Demasiada casualidad

En menos de 24 horas, dos personas han fallecido cuando estaban siendo detenidas por los Mossos d¡¯Esquadra, la polic¨ªa auton¨®mica catalana. La primera muerte se produjo en la plaza Molina de Barcelona. Los Mossos fueron alertados de que un hombre molestaba a los clientes de una cafeter¨ªa. La presencia policial exacerb¨® la excitaci¨®n del hombre, que fue reducido por seis agentes. Cuando ya estaba esposado, se desmay¨® y muri¨®. La v¨ªctima estaba notablemente alterada, pero no iba armada. La segunda muerte se produjo en Salou, durante la detenci¨®n de un hombre que estaba agrediendo a su pareja. La mujer estaba herida y el hombre ten¨ªa una actitud muy agresiva, por lo que cost¨® reducirlo. Ya esposado, se desvaneci¨® y muri¨®.

Los datos que se conocen no permiten determinar si se ha producido o no un abuso policial, pero resulta ins¨®lita y muy inquietante la frecuencia con la que se suceden incidentes graves, algunos de ellos mortales, en operaciones protagonizadas por este cuerpo policial. Las dos ¨²ltimas muertes se han producido justo seis meses despu¨¦s de que el empresario Juan Andr¨¦s Ben¨ªtez falleciera en una actuaci¨®n policial en El Raval por la que est¨¢n imputados diez agentes, nueve de ellos por homicidio. En esta ocasi¨®n el consejero de Interior, Ram¨®n Espadaler, se ha querido curar en salud y, a diferencia de lo ocurrido en el caso Raval, ha ordenado una investigaci¨®n interna inmediata aunque ha asegurado que, con la informaci¨®n de que dispone, en ambos casos la actuaci¨®n de los polic¨ªas ¡°se ha adecuado a los procedimientos establecidos¡±. El problema es que la credibilidad del responsable pol¨ªtico de los Mossos qued¨® gravemente da?ada por su reacci¨®n ante la muerte del empresario. Los mandos policiales dieron una versi¨®n de los hechos que result¨® ser falsa, como se pudo comprobar posteriormente en un v¨ªdeo, y el atestado policial tampoco se correspond¨ªa con los hechos. Con estos antecedentes es preciso insistir en la necesidad de que se investigue a fondo lo ocurrido.

En cualquier caso, parece obvio que algo no funciona bien en un cuerpo policial que tiene abiertas tantas causas en los juzgados. En estos momentos, seis agentes de El Vendrell est¨¢n imputados por lesiones a un detenido el 31 de diciembre pasado; otros ocho lo est¨¢n por la muerte de un hombre de origen marroqu¨ª en esa misma comisar¨ªa en julio; y nueve agentes m¨¢s de Barcelona est¨¢n tambi¨¦n imputados por golpear y vejar a tres j¨®venes tras detenerlos el verano pasado. Son solo los casos m¨¢s recientes. En todos ellos, igual que en las tres muertes, se ha alegado que los arrestados estaban ¡°muy alterados¡± y que se han aplicado los ¡°protocolos de actuaci¨®n¡±. Sorprende que unos incidentes protagonizados por personas que, por muy alteradas que est¨¦n, no van armadas y no respresentan un grave peligro, acaben provocando mucho m¨¢s da?o ¡ªla muerte¡ª que el que se pretende evitar. Si las actuaciones policiales se han ajustado al protocolo, es evidente que habr¨¢ que revisar tambi¨¦n esos protocolos.