Caminos distintos
Frente a la intentona de Mas de montar una consulta, Urkullu quiere negociar antes de votar
El presidente del Gobierno vasco, I?igo Urkullu, est¨¢ preocupado por la frustraci¨®n que puede provocar el camino unilateral escogido por los independentistas catalanes. Tiene motivos para sentirse inquieto, porque el fracaso de la experiencia catalana golpear¨ªa las expectativas de los que vinculan el futuro de Euskadi a m¨¢s autogobierno. El domingo pasado, Urkullu volvi¨® a empu?ar la bandera de la patria vasca; lo hizo sin reivindicar el Plan Ibarretxe y marcando distancias, tanto con la izquierda abertzale como con los soberanistas catalanes.
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No es lo mismo el proceso de negociaci¨®n con el Gobierno de Espa?a, promovido por el PNV, que la autodeterminaci¨®n reclamada desde la izquierda abertzale. Como tampoco es igual el m¨¦todo del di¨¢logo-negociaci¨®n-acuerdo-ratificaci¨®n, propuesto por el lehendakari, respecto del preconizado por Artur Mas, que ha iniciado la casa por el tejado al anteponer el refer¨¦ndum a cualquier otro paso. Empezar por el final polariza a la poblaci¨®n e impide el acuerdo entre diferentes, reduciendo el di¨¢logo a un consenso entre soberanistas. Hasta el punto de que la izquierda abertzale establece un lazo con el soberanismo catal¨¢n en el que no es nada probable que se encuentre c¨®modo el presidente de la Generalitat. Urkullu ni siquiera insisti¨® en su discurso en el t¨¦rmino del derecho a decidir.
Ahora bien, el lehendakari debe hacer gala de pragmatismo no solo en cuanto al m¨¦todo. Por mucho que la celebraci¨®n del Aberri Eguna (D¨ªa de la Patria Vasca) propicie la exageraci¨®n ret¨®rica, no se puede dibujar la actual realidad espa?ola con el trazo grueso de la letan¨ªa franquista sobre la patria (¡°una, grande y libre¡±), como si de nada hubieran valido la Constituci¨®n, las comunidades aut¨®nomas y, muy claramente en el caso vasco, la autonom¨ªa fiscal. Una jornada de exaltaci¨®n identitaria no autoriza a juzgar el camino, recorrido conjuntamente, con tanto reduccionismo y menosprecio.
Otra cosa es que Urkullu se sienta mal atendido o comprendido por el gobierno de Mariano Rajoy ¡ªque de forma inexplicable sigue dejando al ministro de Exteriores la reacci¨®n a las propuestas nacionalistas¡ª. La v¨ªa del PNV necesita del PP para dialogar y acordar reformas pol¨ªticas, una condici¨®n nada evidente. M¨¢s f¨¢cil puede resultarle con el PSOE, aunque es cierto que Urkullu habla de confederalismo, un concepto con muy pocos referentes internacionales, mientras el PSOE propone una reforma federal.
El indicio de que Urkullu no est¨¢ pensando en provocar fracturas sociales es su invitaci¨®n a los no nacionalistas a participar en el Aberri Eguna, lo cual ya existi¨® antes de que el radicalismo de la izquierda abertzale por un lado y la acentuaci¨®n soberanista del nacionalismo, por el otro, crearan fronteras entre dem¨®cratas. Por lo dem¨¢s, insistir en Europa como gran meta de una serie de pa¨ªses separados no deja de ser un contrasentido: para tener fuerza hay que sumar, nunca dividir.
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