Todas las mujeres del presidente El Asad
Rompiendo la tradici¨®n de su padre, el mandatario sirio tiene predilecci¨®n por rodearse de asesoras en el trabajo Unas veteranas, otras j¨®venes formadas en el extranjero. Un indicio de reforma que, como tantos otros, se qued¨® en espejismo
Era una n¨ªtida ma?ana de fr¨ªo alpino cuando se abrieron las puertas de un hotel del estilo de la Belle Ep¨®que para una diminuta mujer de 60 a?os cubierta por un abrigo de vis¨®n cuyo brillo denotaba m¨¢s que lujo, poder. Al cuello, un grueso collar de perlas. Y en la cartera, toda una colecci¨®n de dosieres sobre los motivos por los cuales la permanencia de Bachar el Asad en la presidencia siria es conveniente e incluso necesaria para la estabilidad de Oriente Pr¨®ximo y los intereses de Occidente.
Parec¨ªa algo perdida Bouthaina Shaaban en el hotel Palace de la recoleta localidad de Montreux en el arranque de la conferencia de paz de Ginebra II, el 22 de enero. Pero sab¨ªa muy bien d¨®nde se adentraba. Y ten¨ªa muy claro qu¨¦ iba a hacer a Suiza: defender las acciones de un r¨¦gimen al que la Comisi¨®n de Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha acusado de cr¨ªmenes como el secuestro, la tortura y las ejecuciones sumarias. No por nada es una de los seis altos funcionarios sirios a los que el Gobierno estadounidense coloc¨® en 2011 en una lista de sanciones econ¨®micas, en su caso concreto ¡°por ser la cara visible de la represi¨®n del r¨¦gimen¡±.
Cuando en 2000 se le despej¨® el camino para acceder a la presidencia, muchos tem¨ªan que Bachar el Asad, de 48 a?os, no fuera lo suficientemente parecido a su padre como para retener todo el poder en Siria. A Hafez el Asad, el Le¨®n de Damasco, se le tem¨ªa por implacable. Hoy Bachar, puesto a prueba en tiempos de guerra, ha dado muestras de ser todo lo duro que sea necesario y m¨¢s. En lo que no se parece a su padre es en su predilecci¨®n por rodearse de mujeres en el trabajo. Son asesoras, sobradamente preparadas algunas, muy j¨®venes otras, unidas por su fascinaci¨®n por un hombre al que el mundo vio como un anodino reformista cuando ascendi¨® a presidente, pero que ha dado sobradas muestras de que sabe imponerse en los intrincados pasillos del poder sirio.
Al Yazira cerr¨® en Damasco tras las cr¨ªticas de una experiodista cercana al poder
A negociar en Suiza, El Asad envi¨®, junto a su anciano y orondo ministro de Exteriores, Wallid al Muallem, a dos de las mujeres que m¨¢s fidelidad le han demostrado en estos momentos de crisis. Una era Shabaan y la otra una estilizada joven con mechas rubias y bolsos caros, de la minor¨ªa religiosa drusa. A pesar de una exitosa carrera en televisi¨®n, Luna Chebel, de 39 a?os, evit¨® escrupulosamente a los medios para centrarse en las reuniones a puerta cerrada. Chebel fue presentadora en los informativos de Al Yazira hasta que en 2010 dimiti¨®, junto a otras cuatro compa?eras, despu¨¦s de que la direcci¨®n pusiera en duda, de forma interna, su modestia y decencia, por aparecer en pantalla con ropa y maquillaje demasiado occidentalizados. Al regresar a Damasco estrech¨® lazos con el r¨¦gimen, hasta ser nombrada, en diciembre de 2012, portavoz del Ministerio de Exteriores.
Desde ese puesto, y luego en la ¨®rbita de la presidencia, se dedic¨® a atacar a los medios que informaban de la guerra siria y eran cr¨ªticos con El Asad. A su antigua cadena la acus¨® de ¡°traicionar los principios de ¨¦tica period¨ªstica¡±. Sin duda, sus opiniones fueron decisivas en las presiones gubernamentales que llevaron a la televisi¨®n catar¨ª a cerrar su corresponsal¨ªa en Damasco solo un mes despu¨¦s del inicio de las protestas.
La predilecci¨®n del presidente sirio por rodearse de asesoras hermosas formadas en el extranjero ha creado guerras en su gabinete en el pasado. Despu¨¦s del inicio de las protestas en 2011 se formaron dos bandos: frente a las veteranas, las advenedizas. En marzo de 2012 un grupo de hackers afiliados a la oposici¨®n filtr¨® a varios medios miles de correos sustra¨ªdos al equipo de la presidencia. En ellos qued¨® patente la atracci¨®n ejercida por El Asad sobre una nueva cohorte de j¨®venes, formadas en su mayor¨ªa en Estados Unidos.
Sheherazad Yafari, hija del embajador sirio ante la ONU, se dedic¨® a concertar entrevistas del presidente con estrellas de la televisi¨®n norteamericana, como Barbara Walters, y en un correo enviado a un antiguo empleador suyo en Nueva York le dijo: ¡°El desenlace va a sorprender a todos. Como siempre te he dicho, a este hombre lo adora su gente¡±. Hadeel al Ali fue m¨¢s lejos. Aparte de las rutinarias defensas del presidente, tuvo una correspondencia algo elevada de tono con ¨¦l. ¡°Qu¨¦ mono. ?Te echo de menos!¡±, le dijo al enviarle una foto de ¨¦l mismo cuando era un estudiante. En otro correo adjunt¨® una foto de una mujer no identificada, morena como ella, de espaldas, luciendo solo un sujetador y un m¨ªnimo tanga, ambos blancos.
En el breve y confuso reino de ese s¨¦quito de asesoras, las m¨¢s veteranas quedaron relegadas. Bouthaina Shaaban no se hab¨ªa prodigado en reuniones, ruedas de prensa y entrevistas desde los primeros d¨ªas de la revuelta, cuando dio garant¨ªas a la oposici¨®n de que el presidente hab¨ªa dado ¨®rdenes a los altos mandos del ej¨¦rcito de que no dispararan contra aquellos que protestaran contra el Gobierno. Fueron promesas falsas o equivocadas. El verano pasado, con el conflicto enquistado y m¨¢s de 100.000 muertos, Shaaban volvi¨® a emerger triunfante en Damasco, de nuevo cercana confidente de El Asad, demostrando que su influencia solo ha crecido, algo que ha quedado demostrado por sus comparecencias p¨²blicas ahora en Ginebra II.
Shaaban comenz¨® trabajando de int¨¦rprete para el padre de este. Doctorada en Literatura Inglesa por la universidad brit¨¢nica de Leeds y profesora mucho tiempo de Poes¨ªa Rom¨¢ntica en la universidad de Damasco, supo situarse en la ¨®rbita de Bachar a la muerte de su padre. Le ayud¨® a modernizar el Ministerio de Exteriores y entre 2003 y 2008 fue ministra de Expatriados, una cartera creada a su medida para convencer a empresarios sirios en el extranjero de que invirtieran en su pa¨ªs. Mayor que el presidente, casada y con tres hijos, ha espantado la amenaza que el enjambre de j¨®venes asistentas supon¨ªa para el matrimonio de El Asad. En eso tambi¨¦n ha sido diferente el hijo al padre. Hafez escondi¨® de los actos p¨²blicos a las mujeres de su vida, su mujer Aniseh y su hija Bushra. Bromeaban los sirios que tal vez era por su falta de atractivo, pero era m¨¢s bien porque ¨¦l se centraba en ejercer todo el poder sin distracciones.
Con Bachar la presidencia dio el salto a las p¨¢ginas de las revistas de moda y del coraz¨®n, con la bella Asma, la actual primera dama, prodig¨¢ndose en todo tipo de saraos. Damasco so?aba con ser Par¨ªs. Era un nuevo modelo. Al fin y al cabo la pareja presidencial hab¨ªa estudiado en Europa y tra¨ªa consigo aires de reforma. A medida que avanz¨® la revuelta qued¨® claro que tal vez el envoltorio fuera diferente, pero en la esencia nada hab¨ªa cambiado en la familia El Asad. El presidente sigue siendo capaz de hacer lo necesario para impedir que Siria se le escape de las manos. Y en ello le ayudan sus mujeres.
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