Esto ya lo he visto antes
Nueve meses han pasado desde que estuvimos en Mil¨¢n y Par¨ªs conociendo las propuestas masculinas para la primavera/verano que ahora asoma. El absurdo que siempre reside en ese plazo se me hace esta vez especialmente evidente por circunstancias ajenas a lo que aqu¨ª nos interesa. As¨ª que miro atr¨¢s y repaso qu¨¦ escrib¨ªa en junio de 2013 (?!) sobre aquellas colecciones. S¨ª, las mismas que hoy deber¨ªan llegar a los escaparates adornadas con el brillo de la novedad. Primera mala se?al cuando me veo obligada a revisar varias veces que estoy en la temporada correcta, de tan antiguo como me parece cuanto veo. Hablaba entonces de un oscuro verano de juventud, protagonizado por una mezcla de referencias atl¨¦ticas y una explosi¨®n bot¨¢nica de inusuales tonos sombr¨ªos. Una combinaci¨®n que ejemplificaba la japonesa Rei Kawakubo en Comme des Gar?ons, ¡°cuyos muchachos de miradas ahumadas y afilados p¨®mulos alternaban lo g¨®tico con lo floral en una secuencia que evocaba una metamorfosis tan claustrof¨®bica como la de Kafka¡±. O tambi¨¦n Miuccia Prada, con para¨ªsos tropicales surcados por las sombras de la guerra. El belga Kris Van Assche citaba al poeta Thomas Campion (1567-1620) en su colecci¨®n para Dior, te?ida por un turbio burdeos: ¡°El sol debe tener una sombra¡±. Como si de un eclipse de verano se tratara, no hab¨ªa espacio para la fr¨ªvola y disoluta alegr¨ªa que se asocia con el buen tiempo.
En aquel momento, parec¨ªan ideas sugerentes y estaban dotadas de una potente narrativa. Pero, a la luz de los primeros rayos del sol de marzo, el efecto es diferente. Para empezar porque aquellos estampados llevan meses en nuestras retinas. No solo los vimos en un desfile celebrado hace nueve meses ¨Calgo as¨ª como una eternidad en la era de lo inmediato¨C, sino que desde entonces los han lucido famosos aqu¨ª y all¨¢, han aparecido en infinidad de publicaciones e, incluso, llevan meses colgados en otras tiendas. Comercios que no solo venden estas ocurrencias por una fracci¨®n del precio del original sino que adem¨¢s se adelantan y las ofrecen mucho antes. Es dif¨ªcil no sentirse confuso y, sobre todo, es casi imposible que aquel oscuro verano de juventud siga pareciendo tan excitante como se promet¨ªa.
Rendirse a la evidencia
Tom Ford intent¨® rebelarse contra este sistema cuando lanz¨® su primera colecci¨®n femenina, en septiembre de 2010. A pesar de que en el desfile participaron Beyonc¨¦ o Julianne Moore, se prohibi¨® el uso de c¨¢maras y las im¨¢genes no se difundieron hasta que la colecci¨®n se aproxim¨® a las tiendas. Tampoco se prest¨® los trajes a las estrellas para sus apariciones en esos eventos que iban a tener lugar meses antes de su salida comercial. Ford quer¨ªa preservar para sus clientas la excitaci¨®n de comprar el producto. ¡°Cuando finalmente vas a vender la ropa que t¨² has ideado, ha perdido su frescura. Est¨¢ por todas partes en tres meses y para cuando llega a tu tienda, ?qu¨¦ sentido tiene?¡±, aseguraba. Aquella maniobra sirvi¨® de poco, m¨¢s all¨¢ de reportarle gran publicidad. ?l mismo se ha doblegado y sus desfiles hoy se retransmiten de inmediato, como todos los dem¨¢s. La colecci¨®n para el pr¨®ximo oto?o, que se present¨® en febrero, incluye un vestido que replica una camiseta que utiliza Jay-Z y que Beyonc¨¦ ya se ha puesto en un concierto meses antes de que est¨¦ a la venta. Adem¨¢s de un chiste interno ¨Csolo al alcance de los que poseen un alto conocimiento de la relaci¨®n que une a Ford con la pareja¨C, el gesto demuestra la capitulaci¨®n de la ¨²nica voz que ha osado cuestionar este sistema. Hasta que la industria encuentre una soluci¨®n a semejante desajuste, seguiremos viviendo en un oscuro verano de juventud que nace viejo.
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