10 fotosDiez pilares literarios de realidad m¨¢gicaUn viaje por las obras principales de Garc¨ªa M¨¢rquez, de Relato de un n¨¢ufrago a Cien a?os de soledad , pasando por El oto?o del patriarca Dasso Sald¨ªvar18 abr 2014 - 01:11CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceEste relato reconstruye minuciosamente la odisea del marinero Luis Alejandro Velasco, quien pas¨® 10 d¨ªas a la deriva en una balsa sin comer ni beber, despu¨¦s de haber visto ahogarse a siete de sus compa?eros del destructor 'Caldas', de la Marina de Guerra de Colombia, a causa de una supuesta tormenta en el mar Caribe. La verdad, contada por primera vez en este reportaje, fue bien distinta: no hab¨ªa habido ninguna tormenta, sino que la nave sufri¨® un bandazo por el fuerte viento del mar, y, a causa de la carga de contrabando que llevaba mal estibada en la cubierta, no pudo maniobrar a tiempo para recoger a los ocho marineros. El reportaje, que tuvo un ¨¦xito period¨ªstico y literario inmediato y puso en apuros al Gobierno del dictador Gustavo Rojas Pinilla, se public¨® en 14 entregas, firmado con el nombre de 'El n¨¢ufrago', en el diario 'El Espectador' de Bogot¨¢, en abril de 1955, y solo en marzo de 1970 fue editado en libro por Tusquets Editores con el nombre del escritor.La historia del abuelo del escritor, Nicol¨¢s Ricardo M¨¢rquez Mej¨ªa, que fue coronel de la guerra civil de los Mil D¨ªas y esper¨® durante media vida la pensi¨®n de guerra vitalicia que el gobierno colombiano conservador les prometi¨® a los excombatientes liberales y conservadores, es el origen lejano de esta segunda novela de Garc¨ªa M¨¢rquez. El abuelo, como el personaje de la novela, fue testigo de la firma del tratado de paz de Neerlandia, en octubre de 1902, que puso t¨¦rmino a la contienda, y desde entonces esper¨® la pensi¨®n prometida hasta su muerte, en marzo de 1937. En los ¨²ltimos a?os de su vida, el nieto sol¨ªa acompa?arlo semanalmente a la oficina de correos, y el rito repetido de la frustraci¨®n cada jueves le causaba una cierta risa. Por eso, cuando en 1956 se sent¨® a escribir la novela en una buhardilla del Hotel de Flandre, crey¨® que el relato tendr¨ªa un tono de comedia, pero pronto el mismo Garc¨ªa M¨¢rquez se encontr¨® en una situaci¨®n parecida a la de su abuelo, esperando una carta, un giro, algo que lo salvara de la miseria de Par¨ªs. Como sus amigos no pudieron encontrarle un editor a lo largo de m¨¢s de un a?o de b¨²squeda, el poeta Gait¨¢n Dur¨¢n public¨® la novela en la revista 'Mito' en 1958, y el librero y editor antioque?o Alberto Aguirre la edit¨® en forma de libro por primera vez en 1961 en Medell¨ªn.De los ocho relatos que conforman este volumen, solo tres ocurren en Macondo: 'La siesta del martes', 'Un d¨ªa despu¨¦s del s¨¢bado' y 'Los funerales de la Mam¨¢ Grande'. Macondo, el pueblo m¨ªtico que nace y se perfila ya en 'La hojarasca', aparece en estos tres relatos m¨¢s definido en su topograf¨ªa, climatolog¨ªa, urbanismo y ambiente, as¨ª como en la mezcla de los elementos que har¨ªan de ¨¦l la capital del realismo m¨¢gico en 'Cien a?os de soledad'. Pero es el cuento que da t¨ªtulo al libro, junto a 'El mar del tiempo perdido', la verdadera puerta de entrada a la novela magna de Garc¨ªa M¨¢rquez. El personaje de la Mam¨¢ Grande tiene referencias reales en personas y hechos hist¨®ricos que el autor conoci¨® en su infancia de Aracataca y en su juventud de Sucre, como su t¨ªa abuela Francisca Cimodosea Mej¨ªa, T¨ªa Mama ¡ªquien pr¨¢cticamente lo cri¨® junto a los abuelos y era la gran mam¨¢ de la casa de Aracataca¡ª, y la rica hacendada sucre?a Mar¨ªa Amalia Sampayo de ?lvarez. Tambi¨¦n est¨¢n en el origen de esta tragicomedia sarc¨¢stica, humor¨ªstica y fant¨¢stica la United Fruit Company, conocida en la zona bananera como La Mamita Yunai; el corrupto, anacr¨®nico y retr¨®grado r¨¦gimen bipartidista de la Regeneraci¨®n, que rigi¨® en Colombia a finales del siglo XIX, y el Frente Nacional, la gran componenda de liberales y conservadores acordada en 1958 para repartirse el poder a partes iguales durante veinte a?os.Desde que tuvo conciencia de ser un creador, Garc¨ªa M¨¢rquez sinti¨® la necesidad de escribir una novela (o un largo poema de la vida cotidiana) en la que cupieran, traspuestos por la imaginaci¨®n y la poes¨ªa, los diversos personajes que conoci¨® de ni?o en la casa de Aracataca, empezando por sus abuelos Nicol¨¢s M¨¢rquez Mej¨ªa y Tranquilina Iguar¨¢n Cotes, as¨ª como los hechos e historias que vivi¨®, presenci¨® o le contaron. Es por eso por lo que 'Cien a?os de soledad' tuvo el t¨ªtulo de 'La casa' durante diecisiete a?os. La imagen original de la cual parte la novela lo persigui¨® desde la adolescencia, y fue el recuerdo constante de verse de la mano del abuelo, que lo llevaba por las calles de Aracataca a ver el circo, a ver las pel¨ªculas de Tom Mix, o a dar ¡°la vueltecita¡± al atardecer. Pero si bien Garc¨ªa M¨¢rquez escribi¨® 'Cien a?os de soledad' para ¡°volver¡± a esos instantes en que fue muy feliz con el abuelo, no es menos cierto que tambi¨¦n ¡°retorn¨®¡± a los momentos de mayor zozobra: aquellas tardes en que la abuela lo sentaba en una silla de la sala y lo amordazaba con el terror de los muertos antepasados para que no siguiera preguntando y molestando. Esos momentos fueron probablemente los m¨¢s fecundos para su vida de escritor, pues el ni?o Gabito, at¨®nito ante los esp¨ªritus vivientes de la abuela, crecer¨ªa y evolucionar¨ªa desde su primer cuento, 'La tercera resignaci¨®n', hasta 'Cien a?os de soledad', donde, con el nombre de Melqu¨ªades, llega a ser el mago, el profeta y el poeta que escribe la novela en s¨¢nscrito dentro de la novela, logrando la reconciliaci¨®n de vivos y muertos y la fusi¨®n completa de sus dos mundos. Pero para hacer el viaje literario a su origen, el autor tuvo que partir desde m¨¢s atr¨¢s: desde los tiempos juveniles de sus abuelos en Riohacha, donde Nicol¨¢s M¨¢rquez fue un joven platero convertido en el esposo de su prima hermana Tranquilina Iguar¨¢n; desde Barrancas, donde el abuelo particip¨® en la guerra de los Mil D¨ªas, y donde, a?os despu¨¦s, mat¨® en un duelo a su copartidario Medardo Pacheco, lo que oblig¨® a los M¨¢rquez Iguar¨¢n a emprender un ¨¦xodo de dos a?os que los llev¨® hasta Aracataca, pasando por Riohacha, Santa Marta y Ci¨¦naga. Pero a¨²n tuvo que partir desde m¨¢s all¨¢: desde los tiempos de la conquista y la colonia, cuando Francisco Drake asalt¨® a Riohacha, con consecuencias tan diversas y duraderas, que siglos despu¨¦s dos primos hermanos, Jos¨¦ Arcadio Buend¨ªa y ?rsula Iguar¨¢n, terminaron por toparse frente al altar, lo mismo que los abuelos del escritor. As¨ª pues, Macondo, donde el mundo era tan reciente que las cosas carec¨ªan de nombre y para mencionarlas hab¨ªa que se?alarlas con el dedo, es el pueblo m¨ªtico imaginado a partir de la Aracataca natal del escritor; la casa de los Buend¨ªa es el trasunto novelesco de la casa de los abuelos, donde Gabito naci¨® y vivi¨® hasta los 11 a?os; el coronel Aureliano Buend¨ªa es la s¨ªntesis ficticia del general Rafael Uribe Uribe y del coronel Nicol¨¢s M¨¢rquez Mej¨ªa; la guerra civil de los Mil D¨ªas entre liberales y conservadores (1899-1902) es el modelo hist¨®rico de las guerras civiles del coronel Aureliano Buend¨ªa; la explotaci¨®n y los desmanes de la United Fruit Company en el Gran Magdalena son los mismos de la compa?¨ªa bananera de Macondo, incluyendo la matanza de los trabajadores huelguistas en Ci¨¦naga, en diciembre de 1928; y los pescaditos de oro que fabrica el coronel Aureliano Buend¨ªa en su soledad son los mismos que el nieto le vio hacer al abuelo Nicol¨¢s en su taller de Aracataca.Con la excepci¨®n de 'El mar del tiempo perdido', escrito en M¨¦xico en 1961, los cinco relatos y la 'nouvelle' que da t¨ªtulo a este volumen son posteriores a la escritura de 'Cien a?os de soledad'. Derivan de un viejo proyecto de cuentos para ni?os que no cuaj¨® en su momento y que Garc¨ªa M¨¢rquez retom¨® con nuevas perspectivas en 1968, mientras escrib¨ªa en Barcelona 'El oto?o del patriarca'. Bajo la influencia fecunda de Juan Rulfo, 'El mar del tiempo perdido', cuyo espacio se inspira en la localidad marina de Tasajera, es, junto al relato 'Los funerales de la Mam¨¢ Grande', la antesala de 'Cien a?os de soledad'; m¨¢s a¨²n, es ya la novela de Macondo en estado embrionario: hay un cura que levita, un hombre que lleva a su mujer a conocer el dinero (el hielo, en la versi¨®n original), una Er¨¦ndira an¨®nima, un pueblo que es o puede ser un espejismo y otro pueblo fantasma sumergido en el mar: un Comala acu¨¢tico. Una vieja imagen de un ahogado que aparec¨ªa en una playa, con la cual su amigo ?lvaro Cepeda Samudio no sab¨ªa qu¨¦ hacer, y una experiencia personal que le cont¨® el pintor Alejandro Obreg¨®n, quien una noche rescat¨® a un ahogado mientras pescaba s¨¢balos en la Ci¨¦naga Grande, le sirvieron a Garc¨ªa M¨¢rquez para concebir su par¨¢bola autobiogr¨¢fica en 'El ahogado m¨¢s hermoso del mundo', donde se ve al otro lado del espejo c¨®mo un hombre metaf¨®ricamente ahogado por la gloria y la fama mundial que le depar¨® 'Cien a?os de soledad'. La extraordinaria belleza del ahogado forastero, una vez que las mujeres del lugar lo limpian y lo aderezan, lo convierte pronto no solo en el ciudadano m¨¢s hermoso y destacado del pueblo, sino que a trav¨¦s de Esteban (el laureado), todos los habitantes del lugar terminan siendo parientes entre s¨ª. Por su arquitectura narrativa, por su estilo y su aliento, 'El ¨²ltimo viaje del buque fantasma' y 'Blacam¨¢n el bueno. Vendedor de milagros' son claros antecedentes de 'El oto?o del patriarca'. Pero es la 'nouvelle' que da t¨ªtulo al volumen, que contin¨²a y desarrolla un episodio de 'Cien a?os de soledad', el relato que ofrece mayores elementos autobiogr¨¢ficos, empezando por su origen (la historia de una escu¨¢lida adolescente que el autor conoci¨® de joven por los lados de Sucre, y era prostituida por una matrona en un burdel ambulante) y terminando por su escenario dram¨¢tico (la Guajira interior que Garc¨ªa M¨¢rquez recorri¨® a principio de los a?os cincuenta con Rafael Escalona, cuando vend¨ªa enciclopedias y libros de medicina de pueblo en pueblo).La novela del m¨ªtico dictador latinoamericano desarrolla y cristaliza las preocupaciones que sobre el poder y la figura del caudillo ven¨ªa intentando concebir y expresar el escritor colombiano desde algunos relatos de 'Los funerales de la Mam¨¢ Grande, La mala hora' y 'Cien a?os de soledad'. Como en sus otros grandes libros, el tema le ven¨ªa ya desde su misma infancia. Sin duda, la primera figura del poder que conoci¨® Gabito fue la misma de su abuelo, el coronel Nicol¨¢s M¨¢rquez, junto a las de otros coroneles y generales de la guerra de los Mil D¨ªas, pues ellos fueron las grandes referencias humanas, pol¨ªticas y morales de Aracataca. Luego experimentar¨ªa en su pa¨ªs la dictadura de Rojas Pinilla, y como periodista asistir¨ªa a la ca¨ªda de las dictaduras de Marcos P¨¦rez Jim¨¦nez en Venezuela y Fulgencio Batista en Cuba. Desde que visit¨® Rusia en 1957, lo iba a perseguir la imagen embalsamada de Stalin en el mausoleo de la Plaza Roja de Mosc¨², con sus bigotes y sus manos finas y femeninas de mariscal embalsamado todav¨ªa mandando desde la muerte. A estas experiencias aun¨® todo lo que pudo leer sobre dictadores, empezando por Julio C¨¦sar, pasando por los citados y terminando con especial atenci¨®n en Le¨®nidas Trujillo, hasta el punto de que, si bien la ciudad del patriarca es una s¨ªntesis de Santo Domingo y Cartagena de Indias, su palacio es un trasunto de la casa del Virrey Digo Col¨®n, construida en 1510 al lado del r¨ªo Ozama. Como el personaje Orlando de Virginia Wolf, el tiempo vital y pol¨ªtico del dictador dura unos 450 a?os, pues conoce a Col¨®n en persona y un viernes hist¨®rico ve ancladas frente a su ventana sus tres carabelas. La tambi¨¦n destacada presencia del poeta Rub¨¦n Dar¨ªo, con sus muchos versos engastados a lo largo de la narraci¨®n, nos permite concluir que, como en 'Cien a?os de soledad', en 'El oto?o del patriarca' Garc¨ªa M¨¢rquez vuelve a fundir en un mismo discurso po¨¦tico-narrativo todos los tiempos y una s¨ªntesis esencial de la historia de Am¨¦rica Latina.Cuando ocurrieron en el pueblo de Sucre los hechos tr¨¢gicos que dieron lugar a la novela, Garc¨ªa M¨¢rquez se encontraba en Cartagena, trabajando en 'El Universal', y lo primero que pens¨® fue viajar al lugar para escribir un largo reportaje sobre el asesinato de su amigo Cayetano Gentile Chimento, el 22 de enero de 1951, a manos de los hermanos V¨ªctor Manuel y Jos¨¦ Joaqu¨ªn Chica Salas. Pero su inexperiencia period¨ªstica y literaria y sus compromisos laborales fueron postergando el prop¨®sito. Despu¨¦s, fue la promesa hecha a la madre de que no escribir¨ªa la novela mientras vivieran ciertos protagonistas de la tragedia. De modo que cuando pudo escribirla, treinta a?os m¨¢s tarde, no solo los hechos formaban parte de su propia memoria, sino que ya ten¨ªa resueltos todos los problemas t¨¦cnicos y tem¨¢ticos que le plante¨® esta obra, pudiendo entretejerlos en una fascinante trama deudora del reportaje, de la novela polic¨ªaca y de la tragedia griega, especialmente del 'Edipo Rey' de su maestro S¨®focles. Apoy¨¢ndose en sus recuerdos del pueblo de Sucre, donde hab¨ªa pasado las vacaciones de estudiante y de joven periodista, y donde su familia vivi¨® 12 a?os; de su plaza y de sus calles, as¨ª como de su aspecto urbano y del puerto sobre el r¨ªo de la Mojana, que es el mismo de 'El coronel no tiene quien le escriba' y 'La mala hora', Garc¨ªa M¨¢rquez compuso pues la 'cr¨®nica' de la muerte anunciada de Santiago Nasar, causada por los hermanos Pedro y Pablo Vicario, espl¨¦ndida trasposici¨®n de la muerte de su amigo Cayetano Gentile Chimento a mano de los hermanos Chica Salas, para limpiar el honor mancillado de su hermana Margarita, quien el d¨ªa anterior hab¨ªa sido devuelta a su casa por su esposo Miguel Reyes Palencia, ya que la novia no hab¨ªa llegado virgen al matrimonio, y hab¨ªa se?alado a Cayetano como el causante de su deshonra. Aunque todo el mundo sab¨ªa en el pueblo que a Cayetano lo iban a matar, nadie pudo (o no quiso) hacer nada para evitar que lo mataran. La novela, que invierte el canon angular del g¨¦nero polic¨ªaco, es esencialmente una interpelaci¨®n a la tragedia griega, en particular a la obra sofoclea, pues, al contrario que esta, deja sentado que no es el 'fatum' inexorable el causante de la suerte de una sociedad, sino la responsabilidad colectiva de sus miembros.Si 'Cien a?os de soledad' tuvo que esperar 20 a?os para ser escrita y 'Cr¨®nica de una muerte anunciada', 30, 'El amor en los tiempos de c¨®lera' tuvo que esperar mucho m¨¢s, pues el largo plazo fue impuesto no tanto por las musas como por la misma vida. Como en la novela de Santiago Nasar, el escritor supo esperar hasta que las circunstancias de la vida aconsejaran novelar el amor contrariado que vivieron sus padres durante su noviazgo. A partir de la informaci¨®n que le dieron en largas conversaciones por separado, Garc¨ªa M¨¢rquez concibi¨® toda una saga polif¨®nica en torno a las m¨¢s diversas vertientes del sentimiento amoroso, situ¨¢ndola en Cartagena de Indias entre finales del siglo XIX y principios del XX, cuando todav¨ªa era com¨²n en la regi¨®n la peste del c¨®lera. El argumento central est¨¢ constituido por el noviazgo contrariado de Florentino Ariza y Fermina Daza, el convencional y largo matrimonio entre ¨¦sta y Juvenal Urbino, y el rencuentro ya de viejos entre la viuda Fermina Daza y el incurable rom¨¢ntico Florentino Ariza, quien la espera 53 a?os, 7 meses y 11 d¨ªas. Si bien Garc¨ªa M¨¢rquez reparte las muchas aristas personales, vocacionales y profesionales de su padre Gabriel Eligio entre los personajes de Florentino Ariza y Juvenal Urbino, de su madre Luisa Santiaga parece poner apenas ciertos comportamientos y rasgos psicol¨®gicos en el personaje de Fermina Daza. Es cierto que es en el azaroso noviazgo y en el matrimonio furtivo de sus padres, as¨ª como en el largo viaje que sus padres le imponen a La Guajira para que olvide al novio, donde radican los grandes momentos originales de la novela, pero solo hasta ah¨ª en cuanto a su madre se refiere, pues la vida y la suerte de Fermina Daza corren de manera bien distinta de las de Luisa Santiaga M¨¢rquez Iguar¨¢n.Como anot¨® Garc¨ªa M¨¢rquez, la idea de escribir esta novela sobre Bol¨ªvar se la ¡°regal¨®¡± su amigo ?lvaro Mutis, pero el humus, el fundamento, ya lo tra¨ªa el escritor en su memoria no s¨®lo como una herencia hist¨®rica, sino tambi¨¦n como una vivencia personal y familiar. Su bisabuelo, el castellano Nicol¨¢s del Carmen M¨¢rquez Hern¨¢ndez, hab¨ªa conocido a los diez a?os a El Libertador en alg¨²n momento de su viaje hacia la muerte por el r¨ªo Magdalena. Antes de cumplir los cuatro a?os, el d¨ªa de la celebraci¨®n del centenario de su muerte, Gabito escuch¨® en Barranquilla por primera vez el nombre de Bol¨ªvar. Luego, a los cinco o seis a?os, vio por primera vez la imagen del Padre de la Patria muerto en un calendario mural en la oficina del abuelo, y a los siete a?os, este lo llev¨® de la mano a conocer la quinta de San Pedro Alejandrino, donde hab¨ªa muerto. Para ese entonces, no solo el abuelo le hab¨ªa mitificado la figura de El Libertador, sino tambi¨¦n la caraque?a Juana de Freytes, partera de emergencia de su madre cuando ¨¦l naci¨® y posteriormente una de sus parteras literarias junto a la maestra Rosa Elena Fergusson. De modo que cuando el escritor dej¨® Par¨ªs y se radic¨® en Caracas como periodista a finales de 1957, ya Bol¨ªvar era m¨¢s que una presencia hist¨®rica: era otro de los grandes personajes de su infancia. As¨ª que puede decirse que el relato 'El ¨²ltimo rostro', de ?lvaro Mutis, no es el origen de 'El general en su laberinto', como se cree generalmente, sino el gran impulso de su escritura. La acci¨®n empieza el 8 de mayo de 1930, cuando, tras renunciar a la presidencia de la Gran Colombia, Bol¨ªvar deja Bogot¨¢ para viajar Cartagena de Indias por el r¨ªo Magdalena, donde habr¨ªa de tomar un barco rumbo a Europa, pero la muerte lo esperaba en Santa Marta el 17 de diciembre de ese mismo a?o. Aunando el relato hist¨®rico, la cr¨®nica de viajes, la novela, la tragedia y, de principio a fin, la poes¨ªa, el autor nos presenta, en una estructura perfecta y un estilo depurad¨ªsimo, musical y liviano, al contradictorio personaje hist¨®rico y al hombre de carne y alma marchando hacia la muerte, con su figura y su gloria en piltrafas. El general ya no saldr¨ªa de su laberinto: hab¨ªa muerto antes de la muerte.La furtiva historia de amor entre Sierva Mar¨ªa de Todos los Santos y Cayetano Delaura, su confesor y exorcista (otro rom¨¢ntico incurable como Florentino Ariza), est¨¢ ambientada en la Cartagena de Indias colonial de mediados de siglo XVIII. En la novela se recrean los hechos de lo que, un siglo antes, se conoci¨® como 'Cessatio a Divinis', una disposici¨®n obispal por la cual quedaron suspendidos los oficios religiosos en la ciudad hasta nueva orden. La causa hab¨ªa sido un pleito encarnizado entre las monjas clarisas del Convento de Santa Clara, apoyadas por el gobernador civil, y el obispo franciscano, de quienes depend¨ªa econ¨®mica y administrativamente. De modo que lo pol¨ªtico, lo religioso, lo social, lo cultural, se amalgaman en un nudo contradictorio en la din¨¢mica diaria de la ciudad colonial, mientras en el convento transcurre una apasionada relaci¨®n clandestina entre la novicia Juana Clemencia de la Barz¨¦s y Pando y el Teniente del Gobernador, hecho del cual parti¨® Garc¨ªa M¨¢rquez para concebir los amores furtivos de Cayetano Delaura y Sirva Mar¨ªa de Todos los Santos. Una vez m¨¢s, Garc¨ªa M¨¢rquez nos enfrenta al hecho de que el amor no tiene edad, ni l¨ªmites sociales, culturales, clasistas, o mentales, y que, como escribi¨® Quevedo, puede ser una energ¨ªa constante m¨¢s all¨¢ de la muerte. Desde el momento en que, al final de la novela, a Sierva Mar¨ªa la encuentran en su cama muerta de amor por el amante ausente, los cabellos le empiezan a crecer en el cr¨¢neo rapado, y, 200 a?os despu¨¦s, su autor ¡°descubre¡±, cuando ¡°asiste¡± el 26 de octubre de 1949 al desenterramiento de sus restos en el ruinoso Convento de Santa Clara, que no le hab¨ªan dejado de crecer, pues ahora su cabellera espl¨¦ndida med¨ªa veintid¨®s metros con once cent¨ªmetros, seg¨²n refiere en el cap¨ªtulo liminar de la novela.