El presidente y el fel¨®n
Un extremista deja en rid¨ªculo a Nicolas Sarkozy
Cuando se acecha a un alto personaje, lo menos que puede pedirse es que lo haga alguien rimbombante, de nivel. Qu¨¦ menos que una poderosa agencia estadounidense, la NSA, a la hora de confesarle al pueblo que ha sido violado el tel¨¦fono m¨®vil de Angela Merkel. En cambio, ?qu¨¦ prestigio le queda al ex jefe de Estado de una potencia del G-7 si le han espiado con una vulgar grabadora escondida entre la ropa?
Muchos se extra?aban de las confianzas que Nicolas Sarkozy otorgaba a Patrick Buisson, un periodista e historiador procedente de la extrema derecha, a quien Sarkozy convirti¨® en la eminencia gris de sus a?os presidenciales en Francia. Le aconsej¨® un fuerte viraje derechista para lograr la reelecci¨®n como presidente de la Rep¨²blica en 2012; Sarkozy le hizo caso y perdi¨®. Ahora le deja en una situaci¨®n rid¨ªcula, al publicarse las cintas grabadas en el El¨ªseo por el fel¨®n, cuyo abogado reconoce como aut¨¦nticas.
La del 27 de febrero de 2011 confirma la crudeza de las salas de m¨¢quinas del poder. Horas antes de decidir una remodelaci¨®n del Gobierno, al presidente le preocupaba prescindir de su ministro del Interior, Brice Hortefeux, a quien el consejero-esp¨ªa reprochaba haber fracasado en el objetivo de restablecer la seguridad p¨²blica y haberse ¡°inhibido¡± respecto a la inmigraci¨®n. Tambi¨¦n apu?alaba a otros ministros calific¨¢ndoles de ¡°archinulos¡±. En otra grabaci¨®n aparece la esposa de Sarkozy, la cantante Carla Bruni, quien comenta que es ella la que ¡°mantiene¡± a su marido y lamenta no poder ganarse los buenos dineros que se embolsan otras artistas (y cita: Julia Roberts, Sharon Stone...) a causa de su condici¨®n de primera dama. Demasiado enamorada de Sarkozy como para arriesgarse a grandes contratos publicitarios...
En las sociedades abiertas, el poder ya no es lo que era. La historia de Sarkozy puede estimular a otras gentes principales a ordenar que cacheen a sus visitantes o a pasarles por los esc¨¢neres. En vez de caer en la paranoia, tal vez les baste con escoger mejor a sus colaboradores. Y tambi¨¦n ser¨ªa positivo que mandatarios que pasan por serios no cedan a los cantos de sirena del extremismo.
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