6 fotosHoudini contra lo sobrenatural Traficantes de milagros al descubierto , escrito por el famoso mago, revela los trucos de tragasables y comedores de fuegoClara Morales Fern¨¢ndezMadrid - 02 abr 2014 - 00:20CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceErich Weiss (Budapest, 1874-Detroit, 1926), m¨¢s conocido como Houdini, tom¨® su nombre art¨ªstico de su ¨ªdolo de juventud, el mago Robert-Houdin. Pero ni siquiera qued¨® ¨¦l con cabeza en el ansia de desenmascarar a los tramposos: esta vez la falta del maestro era la de atribuirse invenciones que no le pertenec¨ªan. "Mi profesi¨®n me ha conferido un conocimiento ¨ªntimo de las ilusiones sobre el escenario, junto con muchos a?os de experiencia entre artistas de toda clase. Mi familiaridad con las primeras, y lo que he aprendido de la psicolog¨ªa de los ¨²ltimos, me ha concedido ciertas ventajas a la hora de desvelar la explicaci¨®n natural de haza?as que a los ignorantes pod¨ªan parecer sobrenaturales", explica el mago. Esto incluye sus propias habilidades, que desvel¨® (desde nudos 'm¨¢gicos' a trucos con esposas) en distintas publicaciones a lo largo de su carrera.Iban BarrenetxeaEl truco de los tragasables, seg¨²n Houdini, es bastante sencillo. Los sables "telesc¨®picos", que se pliegan al ejercer presi¨®n sobre ellos, son usados "en n¨²meros teatrales, y resulta m¨¢s que dudoso que fueran utilizados nunca por tragasables profesionales". La ciencia de estos ¨²ltimos radica m¨¢s en la anatom¨ªa que en la f¨ªsica: solo se necesita una espada fina y no muy puntiaguda (o cubierta subrepticiamente con un tap¨®n de goma), cierta resistencia a las arcadas y mantener la faringe en ¨¢ngulo recto, cosa que, asegura el mago, se consigue con la pr¨¢ctica. "Las espadas de este tipo son bastante delgadas, de menos de tres cent¨ªmetros de grosor, y es posible tragarse cuatro o cinco de ellas a la vez. Si se extraen una a una muy despacio y se lanzan en distintas direcciones sobre el escenario, el n¨²mero resulta muy efectista", explica el prestidigitador.Iban BarrenetxeaAlgo m¨¢s complicados son los trucos desarrollados por escupefuegos. Esta vez Houdini les critica la falta de originalidad: utilizan pr¨¢cticamente las mismas t¨¦cnicas que en el siglo XVIII. Para endurecer la piel y hacerla insemsnible, frotarla con azufre puro. Un carb¨®n envuelto en lino, por ejemplo, se introduce en la boca para producir humo al exhalar aire. Y para lanzar llamas, una esponja humedecida con gasolina que se oculta en la boca y se enciende soplando sobre una vela. Finalmente, una capa de jab¨®n duro y az¨²car recubre la lengua para que no se da?e al exponerse al fuego. La receta es la siguiente: "1 barra de jab¨®n Ivory, cortado en finas lascas, 450 gramos de az¨²car moreno, 56 gramos de estoraque l¨ªquido (no la resina). Disu¨¦lvase en agua caliente y a?¨¢dase una copa de vino a rebosar de ¨¢cido carb¨®lico. El compuesto resultante se aplica a todas las partes del cuerpo que vayan a entrar en contacto con los objetos calientes. Despu¨¦s de aplicarse la soluci¨®n a la boca enju¨¢guese con vinagre fuerte".Iban BarrenetxeaOtra cosa son los encantadores de serpientes. O la encantadora. Houdini describe en su libro a Thardo, una "mujer de excepcional belleza, en formas y facciones, conversadora desenvuelta y valerosa entusiasta en la devoci¨®n a su arte" que se dejaba morder por serpientes de cascabel sin recibir ning¨²n da?o. Esas mismas serpientes, obligadas a morder a conejos y perros, les hac¨ªan morir en el acto. En este caso, el truco parece escap¨¢rsele al mago: "Comoquiera que yo trabajaba a menos de cuatro metros de ella, la afirmaci¨®n de que no hab¨ªa truco alguno en su apabullante actuaci¨®n puede tomarse con absoluta seriedad, pues los detalles siguen frescos en mi mente". Houdini se lanza entonces a elucubraciones pseudocient¨ªficas: "Tras a?os de investigaci¨®n he llegado a la conclusi¨®n de que esta inmunidad se deb¨ªa a que el est¨®mago se encontraba totalmente vac¨ªo (...), respondiendo a la teor¨ªa de que el virus act¨²a directamente sobre el contenido del est¨®mago transform¨¢ndolo en un veneno mort¨ªfero". Nadie es perfecto.Iban BarrenetxeaLos "reyes del fuego" se jactaban de escupir llamaradas tanto como de tragar aceite hirviendo o metales fundidos. En esta ¨²ltima modalidad, Chabert (1792-1859) era todo un maestro. Houdini recoge las explicaciones que el propio mago daba sobre sus trucos. Si enfriaba una gota de plomo fundido meti¨¦ndosela en la boca, era porque la cantidad era tan peque?a que pod¨ªa solidificarse con la presi¨®n de los dedos. Si se pasaba una pala al rojo vivo por el pelo y la piel, era porque previamente los hab¨ªa embadurnado con "una mezcla de esp¨ªritu de azufre y de alumbre, la cual, al cauterizar la epidermis, endurec¨ªa la piel y la hac¨ªa resistente al fuego". Lo que ni ¨¦l mismo ni Houdini aclaran es c¨®mo pod¨ªa tragar hasta 20 granos de f¨®sforo sin que le causara da?o aparente, cuando, aseguran, una dosis de tres granos ya es mortal.Iban BarrenetxeaChabert, de nuevo, sol¨ªa asombrar a la audiencia con un truco en el que se le introduc¨ªa en un horno el tiempo suficiente como para asar una pieza de carne. En el truco que describe Houdini, "permaneci¨® cinco minutos dentro del horno, y en ese tiempo cant¨® 'Le Vaillant Troubadour' y supervis¨® el asado de dos fuentes de filetes de buey. Cuando pasado ese tiempo sali¨® del horno, sudaba profusamente y su pulso era de ciento sesenta y ocho pulsaciones por minuto. El term¨®metro extra¨ªdo del horno marcaba 193 grados; en el interior, Chabert asegur¨® que sobrepasaba los 315 grados". El truco consist¨ªa en que el horno ten¨ªa unos orificios de respiraci¨®n en su base, por donde tomaba aire el mago, protegido con un traje enterizo de asbesto (amianto), resistente a las altas temperaturas. Los filetes se colgaban de un gancho en la parte superior del horno, donde se concentraba mejor el calor.Iban Barrenetxea