?Por qu¨¦ nos gusta tanto burlarnos de lo popular?
El videojuego m¨¢s comentado del momento, 'Flappy bird', era tambi¨¦n uno de los m¨¢s detestados desde hace varios meses Ahora que ya no se puede adquirir, se ha revalorizado Su historia recuerda nuestra necesidad de criticar lo que a todo el mundo le gusta
La imagen de un p¨¢jaro que no puede volar ya cuenta, irremediable, con una discreta dosis de poes¨ªa. La historia del videojuego que hasta hace unos d¨ªas protagonizaba tal ave ha resultado ser directamente mitol¨®gica. Flappy bird, que as¨ª se llamaba el invento, era un videojuego simpl¨®n en el que el usuario ten¨ªa que dar toquecitos en la pantalla del smartphone para que el vol¨¢til pixelado agitara esas inermes alas suyas y se colara entre un sinf¨ªn de tuber¨ªas. Ese era el planteamiento, nudo y desenlace, todo apoyado por una est¨¦tica tan retro que antes de empezar una partida nueva casi parec¨ªa que hab¨ªa que meter cinco duros en la tarjeta de la nanoSIM. Era adictivo, era frustrante, era popular. Era tanto de todo que tuvo que desaparecer de este mundo.
Justin Bieber. Facebook. Apple. Anne Hathaway y Susan Boyle.? 'Keep calm and...'. La Navidad. Lo popular acaba siendo, con y sin motivo, lo peor desde aquella otra cosa tan popular del a?o pasado
Tan conocido como el t¨ªtulo ¨Cy esto no es decir poco: se descarg¨® 50 millones de veces¨C, es la historia de lo que ocurrido este fin de semana: su creador, un joven vietnamita llamado Dong Nguyen, anunci¨® el s¨¢bado que iba a borrar la aplicaci¨®n que le estaba reportando, seg¨²n admiti¨® ¨¦l mismo, unos 50.000 d¨®lares al d¨ªa en publicidad. Sus motivos fueron difusos en un principio y cada uno cambiaba el g¨¦nero de la historia del pajarraco que vol¨® demasiado cerca del sol. El propio Nguyen tuite¨®: "Flappy bird es un ¨¦xito m¨ªo. Pero tambi¨¦n arruina mi simple existencia. Ahora lo odio", acaso dando a entender que su discreta creaci¨®n se hab¨ªa hecho demasiado famosa demasiado r¨¢pido como para asimilarlo. Pero tambi¨¦n dijo: "La prensa est¨¢ sobrevalorando el ¨¦xito de mis juegos. Es algo que no quiero. Por favor, d¨¦jenme paz", como apuntando a una humildad no siempre presente en las historias de ¨¦xito occidentales. Hoy sabemos que Dong ha anunciado hoy que lo retir¨® porque era "muy adictivo".
No hay forma m¨¢s efectiva de hacerse o sentirse dominante en un entorno que criticar lo que es popular
Se puede creer esa versi¨®n porque no hay motivo para no creerla. Pero antes hay que recordar que la web Kotaku recog¨ªa un aspecto menos evidente de la historia: Flappy bird era un juego detestado. En redes sociales, en webs, en plataformas: para quien no era un juego terriblemente perfecto era un juego perfectamente terrible. Si se repasa la cuenta en Twitter de Nugyen se encuentran respuestas a mensajes como: "Querido creador de Flappy bird: le odio. Mu¨¦rase en un agujero". O: "Le odio, a usted y a su puto juego. Roc¨¦ una tuber¨ªa con una pluma, ?y ya me he muerto? ?Eso no es realista!". Preguntado, "?Cu¨¢ntas amenazas de muerte recibe usted al d¨ªa?", por un tuitero, Nguyen contest¨®: "Un par de cientos".
?Por qu¨¦ odiar al creador de algo que al final es tan tonto y fascinante como Flappy bird; alguien que no ha dado muestras ni de avaricia ni de ambici¨®n ni de ninguno de los pecados capitales de un personaje p¨²blico? No es cuesti¨®n de motivos, porque los esgrimidos son demasiados para llegar a alguna conclusi¨®n: la gente lamenta lo arcaico de sus gr¨¢ficos, lo simple de sus retos, el hecho de que algunos dise?os recuerdan demasiado al cl¨¢sico Mario Bros. Y, claro, el hecho de que sea tan dif¨ªcil que es frustrante y la posibilidad de que uno muera ante si quiera de empezar a jugar (!). No. Es una cuesti¨®n de pasi¨®n: a Flappy bird se le ha odiado con ganas.
El instinto de algunas personas les lleva a rebelarse contra una visi¨®n uniforme
Hay una respuesta recurrente para estos casos y en ella puede que est¨¦ la moraleja de esta historia: hay cosas que se odian porque son populares. Porque gustan a mucha gente. Porque somos una especie que se pasma cuando nace algo que acaba en lo alto de todas las listas, o en primer plano en todas las pantallas, o las palmas de todas las manos, o en las gargantas de todos los j¨®venes; pero tambi¨¦n somos una especie que se gusta mostrando los puntos d¨¦biles a los gigantes y criticando a todos aquellos que no los vieron en primer momento. En Espa?a y en el resto del mundo occidental. Daba igual la m¨²sica que cantara Justin Bieber cuando todav¨ªa era menor de edad. Daba igual de d¨®nde vinieran los beneficios de Facebook en 2007. Daba igual c¨®mo sonara el Get lucky de Daft Punk en 2013. Popular es el Harlem Shake. Los pantalones ciclistas. El I gotta feeling. Anne Hathaway. Susan Boyle. La broma esa de Keep calm and... El Gangnam style. Titanic. El iPhone. Los Angry birds. Bob Dylan. Hunter S. Thomson. La Navidad. Este pajarito. Un n¨²mero determinado de exposiciones a la humanidad y ya se es lo peor desde aquella otra cosa que se hizo tan popular el a?o pasado. A veces porque los cr¨ªticos tienen motivos leg¨ªtimos. A veces solo porque s¨ª.
Nadie ha acertado a decir por qu¨¦ tenemos un resorte en el cerebro tan suicida que nos lleva a criticar aquello que une a la sociedad. Seg¨²n el estudio que se consulte se encuentra un motivo definitivo. Podr¨ªa ser porque hay gente que es rebelde por instinto y no soporta una visi¨®n uniforme e indiscutible sobre algo. O porque nos gusta formar jerarqu¨ªas y, tristemente, como el poder es cuesti¨®n de percepci¨®n, no hay forma m¨¢s efectiva de hacerse o sentirse dominante en un entorno que criticar lo que es popular. O a lo mejor es culpa de los medios, que reciben m¨¢s audiencia en cuanto hablan de algo que es popular. Y la ¨²nica excusa para hablar de algo que es popular es decir algo negativo. O, lo que es lo mismo, que criticar algo que es popular es muy ¨²til para quien quiera llamar la atenci¨®n.
Desde que Dong ha retirado su videojuego, las cosas han cambiado. Flappy bird se ha convertido en un art¨ªculo de lujo, de entendidos que supieron apreciarlo en su momento. Los iPhones que tienen el original descargado se ofertaron en eBay por 90.000 d¨®lares. Si recordamos lo que se dec¨ªa de ¨¦l cuando era popular y lo que cuesta ahora que Flappy bird es algo megaexclusivo, puede que su protagonista ¨Cya sea el del juego, que es ese pajarito que crey¨® que pod¨ªa volar pero result¨® ser incapaz, o bien su creador, que es lo mismo¨C acabe siendo lo mismo que cualquier otra criatura mitol¨®gica de la cultura popular: la encarnaci¨®n m¨¢s perfecta hasta la fecha de una de nuestras pulsiones m¨¢s caracter¨ªsticas.
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