Mi amigo Alfonso Cuar¨®n
El ¨¦xito mundial de Gravity, rodada en dif¨ªciles condiciones personales y profesionales, es un reconocimiento a la personalidad del director
Alfonso Cuar¨®n es un gran director. Pero es aun mejor amigo.
Alfonso Cuar¨®n es un extraordinario cineasta. Pero es aun mejor pap¨¢.
Alfonso Cuar¨®n es un gran artista. Pero es aun m¨¢s grande como ser humano.
Si en las primeras enunciaciones casi todos estamos de acuerdo, porque hemos visto su variado y ecl¨¦ctico trabajo, yo quiero ahora revelar algo del otro lado del artista: el Alfonso Cuar¨®n que he tenido la suerte de conocer, y con el que he compartido m¨¢s de 20 a?os de amistad.
Estas cualidades humanas que no se dan f¨¢cilmente en la vida de cualquier hombre, son aun m¨¢s dif¨ªciles de sostener bajo la presi¨®n que acarrea hacer una pel¨ªcula como Gravity. Ante su ¨¦xito inminente, ser¨¢ f¨¢cil para muchos pensar que este viaje al espacio fue placentero. Nada m¨¢s lejos de la realidad. Las duras circunstancias familiares, personales y profesionales de Alfonso fueron muy parecidas a las de esa mujer en el espacio. Basura f¨ªsica y metaf¨ªsica, desechos del miedo, avaricia, ignorancia y muchos de esos elementos que conforman la sublime y p¨²trida industria del cine industrial, se alinearon como proyectiles que impactaron contra su nave. Ante tales circunstancias, y tras Children of Men, Alfonso, el hombre, se dedic¨® y vivi¨® para sus hijos. Incondicional y omnipresente para Bu; a Jonas lo hizo copiloto de la nave; y a Olmo lo rescat¨® en una misi¨®n ¨¦pica.
Lo m¨¢s admirable de estos ocho a?os no es el resultado, sino la altura y la calidad humana con la que recorri¨® el camino. Si bien la vida de todos es y ser¨¢ constantemente impactada por basura k¨¢rmica, no todos tenemos la habilidad o la pr¨¢ctica de la consciencia para responder y evitar as¨ª abortar la misi¨®n: perdernos en un hoyo negro, o activar el bot¨®n de la autodestrucci¨®n integrado en el panel del p¨¢nico, victimizaci¨®n y resentimiento.
Un n¨²mero importante de inversionistas vendi¨®, una semana antes del estreno, un porcentaje de la pel¨ªcula para salvarse de la cat¨¢strofe que ve¨ªan venir
De hecho, un n¨²mero importante de los inversionistas vendi¨®, una semana antes del estreno, un alto porcentaje de la pel¨ªcula para salvarse de la cat¨¢strofe que ve¨ªan venir. El miedo, que no es sino ignorancia, reina en una industria tomada por los conglomerados corporativos, Wall Street, y los contadores que manejan fondos millonarios de inversi¨®n y cuyo fin (para no hablar de principios) no es hacer cine, y mucho menos arte, sino un chingamadral de dinero sin riesgo, r¨¢pido y f¨¢cil. Pero hacer cine no es tener dinero sino saber mirar.
En otras palabras, Alfonso y su nave estuvieron en el espacio y a la deriva, abandonados por la NASA.
Ante circunstancias extremadamente adversas, y a veces sin oxigeno, Alfonso siempre razon¨® y actu¨® bajo unos principios superiores. Ante la limitaci¨®n, creatividad. Ante el rechazo o duda, dignidad y confianza.
Me consta porque un d¨ªa antes del estreno mundial de Gravity comimos juntos en un caro restaurante japon¨¦s vegetariano de Manhattan, y pagu¨¦ la cuenta, por las dudas.
M¨¢s all¨¢ del extraordinario dominio de su arte y oficio, lo que hace a Alfonso un gran director es esa visi¨®n suya sostenida (terca, pero no necia), subordinada a una profunda espiritualidad y un curioso, provocador e inquieto intelecto. ?Nunca he conocido una lengua m¨¢s filosa que la suya!
Si bien hablar, criticar y/o elogiar los m¨¦ritos formales que tiene su obra es ya una obviedad, me parece importante se?alar que Alfonso, como muchos otros grandes directores mexicanos (Reygadas, Del Toro, Escalante, Eimbcke,, Naranjo, etc¡), es un grande no por lo que se ve en pantalla sino por lo que no se ve y pocos saben; no por los premios y reconocimientos que ha recibido y recibir¨¢, desde la Patata de Oro en alguno de esos 3.000 festivales que hay en el mundo hasta el odiamado Oscar (que en caso de no recibirlo este a?o, el Gordo del Toro y yo, junto con otros cinco millones de mexicanos en Los Angeles,, hemos acordado incendiar la ¡°academia¡±, ja ja) sino por el portentoso atrevimiento de explorar, innovar, empujar los l¨ªmites, y como dec¨ªa mi querido amigo Eliseo Alberto Lichi... ¡°defendiendo a muerte el derecho de fallar¡±, arriesg¨¢ndolo todo.
El ¨¦xito comercial aunado al casi un¨¢nime reconocimiento de la critica mundial es una recompensa c¨®smica. Esas fueron las palabras que le dije a Alfonso al ver c¨®mo esa nave en la que tantos a?os trabaj¨®, con todos sus defectos y a pesar de tantas adversidades, atravesaba milagrosamente el espacio.
Si el cine es ilusi¨®n, y desde su nacimiento est¨¢ ligado a la magia, la experiencia visual y sensorial que lograron Alfonso y Emmanuel Lubeski El Chivo en los primeros 30 minutos de Gravity equivalen a esa primera imagen del tren de los hermanos Lumiere que tanto impact¨® e hizo saltar a la primera audiencia del cine.
Ahora, tras sobrevivir con humor su regreso a la Tierra: seis meses de explotaci¨®n promocional para la industria del chisme y el Award system (la etapa m¨¢s exhaustiva, absurda y peligrosa del viaje, en donde muchos se estrellan o inmolan con las llamas de su propio ego engasolinado), Alfonso aterrizar¨¢ en el desierto de Los Angeles. Como la Doctora Stone, pondr¨¢ de nuevo un pie en el vasto p¨¢ramo del Teatro Kodak y se ir¨¢ internando en la selva hollywoodense, en donde el director/autor es ya una especie en extinci¨®n.
Estoy seguro de que hoy a la noche correr¨¢ a pasto el tequila y terminar¨¢ emborrach¨¢ndose con Oscar. Quiz¨¢ hasta brinde con uno doble. Prometo encargarme de que llegue bien a casa.
Alfonso es un gran director. Pero es aun mejor maestro.
Alejandro Gonz¨¢lez I?¨¢rritu es director de cine, y ha dirigido pel¨ªculas como Amores perros (2000), 21 gramos (2003) o Biutiful (2010).
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