Manifiesto ateo en defensa de la Semana Santa
Cuando las abuelas hacen torrijas, abren los chiringuitos y echan 'Ben- Hur' por la tele, ?a qui¨¦n le va a molestar el olor a incienso?
A la Semana Santa se llega por necesidad. En unos casos, de descanso; y en otros, de condimento espiritual. Los segundos, si son cristianos, tienen f¨¢cil soluci¨®n para satisfacer sus exigencias: basta con echarse a la calle. Espa?a es estos d¨ªas un muestrario de actos cat¨®licos, una entrega apasionada a la imaginer¨ªa y los ritos. Pero, ?qu¨¦ soluci¨®n tienen los que no creen en Dios o en este Dios o no participan de ¨¦l? La Semana Santa est¨¢ estrat¨¦gicamente situada en el calendario, entre la Navidad y el verano, como tabla de salvaci¨®n vacacional. Lo malo es que no es ni una cosa ni otra. Ni fomenta el consumismo feroz de la Navidad (en el dios dinero muchos encuentran consuelo y no es ¨¦ste lugar para juzgar a nadie) ni es del todo verano, le falta desde temperatura a canci¨®n. Entonces, ?c¨®mo diablos -con perd¨®n- puede disfrutar de esta semana quien no la considere santa?
En el est¨®mago encontramos una primera respuesta. Es esta una buena temporada gastron¨®mica. El bacalao y su potaje de vigilia o las sopas de ajo son tradicionales. Pero donde llega la eclosi¨®n y la aut¨¦ntica santidad gastron¨®mica es en los dulces. Los bu?uelos, los pesti?os o las monas de pascua aportar¨¢n esa cantidad de az¨²car de la que llevamos desprendi¨¦ndonos desde el 7 de enero. Y la aut¨¦ntica reina, la torrija. De ella, cada abuela tiene una receta con un toque especial, transmitido de generaci¨®n en generaci¨®n. Es uno de esos platos que saben diferente en cada familia. Tal manjar que si el placer estuviera prohibido (tampoco demos ideas), habr¨ªa que conseguirlas de contrabando, como el whisky en la Atlantic City de los a?os veinte del siglo pasado. Aunque eso supusiera tener a las abuelas en cocinas clandestinas untando pan en leche.
Si la gastronom¨ªa no es suficiente, hay m¨¢s posibilidades para aumentar nuestro bagaje cultural estos d¨ªas. Con el cine, por ejemplo. Estrenan otra pel¨ªcula de Spiderman, pero habl¨¢bamos de cultura, no de mero entretenimiento. Y ah¨ª est¨¢ Ben-Hur. Siempre. Ah¨ª sigue, impasible. Permanece Semana Santa tras Semana Santa en la parrilla, sobreviviendo a directores de RTVE, entrenadores del Madrid, ministros dimisionarios (bueno, de estos menos) o incluso varios papas. Los a?os pasan y ah¨ª sigue la interpretaci¨®n de Charlton Heston. Ben-Hur permanece. La cita anual es este viernes santo en TVE1. Una Semana Santa sin Ben-Hur no es santa ni es nada.
Libros, carretera y chiringuito
Si la preferencia cultural pasa por la lectura, hay propuestas para estos d¨ªas. M¨¢s all¨¢ de un repaso al Antiguo y al Nuevo Testamento con todas sus historias, que son muchas, es buen momento para dedicarle un rato a una de las incontables biograf¨ªas publicadas sobre el papa Francisco. Conviene ir con cuidado a la hora de leer si uno no quiere de ninguna manera llegar el lunes a la oficina como un converso: San Ignacio de Loyola, fundador de los Jesuitas a los que pertenece Bergoglio, se replante¨® su vida y su fe a base de leer durante la recuperaci¨®n de una herida de guerra. Aunque si lo que se pretende es huir sin misericordia de la religi¨®n, hay un libro perfecto para aprovechar estos d¨ªas de asueto. Se llama Dios no es bueno y es un libro de Christopher Hitchens. Altamente recomendables, por cierto, sus memorias Hitch-22.
Pero es posible que la huida de lo sacro no se produzca ni por el est¨®mago ni por el intelecto, sino, simple y llanamente, por carretera. Hacia la costa, concretamente. En ese caso, prep¨¢rese para disfrutar de los paisajes. Es muy posible que tenga tiempo de contemplarlos en alg¨²n atasco. O goce de los dulces t¨ªpicos de cualquier regi¨®n que atraviese en su ¨¦xodo y que podr¨¢ comprar en una estaci¨®n de servicio, esos lugares en los que Luis de Guindos tiene raz¨®n: no hay riesgo de que caigan los precios. Una vez en su destino, lim¨ªtese a autoenga?arse. Por ejemplo, si hace mal tiempo, piense que ver llover puede tener el mismo efecto relajante que observar un acuario o una chimenea. Si hace buen tiempo pero el agua del mar est¨¢ helada, recuerde que los ba?os a baja temperatura son buenos para la circulaci¨®n y el sistema inmunol¨®gico. Y sobre todo, mantenga la calma: la mayor¨ªa de chiringuitos tambi¨¦n abre en Semana Santa.
Peor es sufrir San Valent¨ªn, que ni siquiera es festivo, nadie cocina torrijas y reponen Pretty Woman.
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