8 fotosEllas hacen avanzar Am¨¦rica LatinaSon profesoras, economistas, cocineras o publicistas. Y todas son reconocidas (algunas perseguidas) en sus pa¨ªses por impulsar cambios sociales y pol¨ªticos hacia la igualdad, ya sea entre hombres, mujeres, homosexuales, ind¨ªgenas, y la equidadAlejandra AgudoMadrid - 14 may 2014 - 22:26CESTWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceJuana Antonia Jim¨¦nez Martinez, de 46 a?os, prefiere que la llamen Juanita. "Mi abuela lo dispuso as¨ª", r¨ªe. Es abogada y lleva m¨¢s de dos d¨¦cadas defendiendo a v¨ªctimas de violencia de g¨¦nero y de agresiones sexuales en Nicaragua, su pa¨ªs. A partir de su experiencia en los juzgados, se dio cuenta de que quer¨ªa y deb¨ªa participar en el proceso de elaboraci¨®n de las leyes que reconocieran los derechos de las mujeres. Eso le llev¨® a fundar tres organizaciones feministas. Hoy es consultora de Naciones Unidas. "Antes violaci¨®n era solo penetraci¨®n y yo particip¨¦ para que se ampliara y tambi¨¦n para que se reconociera el delito de da?os psicol¨®gicos -y no solo de lesiones- a las maltratadas. Para que las medidas cautelares de alejamiento que exist¨ªan para otros delitos, tambi¨¦n se aplicaran en los de violencia de g¨¦nero". Tales son algunos de sus logros. De las personas que ha defendido, recuerda a una joven de 13 a?os violada reiteradamente por su padre en 1996. Entonces, la justicia nicarag¨¹ense no aceptaba el testimonio de la v¨ªctima como prueba. "Fue muy duro demostrar su relato con otras pruebas. Adem¨¢s, aunque seas abogada, no puedes ser insensible. As¨ª que eso llev¨® al Movimiento Aut¨®nomo de Mujeres al que pertenezco a pedir la validez probatoria de la v¨ªctima", dice. Se consigui¨® en 2003. Un objetivo m¨¢s que tachar en la lista, aunque todav¨ªa quedan: "Las mujeres no nos merecemos ning¨²n tipo de violencia".SAMUEL S?NCHEZ¡°Soy lesbiana y transfeminista¡±. As¨ª se define Johanna Izurieta Montesdeoca (1970, Guayaquil, Ecuador). Y explica: ¡°Pero defiendo los derechos humanos de las mujeres. Todas vivimos la misma discriminaci¨®n¡±. Cree que en su pa¨ªs ellas se identifican con minor¨ªas ¨Cind¨ªgena, populares, afrodescendientes, gais-, realidades distintas pero con problemas comunes como la violencia de g¨¦nero, la falta de acceso a la tierra o el cr¨¦dito y la discriminaci¨®n institucional. Tras ser voluntaria en varias organizaciones religiosas, de cooperaci¨®n y desarrollo local, y estudiar Marketing y Publicidad, con 30 a?os (2000) se uni¨® "por azares del destino" a la organizaci¨®n que hoy coordina. "Necesitaban a alguien que supiera de finanzas para defender la autonom¨ªa econ¨®mica de las mujeres". Y descubri¨® que era feminista y quer¨ªa implicarse a¨²n m¨¢s en el cambio pol¨ªtico y social impulsado por y para ellas. Luego descubri¨® que era lesbiana. ¡°Ya lo sent¨ªa, pero sal¨ª del ¡®closet¡¯ porque pude aceptarme¡±, reconoce. Hac¨ªa solo un a?o que se hab¨ªa despenalizado la homosexualidad en Ecuador. Pese a este y otros avances en el pa¨ªs como el reconocimiento de las parejas de hecho y de un tercer g¨¦nero, Izurieta cree que todav¨ªa queda mucho camino por recorrer. "Ecuador es muy religioso, machista y tradicional. Y no se puede eliminar esto de un d¨ªa para otro", afirma. Su sue?o: una mujer presidenta en Ecuador. "Y que no pasen muchos a?os para que yo lo vea".SAMUEL S?NCHEZUna terrible sequ¨ªa en 1986 llev¨® a a Mar¨ªa Ver?nica de Santana (1968, Brasil) a implicarse con movimientos de campesinas. En la regi¨®n en la que vive y tiene su tierra, en el noreste del pa¨ªs, la falta de agua empuj¨® a la poblaci¨®n del lugar a organizarse y reivindicar ayudas. "Afect¨® sobre todo a las mujeres, porque los hombres emigraron y fuimos nosotras las que nos quedamos cuidando de la casa y los hijos. Y la tierra", detalla. Afectadas por el mismo problema, Santana y otras de su regi¨®n se unieron para pedir el reconocimiento de su trabajo en el campo como una profesi¨®n (y no como una de las labores dom¨¦sticas). En 1988 lo consiguieron, pero no pod¨ªan ejercer el derecho a la propiedad porque la mayor¨ªa carec¨ªa de un documento de identidad. Una nueva batalla. As¨ª fue como el movimiento empez¨® a crecer y comenzaron otras luchas: para que les dieran documentaci¨®n, para tener acceso a financiaci¨®n, espacios de participaci¨®n pol¨ªtica... Han pasado casi 30 a?os de aquella sequ¨ªa y esta mujer tiene tres hijos y sigue viviendo de lo que da la tierra. Pero ha evolucionado. Hoy, Santana es secretaria ejecutiva del Movimiento da Mulher Trabalhadora do Nordeste. Y tiene tarea, porque, seg¨²n dice, la sociedad no ha cambiado tanto como ella.SAMUEL S?NCHEZA Sandra Ramos, de 54 a?os, le sale su fuerza interior por las manos. Golpea la palma de una con el pu?o de la otra al hablar de la falta de autonom¨ªa econ¨®mica y derechos laborales de las mujeres en Nicaragua, en particular, y Centroam¨¦rica en general. Estudi¨® hasta tercero de Econom¨ªa, que no termin¨®. Despu¨¦s se licenci¨® en Ciencias Sociales. Se define como "sindicalista, sandinista, feminista y activista". En ese orden, porque primero comenz¨® su actividad en un sindicato. "Al principio pensaba que la clase obrera era una, pero me di cuenta de que no. Hay hombres y mujeres". As¨ª explica c¨®mo se implic¨® para luchar contra la discriminaci¨®n de g¨¦nero en el terreno laboral y econ¨®mico. "Las demandas de las obreras eran las m¨ªas", reconoce. Entonces, junto con otras compa?eras, fund¨® el Movimiento de Mujeres Trabajadoras y Desempleadas Mar¨ªa Elena Cuadra hace m¨¢s de 20 a?os. Habla con orgullo de c¨®mo desde esta organizaci¨®n impulsaron la aprobaci¨®n el pasado 2011 de la ley 779 contra todas las formas de violencia de g¨¦nero. "Tambi¨¦n la econ¨®mica, patrimonial, institucional...", detalla. "Podemos hacer que la sociedad avance, aunque no con la rapidez que nos gustar¨ªa porque estamos en un entorno patriarcal y capitalista". Por su parte, como madre de dos hijos varones, les ha pedido que respeten los derechos de las mujeres "est¨¦n donde est¨¦n". "Puedo decir que hay un mundo mejor en el que hombres y mujeres sean iguales. Y trabajo como una hormiga para alcanzarlo".SAMUEL S?NCHEZAna Patricia Mart¨ªnez, de 42 a?os, recuerda que su madre le ense?¨® a ser una mujer aut¨®noma. Estudi¨® Psicolog¨ªa y realiz¨® sus pr¨¢cticas en 1997 ayudando a v¨ªctimas de abusos sexuales e intrafamiliares en la Fundaci¨®n para la Promoci¨®n y el Desarrollo de las Mujeres y la Ni?ez (FUNDEMUNI) de Nicaragua. "Desde entonces, soy activista defensora de los derechos de las mujeres empoder¨¢ndolas desde lo individual a lo colectivo", dice. Hace dos a?os comenz¨® a dirigir la organizaci¨®n en la que atienden entre 20 y 25 v¨ªctimas al mes. "Cada mujer a la que ayudo me inspira para seguir trabajando. Me hace ver que es posible salir adelante", explica. Su lucha no es solo para reparar las mentes rotas de mujeres violadas y agredidas, sino que cree que hay que combatir las causas profundas de esa violencia: "Un sistema patriarcal y machista".SAMUEL S?NCHEZEste 2014, a sus 53 a?os, ha sido elegida presidenta de la mayor organizaci¨®n de mujeres de Per¨² (Conamovidi), pero Relinda Sosa comenz¨® su 'activismo' social en una cocina. Literalmente. A los 13 emigr¨® a la capital (Lima) y a los 14 empez¨® a trabajar de empleada dom¨¦stica y a estudiar la secundaria en la escuela nocturna. Su maternidad, a los 20, le hizo abandonar. Como trabajar y cuidar a la criatura a la vez se le hac¨ªa dif¨ªcil, pero necesitaba ahorrar para pagar su casa en El Agustino -distrito marginal de la ciudad-, se uni¨® a otras mujeres de su barrio con el mismo problema para cocinar de manera conjunta y abaratar los costes de la alimentaci¨®n familiar. "Montamos el comedor en casa de otra mujer. Cada una pon¨ªa lo que pod¨ªa, yo llev¨¦ dos ollas", recuerda. Eso fue en 1988. Pronto se dieron cuenta de que exist¨ªan otros comedores autogestionados como el suyo para personas con carencias econ¨®micas. Hoy, son una extensa red de comedores populares y han impulsado leyes que obligan al Estado peruano a suministrar alimentos a las personas sin recursos.SAMUEL S?NCHEZEs dr¨¢stica: "Tengo una educaci¨®n cristiana, s¨¦ lo que es la represi¨®n, el rechazo al propio cuerpo y la sexualidad". Cada frase que sale por la boca de la nicarag¨¹ense Mar¨ªa Teresa Bland¨®n, de 52 a?os, suena como un bofeton. "Pero con la revoluci¨®n en el pa¨ªs y el fin de la dictadura, cambi¨¦. Romp¨ª con el sometimiento al orden familiar". Hoy coordina la organizaci¨®n La Corriente, desde la que defiende los derechos sexuales y reproductivos, la diversidad sexual y la erradicaci¨®n de la violencia de g¨¦nero. "El aborto est¨¢ totalmente penalizado, tenemos unos problemas enormes con los embarazos adolescentes -el 30% de las mujeres encinta son menores de 19 a?os- y la segunda tasa m¨¢s alta de la regi¨®n en mortalidad materna", lamenta como quien enumera una lista de tareas pendientes. Estos asuntos entraron en sus preocupaciones personales (y despu¨¦s laborales) cuando trabajaba en un sindicato agropecuario y daba charlas a campesinas sobre violencia de g¨¦nero y sexualidad. "Nunca nadie les hab¨ªa hablado del cl¨ªtoris. No sab¨ªan lo que era. No conoc¨ªan el placer. Solo satisfacer al marido y parir hijos". Por eso, reorient¨® la actividad de la organizaci¨®n hacia los m¨¢s j¨®venes. Para que no les faltese la formaci¨®n y, por tanto, el poder sobre su cuerpo.SAMUEL S?NCHEZMary Sol Avenda?o, colombiana de 42 a?os, es profesora en la universidad p¨²blica Francisco Jos¨¦ de Caldas de Bogot¨¢. "Estoy completamente convencida de que la educaci¨®n puede cambiar la realidad". Por eso, a sus alumnos (todos varones) de la asignatura de An¨¢lisis Social Colombiano en los estudios de Ingenier¨ªa en Electr¨®nica, les habla de las desigualdades de g¨¦nero del pa¨ªs y c¨®mo las mujeres son las que se llevan la peor parte. "Siempre hay alguno que dice que ser¨¢ porque se lo merecen", reconoce. Pero su mayor labor a favor de las mujeres y la infancia la realiza desde los 16 a?os en el Centro de Promoci¨®n y Cultura. "Entr¨¦ a los 12 como usuaria, pero me fui involucrando y asumiendo responsabilidades", detalla. Una de sus m¨¢ximas es que no quiere ser igual que un hombre. "Quiero que caminemos juntos en equidad".SAMUEL S?NCHEZ