Adolfo Su¨¢rez, un hombre de Estado
Adolfo Su¨¢rez ha sido uno de nuestros contados pol¨ªticos de talla de estadista, unida a enorme ejecutoria: conseguir, junto con el Rey y Fern¨¢ndez Miranda, el suicidio de las Cortes franquistas, liderar la transici¨®n y Constituci¨®n democr¨¢tica entre agresiones constantes del terrorismo, golpismo de derechas y cr¨ªticas desmesuradas de izquierdas. Y sacrificarse, renunciando al poder cuando esta agresi¨®n pon¨ªa ya todo en serio peligro. Su capacidad de di¨¢logo, consenso e inteligencia para anteponer el inter¨¦s del pa¨ªs al ideario propio le distinguen y distancian enormemente de casi todos los pol¨ªticos coet¨¢neos y, especialmente, posteriores.
Su debilidad cr¨ªtica no fue la cacareada ineficacia organizativa de su Gobierno, su llamativa evoluci¨®n desde la derecha falangista hacia el verdadero liberalismo y pragmatismo, ni su habilidad de encantador de serpientes, sino la necesidad de constituir un partido esencialmente de derechas, aunque ¨¦l quiso de centro. Como la historia nos recuerda tercamente, en este pa¨ªs un partido de derechas admite un significativo n¨²mero de personajes caracterizados por su ego¨ªsmo, mendacidad y radicalidad pol¨ªtica, social y religiosa, que no consideran traici¨®n abandonar al l¨ªder y, sobre todo, a los intereses del Estado y ciudadanos (recurriendo incluso al compl¨®, sedici¨®n y golpismo), pero s¨ª la desviaci¨®n moral que para ellos supone el pensamiento, creencia y actuaci¨®n libres.
Los anteriores reconocimientos importantes a Adolfo Su¨¢rez han sido los concedidos por el Rey, cuando aquel ya estaba gravemente enfermo, no por las principales instituciones del Estado. Esperemos que, al menos ahora, sepamos darle el enorme reconocimiento que merece, aunque los hip¨®critas y traidores se unan al duelo cuando ya no est¨¢ entre nosotros.¡ª Javier Sterling Rodr¨ªguez. Madrid.
En 1976, cuando el Rey elige como presidente del Gobierno a Adolfo Su¨¢rez, yo ten¨ªa 19 a?os. Al a?o siguiente, en junio de 1977, todos en mi familia acudimos a votar con ocasi¨®n de las primeras elecciones democr¨¢ticas gracias a la legalizaci¨®n de los partidos pol¨ªticos, algo que Adolfo Su¨¢rez se tom¨® como empe?o personal. Jam¨¢s olvidar¨¦ c¨®mo vi emocionarse a mi padre. Creo que estuvo al borde de las l¨¢grimas al depositar su sobre en la urna. Conociendo sus antecedentes republicanos no dej¨® de sorprenderme su voto. Esa era la grandeza de la democracia, que ¨¦l reconociera el m¨¦rito de Su¨¢rez para sacar adelante a este pa¨ªs, en la encrucijada que era la Espa?a de la Transici¨®n, tras casi cuatro d¨¦cadas de dictadura. Ya ver¨¢s, hijo ¡ªle evoco como si ahora mismo le oyera¡ª. Este es un hombre de fiar, su mirada no enga?a, es limpia. Y no se equivoc¨®, pese a las reticencias que yo le mostraba basadas en absurdos prejuicios derivados de la biograf¨ªa pol¨ªtica del personaje en cuesti¨®n. Mi voto fue para otro partido, pero a ra¨ªz del intento de golpe de Estado del 23-F tambi¨¦n confi¨¦ en este hombre apoyando al CDS, el partido que ¨¦l fund¨® cuando desapareci¨® UCD. Era mi manera de agradecerle su valent¨ªa y su coraje enfrent¨¢ndose a aquellos que quisieron volver a las andadas. Fueron muy pocos los que se jugaron la vida como ¨¦l, encar¨¢ndose a los guardias civiles que le apuntaban con sus armas, con tal de que aquel periodo de libertad no fuera puramente epis¨®dico como anteriormente sucedi¨® en nuestra complicada historia. Por todo ello, y por su hombr¨ªa de bien, siento no haberle dado las gracias en vida antes de que su cerebro se extraviara en ese territorio nebuloso del alzh¨¦imer. Conf¨ªo al menos en que su familia sepa de este agradecimiento.¡ª Enrique Mart¨ªn Zurdo. Madrid.
Bajo el impulso de Su¨¢rez las ¨²ltimas Cortes de Franco se suicidaron al votar una Ley de Reforma Pol¨ªtica que condenaba a la mayor parte de los procuradores (entonces no eran diputados) a salir de la vida pol¨ªtica.
Un cambio de la Ley Electoral actual que cambiara a un sistema de distritos unipersonales o listas abiertas y acabara con el dominio total y absoluto de las c¨²pulas de los partidos, haciendo que los electos respondieran ante sus electores directamente, podr¨ªa devolver la verdadera democracia a nuestro pa¨ªs, aunque muchos de los actuales diputados no volver¨ªan a ser elegidos.
?Hay un Su¨¢rez en el actual panorama pol¨ªtico?¡ª Jos¨¦ Manuel Egea Mart¨ªnez. Granada.
Pocos pol¨ªticos han tenido tantas posibilidades de cambiar el destino de su pa¨ªs como tuvo y que bien aprovech¨® Adolfo Su¨¢rez y, tras su muerte, pocos recibir¨¢n tant¨ªsimos elogios de aquellos que, cuando ¨¦l viv¨ªa y llevaba Espa?a a la democracia contra viento y marea, le odiaban, le despreciaban y conspiraban contra ¨¦l sin cesar.¡ª David Seaton. Madrid.
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