Espa?a frente al Holocausto
El ministro Jordana alent¨® la labor de salvaci¨®n de jud¨ªos en la II Guerra Mundial
En mayo de 1944, el cuerpo diplom¨¢tico espa?ol ofreci¨® un homenaje a su entonces ministro (de quien tengo el honor de ser nieto), el conde de Jordana, por el ¨¦xito alcanzado con la firma de los llamados Acuerdos de Mayo. El contenido de dichos acuerdos lo merec¨ªa; se daba un paso definitivo en la pol¨ªtica de colaboraci¨®n con los Aliados al retirar los env¨ªos de wolframio a Alemania, se aseguraba el suministro de gasolina de Estados Unidos y se repatriaba a los ¨²ltimos de la Divisi¨®n Azul. Era la ¨²ltima batalla de la tit¨¢nica lucha de Jordana por mantener a Espa?a fuera de la II Guerra Mundial.
En las palabras que ¨¦l dirigi¨® a sus colaboradores, dec¨ªa el ministro: ¡°Nuestra diplomacia ha obtenido y obtiene grandes triunfos. No desmay¨¦is en vuestra labor porque la ve¨¢is silenciada y a¨²n criticada. Vuestra misi¨®n de la diplomacia es de abnegaci¨®n, de sacrificio, silenciosa, muy parecida a la que corresponde al Estado Mayor de las Fuerzas Armadas. Yo estoy curtido en este modo de trabajar y puedo deciros que a la larga resulta sumamente grata, porque hab¨¦is de tener en cuenta que el prestigio s¨®lido no se adquiere con propaganda ficticia, sino con la realizaci¨®n de hechos que pasen a la posteridad. Y nada m¨¢s hermoso que servir a la patria callada y desinteresadamente¡±.
Sab¨ªa muy bien Jordana que eso era as¨ª. Su labor hab¨ªa sido interesadamente silenciada o no reconocida en sus distintos periodos en el Gobierno y por ello, su reflexi¨®n a los diplom¨¢ticos era, tambi¨¦n a futuro, premonitoria. As¨ª se deduce de la exposici¨®n de motivos del proyecto de Ley de Concesi¨®n de Nacionalidad Espa?ola a los Sefard¨ªes, de 7 de febrero de 2014, donde se dice: ¡°El Decreto Legislativo 1924 (...) fue el marco jur¨ªdico que permiti¨® a las legaciones diplom¨¢ticas espa?olas, durante la II Guerra Mundial, dar protecci¨®n consular a aquellos sefard¨ªes que hab¨ªan obtenido la nacionalidad espa?ola al amparo de ese decreto. El esp¨ªritu humanitario de estos diplom¨¢ticos ampli¨® la protecci¨®n consular a los sefard¨ªes no naturalizados y, en ¨²ltimo t¨¦rmino, a muchos otros jud¨ªos. Es el caso, entre otros, de ?ngel Sanz Briz en Budapest, de Sebasti¨¢n de Romero Radigales en Atenas, de Bernardo Rolland de Miotta en Par¨ªs, de Julio Palencia en Sof¨ªa, de Jos¨¦ Rojas en Bucarest, de Javier Mart¨ªnez de Bedoya en Lisboa, o de Eduardo Propper de Callej¨®n en Burdeos. Miles de jud¨ªos escaparon as¨ª del Holocausto y pudieron salvar sus vidas¡±.
¡°El esp¨ªritu humanitario¡± de esos diplom¨¢ticos, al que se refiere la exposici¨®n de motivos, est¨¢ fuera de toda duda. Tambi¨¦n su audacia y su valent¨ªa. M¨¢s all¨¢ de la pol¨ªtica que gui¨® su actuaci¨®n, los diplom¨¢ticos de aquella ¨¦poca eran los directos responsables de su acci¨®n. Las comunicaciones eran limitadas, no hab¨ªa capacidad real de desplazarse a Madrid, ni posibilidad de recabar instrucciones d¨ªa a d¨ªa, y, lo olvidamos, las muestras gr¨¢ficas del entorno en el que viv¨ªan no se compart¨ªan en tiempo real. Los diplom¨¢ticos de entonces hac¨ªan en sus destinos lo que consideraban correcto dentro de las ¨®rdenes recibidas de su cadena de mando, pero, en ausencia de estas, con base en la pol¨ªtica general en la que habr¨ªan sido instruidos.
Los sefard¨ªes obtuvieron la protecci¨®n consular espa?ola y, en ¨²ltimo t¨¦rmino, otros jud¨ªos
Resulta, sin embargo, que todos los citados diplom¨¢ticos llevaron a cabo las actuaciones por las que ahora son recordados, precisamente en la etapa ministerial de G¨®mez-Jordana. Por eso resulta dif¨ªcil pretender que este ministro, que se caracteriz¨® frente a su antecesor (Serrano S¨²?er) por la estrecha relaci¨®n que ten¨ªa con sus diplom¨¢ticos, pudiera no ya oponerse ¡ªcomo se ha sugerido en alg¨²n libro-f¨¢bula publicado hace a?os¡ª, sino no apoyar y alentar esa labor.
Uno de los ahora recordados en la exposici¨®n de motivos, Javier Mart¨ªnez de Bedoya, relataba en un pasaje revelador de sus Memorias c¨®mo Jordana le convoc¨® en octubre de 1943 a su casa para, tras preguntarle si era antisemita, encargarle la delicada misi¨®n de trasladarse a Lisboa para facilitar desde all¨ª y con diversas y precisas instrucciones un plan global de protecci¨®n a los jud¨ªos que inclu¨ªa el tr¨¢nsito de estos a trav¨¦s de la Pen¨ªnsula. Este plan se ve¨ªa facilitado por la firma entre Espa?a y Portugal (siendo Jordana ministro y Salazar jefe del Gobierno) del llamado Bloque Ib¨¦rico que aseguraba, entre otras muchas cuestiones, la neutralidad estrat¨¦gica de la Pen¨ªnsula.
Y es que el propio Bernd Rother en su libro Franco y el Holocausto ha tenido que reconocer (a disgusto, parece) que a¨²n ¡°relativizando¡± las estimaciones ¡°quiz¨¢s de 20.000 a 35.000 jud¨ªos fueron salvados porque Espa?a, a pesar de su amistad con Alemania (sic), no les rechaz¨® la entrada en la frontera¡±.
Supongo que al final se trataba de salvar vidas. No de contarlo. ¡°El prestigio s¨®lido no se adquiere con propaganda ficticia, sino con la realizaci¨®n de hechos que pasen a la posteridad¡±, dec¨ªa el conde de Jordana a sus colaboradores, aquellos a quienes los redactores del proyecto de ley de Concesi¨®n de Nacionalidad distinguen con su recuerdo. En relaci¨®n con el ministro, como ¨¦l mismo hab¨ªa previsto, se ha impuesto el silencio. Creo que conviene recordarlo.
I?igo G¨®mez-Jordana es socio presidente de Allen & Overy Abogados en Espa?a y profesor de Derecho Mercantil de la UCM.
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