Francia y su cuarteto de la disonancia
Hollande y Valls, Sarkozy y Jupp¨¦ (y Marine Le Pen): todos tocan contra todos
?El Cuarteto de la disonanciade Mozart es, probablemente, una de las piezas de m¨²sica de c¨¢mara m¨¢s bellas que jam¨¢s se hayan escrito. Su nombre, que alude al sumamente inusual primer movimiento, bien podr¨ªa usarse para describir el estado actual de la pol¨ªtica francesa, solo que este dista mucho de ser tan bello.
El escenario pol¨ªtico que hoy nos muestra Francia est¨¢ dominado por un cuarteto de figuras, dos a la izquierda, Fran?ois Hollande y Manuel Valls, y dos a la derecha, Nicolas Sarkozy y Alain Jupp¨¦. No es exagerado decir que, contra los requisitos de la m¨²sica de c¨¢mara, estos cuatro no tocan juntos sino, m¨¢s o menos abiertamente, todos contra todos.
En la izquierda, la cat¨¢strofe electoral sufrida por el gobernante partido socialista en las elecciones municipales de marzo revel¨® lo bajo que cay¨® la popularidad de Hollande. Con la perspectiva de sufrir una paliza similar en las pr¨®ximas elecciones para el Parlamento Europeo, a Hollande no le qued¨® m¨¢s alternativa que instalar a su muy popular ministro del interior, Manuel Valls, en el H?tel Matignon (la oficina del primer ministro).
Por primera vez en la historia de la Quinta Rep¨²blica, el Palacio del El¨ªseo (sede presidencial) parece estar sufriendo una gran p¨¦rdida de poder. La letra y el esp¨ªritu de la Constituci¨®n francesa se?alan que el primer ministro es el segundo en la l¨ªnea de mando del pa¨ªs (¡°mi colaborador¡±, as¨ª llam¨® una vez Sarkozy a Fran?ois Fillon), y que su tarea principal es proteger al presidente. Pero ahora Hollande depende completamente de su primer ministro.
La disonancia de la izquierda, que est¨¢ en el poder desde 2012, comenz¨® tan pronto como Hollande asumi¨® el cargo. La extrema izquierda denuncia el ¡°socioliberalismo¡± de su gobierno, m¨¢s evidente ahora que Valls dirige el gabinete. Todo indica que, pesar de sus muchas declaraciones en contra, ahora el que manda es Valls (a quien a veces se describe como ¡°el Sarkozy de la izquierda¡±, por su dinamismo infatigable y, s¨ª, tambi¨¦n por su oportunismo).
Hollande se meti¨® en un serio problema. Si a Valls le va bien, el triunfo ser¨¢ suyo, no de Hollande, y reforzar¨¢ su evidente ambici¨®n de convertirse en presidente en 2017. Si fracasa, su derrota reducir¨¢ a¨²n m¨¢s las posibilidades de reelecci¨®n para Hollande. La falta de alternativas atractivas lleva a muchos en la izquierda a sentirse traicionados y desalentados.
Esta cacofon¨ªa en las dos fuerzas pol¨ªticas principales se produce por una nota clave: Europa
En la derecha, Sarkozy sigue vi¨¦ndose como la ¨²nica alternativa, a pesar de su derrota de hace dos a?os. Pero tendr¨¢ que pelear cuesta arriba. Aunque es un pol¨ªtico consumado, y es evidente la nostalgia que sienten por ¨¦l muchos de los activistas de su partido, m¨¢s evidente a¨²n es el rechazo que le manifestaron los dem¨¢s votantes franceses (debido sobre todo a cuestiones referidas a su personalidad) y que no ven motivos para modificar.
El poder, como la naturaleza, aborrece el vac¨ªo. Reelegido alcalde de Burdeos por amplia mayor¨ªa, Jupp¨¦ (quien fue primer ministro durante el Gobierno de Jacques Chirac y ministro de asuntos exteriores de Sarkozy), ha resurgido como la figura pol¨ªtica m¨¢s popular de Francia y tiene simpatizantes en la izquierda y en el centro.
Se le podr¨¢ perdonar a Jupp¨¦ sentir ahora un poco de Schadenfreude, despu¨¦s de que hace veinte a?os se convirti¨® en uno de los pol¨ªticos m¨¢s impopulares del pa¨ªs por su intento de imponer unas reformas muy necesarias. Tal vez su edad (68) sea una desventaja en 2017, pero tambi¨¦n podr¨ªa resultar una ventaja: es la ¨²nica figura con porte de estadista y capacidad de despertar confianza en un cuarteto cuyos otros integrantes son un gobernante en ejercicio sin carisma y dos hombres obsesionados por el poder y con prisa.
Pero el cuarteto no est¨¢ solo en el escenario. Hay un quinto m¨²sico, Marine Le Pen, jefa del partido de extrema derecha Frente Nacional, que ofrece al auditorio una partitura radicalmente diferente. Le Pen no se cansa de capitalizar la serie de escandaletes que han afectado tanto a la izquierda como a la derecha (y que en parte se pueden atribuir al clima casi de guerra civil que prevalece en ambos campos desde hace algunos a?os). El ¨²ltimo caso, por poner un ejemplo, le cost¨® a Hollande la p¨¦rdida de un asesor clave, que tuvo que renunciar cuando la prensa de izquierda revel¨® un conflicto de intereses.
Esta disonancia en las dos fuerzas pol¨ªticas principales de Francia se produce por una nota clave: Europa. Algunos sectores de la izquierda (que en 2005 respondieron ¡°no¡± a la propuesta de un Tratado Constitucional para la Uni¨®n Europea) se oponen a Europa por una combinaci¨®n de razones sociales y econ¨®micas, a las que a menudo acompa?an con argumentos de soberan¨ªa nacional. En cuanto a la derecha, aunque en sus filas no hay muchos anticapitalistas, est¨¢ igualmente atravesada por la cuesti¨®n de Europa. Lo mismo que los antieurope¨ªstas de izquierda, los de derechas denuncian los ¡°dictados¡± que env¨ªa la Comisi¨®n Europea desde Bruselas y su acatamiento por parte del Gobierno franc¨¦s.
Estas m¨²ltiples capas de disonancia traen una consecuencia que, lamentablemente, ya es demasiado evidente. Muchas encuestas de opini¨®n p¨²blica predicen que en la elecci¨®n del mes pr¨®ximo para el Parlamento Europeo, el ganador ser¨¢ el Frente Nacional, el ¨²nico partido que presenta una postura coherente, unificada y totalmente negativa respecto de Europa. Si as¨ª fuera, la cacofon¨ªa pol¨ªtica de Francia se habr¨¢ convertido en un problema tambi¨¦n para Europa.
Dominique Moisi es profesor en el Institut d¡¯¨¦tudes politiques de Par¨ªs (Sciences Po), asesor superior en el Instituto Franc¨¦s de Asuntos Internacionales (IFRI) y profesor visitante en el King¡¯s College de Londres.
Traducci¨®n de Esteban Flamini.
??Project Syndicate, 2014.
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