Final ordenado de ETA
La pol¨ªtica democr¨¢tica tiene que dar pasos para consolidar la victoria del Estado frente a la banda
La disoluci¨®n de ETA es el objetivo irrenunciable de la democracia espa?ola y el m¨¢s claro reconocimiento de la victoria del Estado frente a la banda terrorista. Sin embargo, ser¨ªa ingenuo pensar que los dem¨®cratas solo tienen que sentarse a esperar el comunicado de disoluci¨®n, tantas veces reclamado desde el Gobierno y otras instancias. La gesti¨®n de un final ordenado de ETA incumbe a los partidos democr¨¢ticos, y en ese sentido es positiva la noticia de la reuni¨®n discreta mantenida por el lehendakari, I?igo Urkullu, con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, precedida de otra entre Urkullu y el dirigente socialista Alfredo P¨¦rez Rubalcaba.
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Una vez consolidada la certidumbre del fin de la violencia y de que no habr¨¢ vuelta atr¨¢s, la aplicaci¨®n de la sentencia del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo sobre la doctrina Parot ha excarcelado a varias decenas de etarras en condiciones distintas a las que anunciaban los agoreros: ni apolog¨ªas del terrorismo ni escenificaciones de una supuesta victoria de los vencidos, salvo m¨ªnimos incidentes.
Quedan cientos de terroristas en las c¨¢rceles. Y precisamente del colectivo de presos de ETA sali¨® la iniciativa de aceptar la legalidad y acogerse al procedimiento individual de petici¨®n de beneficios penitenciarios, lo cual excluye la hip¨®tesis de negociaci¨®n colectiva con el Gobierno pretendido desde siempre por la banda. Este paso rompe la contumacia de ETA para cuestionar y erosionar el Estado de derecho, y la consecuencia es que los presos asumen la derrota de su raz¨®n de existir y reconocen a ese Estado de derecho al que tanto han combatido.
El objetivo de llegar al final definitivo se encuentra ligado a la cuesti¨®n de los presos. El Ejecutivo de Rajoy ha mantenido ¨ªntegramente su pol¨ªtica penitenciaria y no se le puede pedir que la cambie, pero conviene explorar f¨®rmulas de reinserci¨®n de aquellos etarras que renuncien p¨²blicamente a la violencia, pidan perd¨®n a las v¨ªctimas y se comprometan a reparar el da?o causado en la medida de lo posible, en la estela de lo que se llam¨® v¨ªa Nanclares. A su vez, ETA tiene que llevar a cabo un desarme efectivo y verificable.
La moderaci¨®n adoptada por el PNV y por Urkullu es una garant¨ªa. Los dirigentes de las fuerzas pol¨ªticas m¨¢s importantes le escuchan. La noticia del cierre de una coalici¨®n entre CiU y PNV para las pr¨®ximas elecciones europeas, sin participaci¨®n en ella de Esquerra Republicana de Catalunya, afianza la sensaci¨®n de moderaci¨®n. En todo caso, una soluci¨®n s¨®lida y real necesita de la colaboraci¨®n de m¨¢s instancias y fuerzas pol¨ªticas: los Gobiernos central y de Euskadi, por supuesto, pero tambi¨¦n los socialistas y el propio PP de Euskadi, cuya presidenta, Arantza Quiroga, representa una l¨ªnea m¨¢s interesante que la pura cr¨ªtica y descalificaci¨®n por parte de algunos de los disidentes surgidos en el seno del PP.
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