La verdadera anarqu¨ªa es la anarqu¨ªa del poder
La cuesti¨®n sobre las protestas en Bosnia-Herzegovina es: ?por qu¨¦ los manifestantes son condenados por ser violentos si el poder del Estado es todav¨ªa m¨¢s violento, sirviendo a los magnates del mercado y de la guerra?
Hay un relato que podr¨ªa resumir perfectamente las actuales agitaciones en Bosnia¨CHerzegovina. El novelista yugoslavo Ivo Andri?, conocido sobre todo por su monumental libro El puente sobre el Drina, public¨® en 1948 un cuento corto con el t¨ªtulo ¡°La historia del siervo Siman¡±.
La misma tiene lugar durante la transici¨®n de poder del imperio otomano al imperio austro-h¨²ngaro en Bosnia y Herzegovina. Cuando el pueblo bosnio expuls¨® a los turcos en 1876, se respiraba un gran entusiasmo: se esperaba que las opresivas relaciones feudales iban a llegar a su fin. S¨®lo dos a?os m¨¢s tarde llegaron las tropas austro-h¨²ngaras. La esperanza a¨²n impregnaba el ambiente y un siervo llamado Siman cre¨ªa que todo iba a cambiar. As¨ª que dej¨® de pagar su servidumbre feudal.
Un d¨ªa le visita su amo y se lo encuentra tumbado en el suelo: no puede dar cr¨¦dito a sus ojos al ver que Siman ni siquiera se levanta ante su presencia. Por si fuera poco, Siman le dice a su antiguo amo que, si realmente las quiere, recoja ¨¦l mismo las ciruelas. Y ese es el momento en que, triunfalmente, Siman pronuncia la siguiente disertaci¨®n: ¡°Nos hab¨¦is estado dominando durante cuatrocientos a?os. Ahora nosotros os dominaremos a vosotros otros cuatrocientos a?os. Y para los cuatrocientos a?os restantes haremos un trato¡±.
As¨ª pues, ?est¨¢ sucediendo hoy algo similar en Bosnia-Herzegovina? Exactamente el a?o en el que todos compiten por una mejor conmemoraci¨®n del 100 aniversario del acontecimiento que cambi¨® el mundo ¡ªel asesinato de Franz Ferdinand en Sarajevo en junio de 1914¡ª , el pasado mi¨¦rcoles 5 de febrero unos trabajadores que desde hace tiempo no cobran ni sus salarios ni sus pensiones han desencadenado una protesta en la ciudad nororiental de Tuzla. Nada tiene de sorprendente que la agitaci¨®n comenzara exactamente en esa ciudad.
En otro tiempo, Tuzla, como Sarajevo y Zenica, fue una de las ciudades industriales m¨¢s florecientes no s¨®lo de Bosnia-Herzegovina, sino de toda Yugoslavia. Hoy d¨ªa, todas las antiguas rep¨²blicas se hallan completamente desindustrializadas y devastadas por el llamado ¡°proceso de transici¨®n¡±. Se supon¨ªa que iba a ser un viaje al pr¨®spero Occidente. No obstante, con el reciente acceso de Croacia a la Uni¨®n Europea, si no antes, se ha hecho patente que para los Balcanes nada hay que tenga que ver con una ¡°libre transici¨®n¡±. En Croacia, el ¨ªndice de desempleo entre los j¨®venes es del 25%, lo que la sit¨²a justo detr¨¢s de los PIGS, a saber Espa?a (con el 56%) y Grecia (con m¨¢s del 60%). Bosnia-Herzegovina ni siquiera est¨¢ en la Uni¨®n Europea, pero se aproxima ya a Grecia con un 57%. No es extra?o que la mayor¨ªa de la gente que hoy se ve por las calles de Bosnia-Herzegovina sean j¨®venes.
¡°Primavera balc¨¢nica¡± es una bonita expresi¨®n, pero es algo mucho m¨¢s complicado que eso. En lugar de un Mubarak o de un Ben Ali, aqu¨ª no nos encontramos con un enemigo concreto sino con las ¡°elites corruptas¡±. Conforme a los Acuerdos de Paz de Dayton, Bosnia-Herzegovina est¨¢ dividida en dos entidades (la Republika Srpska y la Federaci¨®n de Bosnia y Herzegovina). Luego hay otra subdivisi¨®n pol¨ªtica, formada por cantones. Y as¨ª sucesivamente¡Por decirlo en pocas palabras, cuando el viernes 8 de febrero los manifestantes prendieron fuego a edificios gubernamentales, el ministro del interior pudo decir tranquilamente que la polic¨ªa no se halla bajo su jurisdicci¨®n, de manera que ¨¦l no es el responsable de la violencia policial. ¡°Si no encuentras el primer ojal¡±, que dir¨ªa Goethe, ¡°ya no conseguir¨¢s abotonarte bien el abrigo¡±. El Acuerdo de Paz de Dayton fue ese primer ojal.
Coincidencia o no, el 5 de febrero, cuando comenzaron las propuestas en Tuzla, era tambi¨¦n el 20 aniversario de la masacre del mercado de Markale en Sarajevo. As¨ª que, por un lado, con lo que uno se encuentra es con un pa¨ªs que todav¨ªa no se ha recuperado de la guerra, y por otro lado con el interminable ¡°proceso de transici¨®n¡±, un estado desindustrializado con uno de los m¨¢s altos ¨ªndices de desempleo de Europa. Y cuando unos trabajadores desesperados llevan en huelga varias semanas y nadie reacciona, ya sean entidades o cantones, pol¨ªticos o partidos pol¨ªticos, eso no es ¡°violencia¡±. Pero cuando los no menos desesperados manifestantes, j¨®venes a los que se hab¨ªan unido pensionistas, empezaron a lanzar piedras a la polic¨ªa, e incluso a quemar coches y edificios oficiales, entonces, como era de esperar, se les tild¨® de ¡°hooligans¡±.
Aqu¨ª volvemos a encontrarnos con una historia conocida. Cuando a finales de 2005 ardieron las banlieues de Par¨ªs y de otras veinte ciudades francesas, pudimos o¨ªr los mismos argumentos, e incluso Sarkozy lleg¨® a llamarles racaille (escoria) que tiene que limpiarse con K?rcher (una conocida marca de un producto para limpiar superficies, que las despoja en¨¦rgicamente de la porquer¨ªa que tienen incrustada, como los excrementos de paloma). En un art¨ªculo publicado en Lib¨¦ration, el fil¨®sofo franc¨¦s Jean Baudrillard hizo ver que ¡°ten¨ªan que arder mil quinientos coches en una sola noche y, luego, en una escala descendente, novecientos, quinientos, doscientos, para que se volviera a alcanzar la ¡°norma¡± diaria y que as¨ª la gente se diera cuenta de que cada noche se queman noventa coches en esta dulce Francia nuestra¡±. En todo el 2005 ardieron en Francia m¨¢s de 25.000 coches. Pero, sorpresa, sorpresa, en las banlieues solamente 9.000.
Teniendo esto en cuenta, podr¨ªamos preguntar con toda legitimidad ?por qu¨¦ el gobierno franc¨¦s no proclam¨® un ¡°estado de excepci¨®n¡± durante todo el a?o y s¨ª solamente durante las protestas en los suburbios pobres? Y lo mismo vale para las actuales protestas en Bosnia-Herzegovina: ?por qu¨¦ los manifestantes son condenados por ser violentos si el poder del estado es todav¨ªa m¨¢s violento, sirviendo como ¡°mano invisible¡± ¡ªdurante los ¨²ltimos veinte a?os¡ª a los magnates del mercado y de la guerra? ?Por qu¨¦ a destrozar unas cuantas ventanas se le llama ¡°violencia¡± y a robar unos cuantos millones ¡°negocios¡±? O, como dice a sus esclavos uno de los cuatro hombres poderosos de Sal¨° en la ¨²ltima pel¨ªcula de Pasolini: ¡°La verdadera anarqu¨ªa es la anarqu¨ªa del poder¡±.
Sin embargo, para comprender lo que podr¨ªa pasar en la actual Bosnia-Herzegovina, retornemos a ¡°La historia del siervo Siman¡±. ?Qu¨¦ sucedi¨® despu¨¦s de que Siman respondiera triunfalmente a su amo? Pues que el amo vuelve a su casa con las manos vac¨ªas, pero pronto denuncia a su antiguo siervo, el cual es llevado ante un tribunal local. Siman no tarda en descubrir que el tribunal est¨¢ siguiendo las mismas viejas leyes otomanas y acaba en prisi¨®n. Su mujer cae enferma, su hijo tambi¨¦n, y ¨¦l se hunde.
El sentido del relato de Ivo Andri? es sencillo: incluso si puede parecer que todo est¨¢ cambiando, pi¨¦nsatelo dos veces. Al final de la historia, Siman tambi¨¦n proporciona un buen punto de vista sobre las actuales protestas en Bosnia-Herzegovina. Su familia, nos dice, ten¨ªa un hermoso gallo, que cantaba con mucha fuerza y la m¨¢s bonita de las voces. Pero el problema era que, a diferencia de los otros, empezaba a cantar demasiado temprano. As¨ª que, sencillamente, el padre de Siman mat¨® al pobre animal porque le despertaba. Un gallo no es suficiente. Una rebeli¨®n de esclavos no es suficiente. Incluso la rebeli¨®n misma no es suficiente. Es necesario pensar en un paso m¨¢s all¨¢. Y esa es hoy la aut¨¦ntica cuesti¨®n (pero no la ¨²nica) para Bosnia-Herzegovina: ?qu¨¦ vendr¨¢ despu¨¦s de las protestas?
Srecko Horvat es fil¨®sofo croata y coautor, con Slavoj Zizek, del libro El Sur pide la palabra, de pr¨®xima aparici¨®n.
Traducci¨®n del ingl¨¦s de Juan Ram¨®n Azaola
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