Anna Wintour consuma su poder absoluto
¡®Vogue US' bate r¨¦cords y el Met pone su nombre al Instituto del Traje Su fuerza en la moda tiene m¨¢s de negocio que de est¨¦tica Como un emperador romano salva o hunde a los dise?adores
Los diez millones de d¨®lares de Lizzie y Jonathan Tisch, no han sido suficientes. Por encima de su generosa donaci¨®n para las obras de renovaci¨®n del Costume Institute del Museo Metropolitan de Nueva York, planea la sombra de la mujer que casi nunca se quita las gafas de sol, la brit¨¢nica Anna Wintour que lleva 25 a?os a la cabeza de la edici¨®n americana de Vogue, coronada como abeja reina en el proceloso mundo de la moda. Tal y como anunci¨® el director del museo Thomas Campbell esta semana las nuevas instalaciones se llamar¨¢n The Anna Wintour Costume Center y albergar¨¢n una biblioteca especializada, un laboratorio de conservaci¨®n, oficinas de investigaci¨®n y un ¨¢rea expositiva, la galer¨ªa, que esta vez s¨ª, llevar¨¢ el nombre de los Tisch.
Daniel Brodsky chairman del museo elogi¨® ¡°la extraordinaria defensa y recaudaci¨®n de fondos¡± que ha acometido Wintour y que ha logrado convertir este proyecto en una realidad. La instituci¨®n estima que el esfuerzo se ha traducido en aproximadamente 125 millones de d¨®lares, que Wintour, patrona desde 1999, ha logrado levantar de unos y otros, como por ejemplo, un mill¨®n de su jefe, el propietario de Cond¨¦ Nast , Samuel I Newhouse. Sus esfuerzos para levantar fondos tambi¨¦n han tenido en otras ocasiones fines pol¨ªticos, y Wintour no ha escatimado esfuerzos en organizar actos a favor de Obama y Clinton. Su apoyo en la ¨²ltima campa?a fue ampliamente comentado y en vista de los resultados se especul¨® con la posibilidad de que le ofrecieran el puesto de embajadora. Da igual si la oferta realmente existi¨®, lo cierto es que aquello dicen que sirvi¨® para que ascendiera un escal¨®n m¨¢s dentro de Cond¨¦ Nast, en el que ocupa el puesto de directora art¨ªstica desde el pasado marzo, supervisando el conjunto de publicaciones, algo que ha multiplicado su poder y ha aumentado m¨¢s a¨²n la suspicacia y los rumores en torno a su tir¨¢nico estilo de mando.
As¨ª que si la m¨ªtica y exc¨¦ntrica Diana Vreeland remoz¨® e invent¨® el Costume Institute en los a?os setenta tras abandonar la direcci¨®n de Vogue, su sucesora Wintour no ha tenido que dejar la revista para plantar su pica al este de Central Park. El 8 de mayo se inaugurar¨¢ el nuevo centro con una exposici¨®n dedicada al dise?ador Charles James, el mismo que cort¨® la respiraci¨®n a las millonarias americanas con sus estrechos talles. Wintour ocupa el n¨²mero 41 entre las mujeres m¨¢s poderosas del mundo seg¨²n la revista Forbes, pero este puesto no hace justicia a la influencia de esta brit¨¢nica de 64 a?os cuya aura misteriosa y fr¨ªa solo ha engrandecido su mito. Gracias a la novela El diablo se viste de Prada, m¨¢s adelante convertida en una pel¨ªcula, y el documental September issue de 2009 esta editora que entendi¨® la importancia comercial de llevar famosas a la portada, ha acabado por convertirse en una de ellas. Su sello o marca pasa por esa media melena con flequillo, peinado por el que apost¨® a los 15 a?os y que demuestra, aunque sea superficialmente su determinaci¨®n.
Hija de un editor del Evening Standard, Charles Wintour (conocido como Chilly Wintour, o fr¨ªo Wintour) y con familiares estadounidenses por el lado materno, uno de los hermanos de Anna, Patrick es editor de pol¨ªtica en The Guardian. Y si la vena period¨ªstica es cosa de familia, su apuesta por la moda fue tambi¨¦n algo que inspir¨® su padre. La editora ha confesado que fue ¨¦l quien le consigui¨® un puesto de vendedora en la m¨ªtica boutique londinense Biba antes de arrancar su carrera en 1970.
Como un emperador romano su pulgar puedo salvar o hundir la carrera de un joven dise?ador o de alguien consagrado. Su influencia y fuerza a la hora de sacar adelante la industria de la moda en EE UU va m¨¢s all¨¢ de la est¨¦tica y tiene mucho que ver con el negocio. Las cr¨ªticas a su poder no han faltado, en 2008 mientras arreciaba la crisis se habl¨® de su falta de contacto con la realidad e irrelevancia. Un reportaje sobre la mujer de El Asad cuando estall¨® la guerra de Siria volvi¨® a ponerla en la diana. Pero Wintour, que nunca pasa m¨¢s de 20 minutos en una fiesta ni se acuesta m¨¢s tarde de las 22.15, sali¨® a defenderse y reforz¨® su marca. En el ¨²ltimo trimestre las ventas de Vogue US crecieron m¨¢s que en los ¨²ltimos cinco a?os, la circulaci¨®n de la revista se estima en 11,4 millones de ejemplares. Wintour reina como nunca.
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