el total de la ayuda al desarrollo mundial durante ese mismo per¨ªodo (ver gr¨¢fico)- no solo supone una v¨ªa de agua para los recursos p¨²blicos, sino que perpet¨²a pr¨¢cticas corruptas que frenan el desarrollo de los pa¨ªses y destruyen la confianza de las sociedades en sus Estados. Siempre seg¨²n GFI, de los 15 principales ¡°exportadores¡± de flujos il¨ªcitos en 2012, cinco est¨¢n Asia, dos en ?frica, dos en Am¨¦rica Latina, uno en Oriente Pr¨®ximo y cuatro en Europa (entre ellos Polonia, un miembro de la UE).
Aunque la primera responsabilidad del problema recae sobre las ¨¦lites econ¨®micas y pol¨ªticas de estos pa¨ªses (incluyendo a empresas extranjeras que se establecen en ellos) sus actividades ser¨ªan mucho m¨¢s complicadas en ausencia de un sistema financiero internacional que ampara con su opacidad y descoordinaci¨®n el expolio de los pa¨ªses pobres. Eso es al menos lo que sugiere la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico en su contundente informe Midiendo la respuesta de la OCDE a los flujos financieros il¨ªcitos procedentes de los pa¨ªses en desarrollo, presentado recientemente en Par¨ªs.
Este trabajo -que se publica por primera vez y para el que se ha realizado un an¨¢lisis pormenorizado del comportamiento de decenas de Estados en centenares de acuerdos legales- cubre cinco ¨¢reas principales en las que la respuesta de los pa¨ªses ricos es algo m¨¢s que mejorable: el lavado de dinero, la evasi¨®n fiscal, los sobornos internacionales, la recuperaci¨®n del patrimonio robado y el papel de las agencias donantes. En los dos primeros casos el informe reconoce avances en los mecanismos de coordinaci¨®n internacional (como el Grupo de Trabajo sobre Acci¨®n Financiera o el Foro Global sobre Transparencia e Intercambio de Informaci¨®n por Motivos Fiscales), pero expresa su frustraci¨®n por el mediocre compromiso de los Estados que participan en ellos. En un asunto clave como la identificaci¨®n de los verdaderos beneficiarios de las operaciones -o, sencillamente, de los clientes que participan en ellas-, los gobiernos demuestran un desinter¨¦s desconcertante, en particular cuando se trata de se?alar a individuos con responsabilidades pol¨ªticas.
Pero los mayores problemas se concentran en la lucha contra los sobornos y en la repatriaci¨®n de los recursos robados, medidas esenciales para eliminar las pulsiones delictivas. De acuerdo con los investigadores de la OCDE, el montante anual de los sobornos que se pagan en los pa¨ªses asciende a la friolera de 1 bill¨®n de d¨®lares. Aunque la persecuci¨®n de quienes pagan estas coimas est¨¢ amparada por un acuerdo internacional desde 1997, hasta el a?o 2012 solo se hab¨ªa sancionado por este motivo a 221 individuos y 90 empresas. La mitad de los pa¨ªses desarrollados -Espa?a entre ellos- no ha abierto todav¨ªa ni un solo expediente sancionador.
En cuanto a los recursos recuperados, las noticias no son mucho m¨¢s esperanzadoras. Entre 2010 y 2012 los pa¨ªses ricos congelaron 1.400 millones de d¨®lares en patrimonio robado, pero devolvieron a sus leg¨ªtimos due?os tan solo 147 millones. Si tomamos como referencia la estimaci¨®n m¨¢s conservadora de la Stolen Assets Recovery Initiative del Banco Mundial, esto significa que en esos a?os se devolvi¨® un d¨®lar por cada 136 robados.
En un momento en el que la ayuda al desarrollo sufre importantes presiones presupuestarias por parte de los gobiernos donantes, reducir la salida de flujos financieros il¨ªcitos procedentes de los pa¨ªses pobres constituye una prioridad ineludible. La propia ayuda puede jugar un papel fundamental apuntalando a las instituciones democr¨¢ticas que deben cumplir su parte en los pa¨ªses en desarrollo. The Guardian destaca, por ejemplo, el modo en que Noruega est¨¢ apoyando a Zambia en la renegociaci¨®n de contratos mineros leoninos. Es solo una de las dos docenas de medidas concretas que los investigadores de la OCDE proponen en su informe a los pa¨ªses desarrollados. Es hora de que foros como el G8 y el G20 justifiquen el dinero que nos cuesta reunirlos de vez en cuando.
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