Diego L¨®pez contra la leyenda
Mourinho le encomend¨® una doble misi¨®n: ser portero del Madrid y relevar al mito V¨ªctima del aparato, Casillas se volvi¨® maldito Y el club se parti¨® en dos bandos encarnados por dos guardametas: un genio natural y un hombre com¨²n frente a un destino descomunal
Paradela es un villorrio confundido entre montes de casta?os, robles y acebos al norte de la sierra de Care¨®n, en Lugo. Los folletines tur¨ªsticos de Galicia advierten que el paraje vivi¨® su ¨¦poca de esplendor en torno al periodo menos documentado de los ¨²ltimos 2.000 a?os, en el siglo IX, al amparo de un par de monasterios ¡°cuyos monjes se reg¨ªan por las reglas de san Fructuoso¡±.
Paradela es un pueblo angustiado por un portero angustiado
El n¨²cleo urbano, habitado por unas 300 personas, experimenta un lento declive demogr¨¢fico. La vida social de los parroquianos se concentra en establecimientos como el bar Xesma, sede de la pe?a Diego L¨®pez, y, consecuentemente, reducto diegolopista por excelencia. Es lo natural. Diego L¨®pez, adem¨¢s de portero del Real Madrid, es el ciudadano m¨¢s destacado de Paradela desde el abad Pradomao.
Hace unos d¨ªas son¨® el tel¨¦fono en el bar y una se?ora de voz en¨¦rgica se puso al aparato. La llamaba este peri¨®dico para pedirle que describiera la clase de actividades que desempe?aba la asociaci¨®n para seguir al ¨ªdolo.
¡ªSi es para darle ca?a, no hablar¨¦ ¡ªdijo.
¡ª?Qui¨¦n le da ca?a?
¡ª?La prensa! Quieren destruirle. ?Ni que fuera Bin Laden! Su familia y sus amigos estamos sufriendo much¨ªsimo.
¡ª?Usted c¨®mo se llama?
¡ªNo dir¨¦ nada. ?No quiero echar m¨¢s le?a al fuego!
Paradela es un pueblo angustiado por un portero angustiado. Pero Diego L¨®pez nunca se habr¨ªa encontrado en esta situaci¨®n si el entrenador que le promocion¨® no le hubiese utilizado para destruir a su compa?ero, Iker Casillas.
Casillas es el hombre que levant¨® la Copa del Mundo en 2010. Estaba llamado a ocupar el santuario que en el imaginario colectivo de las aficiones integran monumentos como Moore, Maradona, Zoff, Beckenbauer o Pel¨¦, fundadores todos ellos de una mitolog¨ªa nacional. En Espa?a, sin embargo, Casillas se convirti¨® en algo parecido a un maldito. Enfrentado a Jos¨¦ Mourinho, el entrenador m¨¢s poderoso y d¨¦spota que ha pasado por Chamart¨ªn, el portero fue v¨ªctima del sofisticado aparato de propaganda de sus jefes. Le acusaron de traidor, de conspirador, de filtrador. Los socios que creyeron el relato abrazaron a Diego L¨®pez como a un salvador.
Casillas fue v¨ªctima del sofisticado aparato de propaganda de sus jefes. Le acusaron de traidor
¡°Nadie se explica c¨®mo pude salir de un pueblo escondido de Lugo y llegar adonde estoy¡±, dijo Diego L¨®pez en La Voz de Galicia, coincidiendo con su etapa m¨¢s brillante, cuando jugaba para el Villarreal, en 2009.
Los a?os dorados del Villarreal hab¨ªan pasado y L¨®pez languidec¨ªa en el banquillo del Sevilla en enero de 2013, cuando lo llam¨® Mourinho para cumplir una doble misi¨®n: ser portero del Madrid y relevar a Casillas, aprovechando que se hab¨ªa roto una mano. L¨®pez hizo un trabajo correcto. Sin embargo, la temporada se cerr¨® con uno de los fracasos m¨¢s sonados de la historia del club. Sin t¨ªtulos y a la gresca. La marcha de Mourinho en el verano pasado dej¨® una herencia de divisi¨®n en el vestuario y en la masa social cuyo s¨ªmbolo fueron los porteros.
El presidente, Florentino P¨¦rez, manifest¨® a algunos medios de comunicaci¨®n ¡ªsiempre fuera de micr¨®fonos¡ª que ¨¦l consideraba que deb¨ªa jugar Casillas porque era el mejor. No faltan colaboradores presidenciales, sin embargo, que apuntan a una maniobra en la sombra para promover un relevo discreto, sin coste pol¨ªtico, en un puesto que hasta entonces hab¨ªa pertenecido a una leyenda. Seg¨²n estos testimonios, Ancelotti, el sucesor de Mourinho, no es m¨¢s que un eslab¨®n en la larga cadena de decisiones. A ning¨²n empleado del club se le escapa que Casillas nunca goz¨® del aprecio personal de P¨¦rez. Si los m¨¦ritos de L¨®pez hubieran estado tan claros, la hinchada no se habr¨ªa dividido como lo hizo: la mitad del Bernab¨¦u apoy¨® a Casillas mientras los extremistas del fondo sur le insultaban. Nunca en la historia del Madrid hubo un enfrentamiento m¨¢s acusado entre hinchas. Se pitaban y se reprobaban, cada uno desde su bander¨ªa. De un lado, los casillistas, o los antimourinhistas, o los seudomadridistas, y del otro, los diegolopistas o los mourinhistas.
Lo llam¨® Mourinho para cumplir una doble misi¨®n: ser portero del Madrid y relevar a Casillas
Casillas fue objeto de manifestaciones de ultras que acudieron a increparle a las puertas del Bernab¨¦u y de los hoteles donde se concentraba. Alarmado ante la escalada de difamaciones contra su capit¨¢n, el seleccionador espa?ol, Vicente del Bosque, sali¨® a escena para defender p¨²blicamente a Casillas en mayo del a?o pasado. ¡°Iker es uno de los nuestros¡±, dijo.
Las palabras de Del Bosque parec¨ªan prudentes y solidarias. Pero entonces saltaron a escena los pol¨ªticos. Jos¨¦ Manuel Mato D¨ªaz, el alcalde de Paradela, del PP, se sinti¨® agraviado y envi¨® una carta al seleccionador acus¨¢ndole de faltar al respeto a Diego L¨®pez por razones que no acab¨® de especificar. La larga misiva, que se public¨® en el diario Marca, comenzaba as¨ª: ¡°Ilustr¨ªsimo Sr. Marqu¨¦s (¡): Tiempo atr¨¢s dijo: ¡®Iker Casillas es uno de los nuestros¡¯. Una vez m¨¢s comet¨ªa una falta de respeto hacia Diego L¨®pez al no nombrarlo. ?No era nadie? ?Qui¨¦nes, cu¨¢ntos y por qu¨¦ son ¡®el grupo¡¯? ?Son etnia, familia, secta, tribu, banda, pandilla o clan¡?¡±.
Como tantos diegolopistas, Mato afirma que su ¨ªdolo deber¨ªa ser el portero titular de Espa?a. Pero el sentimiento de discriminaci¨®n parece infundado. Casillas conquist¨® dos Champions, cuatro Ligas, una Copa del Rey, una Copa Intercontinental, dos Eurocopas y un Mundial, mientras que L¨®pez no tiene trofeos. Solo su abnegada dedicaci¨®n a un oficio que practica con pulcritud.
El Bernab¨¦u le vigila con celo: cada vez que falla le pitan como a un reo
El correr de los ¨²ltimos meses ha enfrentado a los porteros a una realidad tan irregular como sus condiciones. Cada vez que le han permitido jugar, Casillas, el genio natural, se ha engrandecido, salvando al Madrid en las situaciones cr¨ªticas, como si adem¨¢s de su poder mental y t¨¦cnico lo amparase la buena fortuna. L¨®pez, por el contrario, en los momentos decisivos ha dado s¨ªntomas de vulnerabilidad. Sin poder frenar la rueda del karma, el vecino de Paradela es un hombre com¨²n enfrentado a un destino descomunal. Con el mourinhismo en regresi¨®n, el p¨²blico del Bernab¨¦u ha acabado vigil¨¢ndole con celo: cada vez que falla, le pitan como a un reo.
Florentino P¨¦rez ha ofrecido todo su respaldo a L¨®pez. El portero sabe que cuenta con el apoyo institucional. Manuel Garc¨ªa Quil¨®n, su agente, suele decir que nunca vio a un futbolista mejor dotado para el equilibrio ps¨ªquico. En p¨²blico, L¨®pez se muestra insondable. En privado manifiesta que siente que la opini¨®n p¨²blica no reconoce sus valores con la vehemencia que celebra los de Casillas. No comprende la pasi¨®n que desencadena su contraparte. Los pe?istas de Paradela tampoco entienden la irracionalidad cuando es ajena.
La histeria colectiva parece generalizada. No se libran ni las instituciones. Mato D¨ªaz, que hace a?os nombr¨® a L¨®pez hijo predilecto de Paradela, declina la propuesta de participar en un reportaje que explique al futbolista y su circunstancia. Su secretaria, gentil, remite entonces al bar Xesma, en donde siempre hay, al parecer, gente dispuesta a ensalzar al hombre. Pero ah¨ª, en el seno de la pe?a, se han atrincherado.
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