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El objetivo comprometido Domingo Venero, finalista del Premio Internacional Luis Valtue?a de Fotograf¨ªa Humanitaria de M¨¦dicos del Mundo, pone en primer plano los rostros de los inmigrantes subsaharianos que llegan a Marruecos con la esperanza de dar el salto a Europa Al d¨ªa siguiente sal¨ªa mi vuelo de regreso, as¨ª que quise despedirme de ¨¦l. Cuando le llam¨¦ por la tarde me dijo que ten¨ªamos que quedar alejados del grupo. Al encontrarnos, ya en la noche, me confes¨® que esa noche iban a intentar saltar la valla a las 4 de la madrugada y que el grupo estaba nervioso. Todo estaba preparado. En la oscuridad del monte Gurug¨², estuvimos hablando un buen rato. Como en otras ocasiones, me habl¨® de su familia y de sus sue?os de futuro. ?l ya hab¨ªa intentado cruzar sin ¨¦xito la valla, pero esa noche ambos est¨¢bamos seguros de que lo lograr¨ªa. Fue una sensaci¨®n incre¨ªble. Nos despedimos con un abrazo y riendo, convencidos de que la pr¨®xima vez que nos vi¨¦ramos ser¨ªa en Espa?a. En la foto, a su espalda se ven las luces de la ciudad de Melilla. Esa noche lo consigui¨®. Cruz¨® la valla. MINGO VENERO Al Hospital de Nador llegan muy a menudo migrantes heridos. En los intentos para tratar de saltar la valla se produce una situaci¨®n de caos general debido a la aglomeraci¨®n de personas. Muchos sufren cortes profundos con los alambres de espinas y cuchillas colocadas en las vallas, caen desde lo alto y se hieren o rompen huesos. A esto hay que sumar las agresiones policiales que, de una manera no oficial, se han convertido en un procedimiento habitual toda vez que son activadas las alarmas. Muchos polic¨ªas no tienen piedad con los migrantes y la contundencia de sus golpes es tal que ocasionan fracturas en cualquier parte del cuerpo. MSF (M¨¦dicos Sin Fronteras) ha estado haciendo una gran labor atendi¨¦ndoles por todo Marruecos. En la foto, un joven de Mal¨ª espera los resultados de un examen m¨¦dico d¨ªas despu¨¦s de haber sufrido una agresi¨®n por parte de la polic¨ªa marroqu¨ª que le caus¨® fractura de brazo. MINGO VENERO Cuando entr¨¦ en esta habitaci¨®n del hospital de Nador se percib¨ªa una atm¨®sfera de tragedia. El silencio, las caras y las heridas ya presagiaban que algo muy duro les hab¨ªa ocurrido a esos chicos. Pasar al otro lado de la valla no es nada sencillo. Est¨¢ pensada para separar f¨ªsicamente Marruecos y Espa?a, y dificultar la migraci¨®n ilegal. Pero tambi¨¦n para provocar graves da?os f¨ªsicos. La frontera la conforman tres vallas paralelas, las dos de los extremos de unos seis metros de altura con alambres de espino en la parte superior. La valla del medio es retr¨¢ctil y a trav¨¦s de un sistema de balanceo lanza a las personas desde su parte m¨¢s alta. Entre la primera y la segunda hay un entramado de cables de acero. Actualmente se est¨¢n sustituyendo los alambres de espino por cuchillas que provocan cortes muy profundos e incluso amputaciones de dedos. Estas cuchillas fueron usadas en 2005 y retiradas en 2007 por las graves lesiones que ocasionaron a cientos de personas. En la foto, un chico de Gambia mira al exterior a trav¨¦s de una ventana. Sufri¨® una fractura en el pie al caer desde una de las vallas de la frontera entre Marruecos y Melilla. MINGO VENERO Cada una de las personas migrantes clandestinas que est¨¢n en Marruecos puede contarnos una historia diferente. Todas ellas con situaciones, lugares y an¨¦cdotas diferentes, pero tambi¨¦n muchos aspectos en com¨²n. Durante la larga traves¨ªa de cada uno hasta llegar a Marruecos se han sucedido numerosas violaciones de los Derechos Humanos. Robos, amenazas, enga?os, extorsiones, racismo, violaciones, secuestros, esclavitud, asesinatos¡ Son los peligros que se encuentran en este camino. En la foto, este chico de Camer¨²n sufri¨® una agresi¨®n por la polic¨ªa marroqu¨ª mientras caminaba en busca de comida. Al preguntarle si era musulm¨¢n o cristiano respondi¨® que era cristiano, as¨ª que le golpearon con una piedra en la cara y despu¨¦s lo arrojaron por un acantilado de 16 metros de altura. Sufri¨® cuatro fracturas faciales, varias en su pierna izquierda y perdi¨® mucha sangre. Salv¨® la vida de milagro. MINGO VENERO Muchos migrantes se ven obligados a permanecer en Marruecos e intentar ganarse la vida en este pa¨ªs por un tiempo. Ante la gran dificultad que existe para llegar a Europa muchos deciden probar suerte con alg¨²n peque?o negocio que les permita mal vivir y poder enviar algo de dinero a sus familias que, por lo general han tenido que reunir una fortuna para que ellos pudieran partir. Por este motivo el regreso a sus pa¨ªses ante la dificultad de llegar a Europa es la ¨²ltima decisi¨®n posible. La verg¨¹enza y el miedo al rechazo por sentirse perdedores si regresaran es motivo de mucho peso, por lo tanto la estancia en Marruecos puede alargarse varios a?os. La venta ambulante de 'souvenirs', tel¨¦fonos m¨®viles, relojes o gafas de sol, es a una de las pocas labores a las que pueden aspirar. En la foto, un chico de Senegal fuma un pitillo mientras prepara la cena, despu¨¦s de su jornada de trabajo por las calles de Rabat. MINGO VENERO Los motivos por los que los migrantes deciden arriesgar sus integridad para conseguir una vida mejor para ellos y sus familias suelen tener un motivo: la pobreza. Puede haber otros, pero el principal es ¨¦ste. Todos los que parten de sus pueblos y ciudades dejan atr¨¢s familias humildes, sin a penas recursos econ¨®micos y con un sue?o, que ese familiar consiga llegar a Europa para que pueda enviar dinero a casa. Muchas de estas familias se endeudan para reunir el dinero que consideran necesario para que la persona elegida por todos sea la que viaje con el futuro de todos ellos en la mochila. En la foto, este hombre de Congo tuvo que migrar de su pa¨ªs a causa de la guerra y la pobreza de su familia. En un hospital de Argelia, unas jeringuillas infectadas le transmitieron una enfermedad degenerativa que afecta a sus piernas. La ALCS (Asociaci¨®n de Lucha Contra el SIDA) en Rabat se est¨¢ haciendo cargo de este hombre. MINGO VENERO Primero, la traves¨ªa hasta llegar a Marruecos y despu¨¦s, la estancia en el pa¨ªs hasta tener la oportunidad de intentar llegar a Europa. Si es complicado para cualquier persona, para las mujeres lo es a¨²n m¨¢s. No solo complicado, sino peligroso. En muchos casos son captadas por las mafias que trafican con ellas como esclavas sexuales. Todo est¨¢ preparado para que, si consiguen llegar a Europa, tengan que pagar vendiendo su dignidad. En muchas ocasiones sus familias est¨¢n amenazadas en sus pa¨ªses de origen, as¨ª que ese miedo les obliga a aceptar las condiciones. A la ALCS (Asociaci¨®n de Lucha Contra el SIDA) acuden muchas mujeres para ser atendidas tras sufrir agresiones, o para tratar las infecciones y enfermedades contra¨ªdas por trasmisi¨®n sexual. En la foto, una mujer me cuenta sus experiencias mientras es atendida en el Centro M¨¦dico que la ALCS tiene en Rabat. MINGO VENERO La ¨²nica manera de poder acceder a una vivienda para los migrantes ilegales es alquilar pisos en mal estado y convivir en comunidad. En Marruecos, los denominados ¡°pisos patera¡± no son m¨¢s que reducidos espacios con colchones en el suelo, un hornillo de gas, utensilios para cocinar y, con suerte, un reducido ba?o. El grupo de cinco migrantes senegaleses que conoc¨ª en un barrio a las afueras de Rabat conviv¨ªa en un espacio de reducidas dimensiones, de unos 10 metros cuadrados, con acceso a un patio. En los d¨ªas que pas¨¦ con ellos fui testigo del ambiente de compa?erismo, amistad, apoyo y solidaridad. Por lo general son j¨®venes y adolescentes de entre 16 y 25 a?os que, como es normal con esa edad, intentan tambi¨¦n divertirse a pesar de la complicada situaci¨®n en que viven. En la foto, un chico de Senegal sonr¨ªe en el momento de su oraci¨®n antes de acostarse. MINGO VENERO La relaci¨®n con este chico fue especial, su historia es especial. Procede de Senegal, su idioma nativo es el w¨®lof, apenas domina el franc¨¦s y no sabe ni leer ni escribir. Si ya es complicado conseguir integrarse en un pa¨ªs que no es el tuyo, lo es a¨²n m¨¢s si ¨²nicamente te puedes comunicar con tus compatriotas. Algunos de sus compa?eros ¨Cy en ocasiones yo mismo¨C, le ayud¨¢bamos con las pronunciaciones m¨¢s b¨¢sicas de los monos¨ªlabos en franc¨¦s y con la caligraf¨ªa. El avance diario era incre¨ªble y ver lo orgulloso que se sent¨ªa era enternecedor. El esfuerzo y la rapidez con la que muchos migrantes son capaces de aprender un idioma para poder comunicarse y as¨ª integrarse es admirable. En la foto, ¨¦l reza despu¨¦s de haber realizado sus ejercicios de lectura. MINGO VENERO A¨²n no se hab¨ªa visto las heridas que ten¨ªa en la cara despu¨¦s de la agresi¨®n de la polic¨ªa marroqu¨ª. Le acompa?¨¦ al ba?o y se pudo mirar en el espejo. Le impact¨® mucho ver su rostro, su expresi¨®n fue realmente de terrible tristeza, regres¨® a la cama ayudado de sus muletas y se sent¨®. Estaba en estado de 'shock'. Le dije que su cara estaba muy inflamada debido a las fracturas y que las cicatrices no se le iban a notar tanto en el futuro, que realmente ten¨ªa mucha suerte de estar vivo. Al rato quiso sentarse en una silla cerca de la ventana porque hac¨ªa un d¨ªa soleado. Despu¨¦s de verse en el espejo yo sab¨ªa que iba a ser m¨¢s reacio a que le hiciera fotos, pero le dije que esta foto le iba a tranquilizar. La luz del sol solo iluminaba la mitad intacta de su cara dejando en la sombra lo que en ese momento estaba en su mente. Al ense?arle la foto sonri¨®. Este chico de Camer¨²n tuvo que esperar varias semanas en el hospital de Oujda antes de ser operado de las cuatro fracturas en su cara. El caso fue atendido por MSF, que asumi¨® los costes de las placas y las operaciones. MINGO VENERO