Maniobras de Blair en la oscuridad
Desde que dej¨® Downing Street cosecha titulares que se escoran hacia la prensa rosa Sus millones, supuestas aventuras con la exmujer de Murdoch e inc¨®modos consejos a la pol¨¦mica Rebekah Brooks
Se llama Anthony Charles Lynton Blair, pero le gusta que le llamen Tony. Desde la muerte de Margaret Thatcher ostenta el t¨ªtulo de pol¨ªtico brit¨¢nico vivo m¨¢s pol¨¦mico, que es como decir el m¨¢s odiado. Haga lo que haga, casi siempre es noticia.
Pero la admiraci¨®n que despert¨® por llevar al centro al laborismo y al conjunto de la pol¨ªtica brit¨¢nica empez¨® a desaparecer en 2004, cuando George W. Bush decidi¨® invadir Irak y Tony Blair se convirti¨® en el hombre clave, en el paraguas internacional que necesitaba. Eso no le impidi¨® conseguir en 2005 su tercera victoria electoral, aunque en aquel tiempo los laboristas no ten¨ªan rival. Pero su prestigio se fue difuminando con rapidez y su antiguo mentor, Gordon Brown, consigui¨® por fin forzar su marcha de Downing Street en 2007.
Desde entonces, su influencia directa en la pol¨ªtica brit¨¢nica es casi nula, pero Blair ha seguido siendo noticia. Los titulares en torno a ¨¦l, sin embargo, se confunden m¨¢s con la prensa rosa o con las maniobras en la oscuridad. La religi¨®n, el dinero, las aventuras o desventuras con la entonces mujer del magnate medi¨¢tico Rupert Murdoch y esta semana su papel de consejero de la que fuera mano derecha de Murdoch en sus diarios brit¨¢nicos, Rebekah Brooks, y sobre todo que le aconsejara poner en marcha una investigaci¨®n como la que le exoner¨® a ¨¦l de haber exagerado el peligro de los arsenales de Sadam Husein para justificar la guerra de Irak, son algunos de los temas que en los ¨²ltimos a?os han mantenido a Blair en la primera p¨¢gina de los peri¨®dicos en Reino Unido.
Sugiri¨® a Brooks que montara una investigaci¨®n como la que le exoner¨® a ¨¦l de exagerar el peligro iraqu¨ª
La sonrisa ha sido el santo y se?a que le ha permitido ganarse a los votantes y a sus interlocutores, a los que suele desarmar con sus formas c¨¢lidas y pr¨®ximas. Pero los caricaturistas, esa especie humana con un sexto sentido que les permite retratar el alma de una persona a partir de una caracter¨ªstica f¨ªsica, le han retratado como un hombre con un ojo izquierdo desproporcionadamente escrutador que domina toda su personalidad.
Blair el escrutador se hizo cat¨®lico nada m¨¢s abandonar Downing Street en la primavera de 2007. El anuncio no sorprendi¨® a nadie. Si acaso llam¨® la atenci¨®n que no lo hubiera hecho antes. Pero tampoco eso sorprendi¨®. Un hombre tan calculador como ¨¦l no iba a cometer la torpeza de abrazar al Papa de Roma siendo primer ministro de un pa¨ªs que todav¨ªa hoy proh¨ªbe a su monarca practicar el catolicismo y hasta hace muy poco tiempo ni siquiera le permit¨ªa estar casado o casada con un cat¨®lico o una cat¨®lica.
El ex primer ministro nunca ha ocultado el ardor de su fe religiosa, que contrasta con el creciente secularismo de la sociedad brit¨¢nica y que provoc¨® una de las preguntas m¨¢s inc¨®modas que le ha hecho la prensa en su larga carrera pol¨ªtica: ¡°?Rezaban juntos?¡±, le preguntaron una vez en una entrevista acerca de su relaci¨®n con el tambi¨¦n muy religioso George W. Bush. ¡°?C¨®mo dice?¡±, pregunt¨® a su vez Blair a la b¨²squeda de tiempo para preparar una respuesta convincente.
Despu¨¦s de la religi¨®n lleg¨® el dinero. El liderar un partido de izquierda y ser profundamente religioso no le ha impedido acumular una considerable fortuna y levantar un peque?o imperio inmobiliario a base de conferencias y de asesor¨ªas al mundo de los negocios. ?l dice que no le interesa especialmente el dinero, que no sue?a con hacerse rico, pero que le viene bien para financiar sus fundaciones sobre religi¨®n, deporte, cambio clim¨¢tico o ?frica.
Convidado de piedra
El mismo d¨ªa de 2007 en que dej¨® Downing Street, Tony Blair fue nombrado enviado a Oriente Pr¨®ximo del llamado Cuarteto, para aunar las voluntades de las cuatro fuerzas que lo integran: EE UU, la UE, Rusia y la ONU. Pero Blair ha quedado ausente de las negociaciones reactivadas en julio por el secretario de Estado norteamericano, John Kerry. Ha visitado la zona en m¨¢s de cien ocasiones, pero si bien Israel defiende t¨ªmidamente su labor, los palestinos le retratan como un mero convidado de piedra.
Quiz¨¢s el momento m¨¢s embarazoso para Blair desde que dej¨® el poder lleg¨® hace tan solo unas semanas, cuando se publicaron unas notas personales de Wendi Deng, la exmujer de Rupert Murdoch, en las que le describ¨ªa en t¨¦rminos tan fogosos que mostraban una pasi¨®n m¨¢s propia de una adolescente que de una mujer madura. En el entorno de Blair han situado la relaci¨®n entre ambos en el terreno del platonismo y han dejado claro que ¨¦l ni la buscaba ni la deseaba. Sea como fuere, parece claro que Murdoch ha visto m¨¢s Eros que Plat¨®n en la admiraci¨®n de Wendi por Tony, y ya nadie duda de que esa fue la causa del divorcio expr¨¦s de la pareja el verano pasado. Murdoch, que se acaba de comprar su piso de soltero en Nueva York ¡ªun apartamento de cuatro plantas de 42 millones de euros¡ª, no se le pone al tel¨¦fono a Blair y este no ha podido darle explicaciones personalmente de por qu¨¦, si no hab¨ªa nada entre ellos, nunca le habl¨® de sus encuentros a solas con Wendi.
Blair dif¨ªcilmente volver¨¢ a la pol¨ªtica nacional y su triste figura en el conflicto palestino no le augura grandes andaduras internacionales. Pero pasar de ser el padrino del hijo de Murdoch a enemigo puede ser un mal negocio porque a¨²n le persigue el fantasma de la guerra de Irak. Todav¨ªa no se ha publicado el esperado informe Chilcot sobre las razones de la invasi¨®n. Y la publicaci¨®n de un correo electr¨®nico de Rebekah Brooks sobre los consejos que le dio Blair durante los momentos m¨¢s ¨¢lgidos de la crisis de las escuchas del News of The World han sido un mal negocio para ¨¦l.
En ellas aconseja a Brooks, ocho d¨ªas antes de ser arrestada, que montara una investigaci¨®n ¡°al estilo Hutton¡± para ser exonerada. Es decir, exactamente lo que todo el mundo piensa que hizo ¨¦l para resolver a su favor la pol¨¦mica p¨²blica con la BBC tras la muerte de un asesor del Ministerio de Defensa, el doctor David Kelly.
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