Los ¨²ltimos pasos de ¡®pap¨¢ Samsung¡¯
Durante a?os Lee Kun-Hee mir¨® a Steve Jobs cara a cara Creador del otro gran imperio tecnol¨®gico de origen surcoreano, se zaf¨® de la justicia, de la c¨¢rcel y hasta de sus hermanos Pero ha llegado la hora de la verdad: se enfrenta a su propia fragilidad
A sus 72 a?os, Lee Kun-Hee es un hombre fr¨¢gil, de mala salud, que durante a?os mir¨® frente a frente a Steve Jobs, su m¨¢ximo rival y difunto fundador de Apple. Ha superado un c¨¢ncer de pulm¨®n y una grave neumon¨ªa. Los duros inviernos coreanos le obligan a alejarse de su pa¨ªs y pasarlos en climas m¨¢s c¨¢lidos, en la isla sure?a japonesa de Okinawa o en Hawai. Y desde hace tiempo prepara ya la transici¨®n para dejar su imperio, a todas luces, en manos de su ¨²nico hijo var¨®n, Lee Jae-Yong, de 45 a?os. Pero aun as¨ª, el presidente, patriarca y alma de Samsung Electronics, el hombre m¨¢s rico y poderoso de Corea del Sur, no ha dejado de manejar con mano de hierro su compa?¨ªa, la m¨¢s prominente de un conglomerado familiar que produce desde tostadoras hasta tanques y representa una quinta parte del producto interior bruto (PIB) surcoreano. No es de extra?ar, pues, que el infarto de miocardio que sufri¨® el fin de semana pasado, y del que se recupera tras una intervenci¨®n quir¨²rgica de urgencia, dejara en vilo a sus paisanos.
Porque si esta ¨²ltima enfermedad le impidiera retornar por completo a sus quehaceres, la tarea de sucederle no ser¨ªa nada f¨¢cil. Lee, que acumula una fortuna personal que la revista Forbes calcula en 9.415 millones de euros, es una figura tan clave para Samsung como Samsung lo es para la econom¨ªa surcoreana. Autoritario, tajante y ambicioso, acompa?ado siempre por una marea de ayudantes, respira negocio y vive para el negocio. Ha llevado la compa?¨ªa al pin¨¢culo de los mercados de la alta tecnolog¨ªa, aquellos donde la innovaci¨®n es la reina. Pero es tambi¨¦n un tradicionalista de la vieja escuela, un firme creyente de que, alcance las alturas que alcance, Samsung debe ser siempre un negocio familiar que observe los valores sociales y comerciales asi¨¢ticos.
En 1996 se descubri¨® que hab¨ªa pagado sobornos a dos presidentes
Fue ¨¦l quien, tras heredar en 1987 el conglomerado que su padre, Lee Byung-Chul, hab¨ªa comenzado como un mero negocio de pescado y verduras, transform¨® ¡ªmediante una atenci¨®n minuciosa al detalle, un control f¨¦rreo de las decisiones y un estilo paternalista dado a esl¨®ganes como ¡°cambiarlo todo menos la mujer y los hijos¡±¡ª una multinacional especializada en productos baratos en la mayor compa?¨ªa del mundo por volumen de ingresos en el sector de la tecnolog¨ªa de la informaci¨®n.
Samsung Electronics ¡ª¡°otra Familia¡±, de acuerdo con uno de sus esl¨®ganes publicitarios¡ª es hoy la primera productora mundial de tel¨¦fonos m¨®viles y se disputa con Apple el liderazgo del sector de las tabletas. El conglomerado al que pertenece ingresa m¨¢s de 165.670 millones de euros anuales: m¨¢s que los presupuestos de Portugal, Rumania y la Rep¨²blica Checa juntos. Sus productos abarcan cualquier aspecto posible de la vida de un surcoreano, desde sus electrodom¨¦sticos hasta su p¨®liza de seguros, pasando por los ca?ones que utilizar¨¢ su Ej¨¦rcito para defenderle en caso de conflicto.
Todo ello organizado en una estructura bizantina ¡ªalgunos dir¨ªan que kafkiana¡ª de m¨¢s de ochenta empresas en las que unas compa?¨ªas son accionistas mayoritarias en las otras y siempre se garantiza que el control permanece firmemente en manos de la familia Lee.
Pero este padre econ¨®mico de la patria surcoreana es tan admirado como controvertido en Corea del Sur. Sus cr¨ªticos aseguran que es m¨¢s poderoso incluso que el propio Gobierno. Que su f¨¦rreo control alcanza niveles norcoreanos. Que las condiciones en sus plantas suscitan dudas. Que sus m¨¦todos no son completamente limpios. Libros como Think Samsung, del antiguo asesor legal de la compa?¨ªa Kim Yong-Chul, le han acusado de corrupci¨®n y los tribunales indios le requieren por impago. Pero Lee ha conseguido zafarse siempre.
Ha comparecido ante los tribunales, y se le ha hallado culpable, en dos ocasiones. Y en las dos fue indultado. En 1996 se encontr¨® que hab¨ªa pagado sobornos a dos presidentes surcoreanos, Chu Doo Hwan y Roh Tae Woo. Pero en 1997, el jefe de Estado de aquel entonces, Kim Young Sam, le otorg¨® el perd¨®n presidencial.
Acumula una fortuna de 9.415 millones, es el hombre m¨¢s rico de Corea del Sur
Doce a?os m¨¢s tarde, en 2008, se repetir¨ªa la escena. En esa ocasi¨®n el cargo era de evasi¨®n de impuestos. Se le impuso una multa de cien millones de euros y una pena de tres a?os de prisi¨®n, y Lee lleg¨® a abandonar la presidencia del grupo. Pero nuevamente lleg¨® el perd¨®n de la Casa Azul, la sede de la Jefatura de Estado. Y en 2010 Lee volv¨ªa a su puesto a la cabeza de Samsung, como si nada hubiera pasado.
Puestos a pelearse, Lee se ha peleado incluso con sus propios hermanos mayores. En 2012, Lee Maeng Hee y Lee Sook Hee le demandaron para exigirle cerca de 2.730 millones de euros en acciones de una de las empresas del grupo, la aseguradora Samsung Life Insurance, que seg¨²n ellos su padre les hab¨ªa legado y su hermano les arrebat¨®. El magnate asegur¨® que sus parientes ¡°no ver¨ªan ni un c¨¦ntimo¡±.
La demanda era significativa porque Samsung Life era la segunda accionista de Samsung Electronics, y un cambio en el porcentaje de posesi¨®n de los t¨ªtulos pod¨ªa acarrear un cambio en qui¨¦n controlara la joya de la corona del conglomerado. Finalmente, el juez dio la raz¨®n al presidente y desestim¨® la demanda.
Posiblemente este litigio precipitara la decisi¨®n de Lee ¡ªya para entonces debilitado de salud tras superar un c¨¢ncer de pulm¨®n¡ª de acelerar la transici¨®n y entregar el mando gradualmente a su hijo, m¨¢s conocido en Occidente como Jay Y Lee. Formado en Corea del Sur y Estados Unidos, divorciado y padre de dos hijos, ingres¨® en la compa?¨ªa en 1991 pero apenas ha comparecido en p¨²blico. En diciembre de 2012, su padre le nombr¨® vicepresidente de Samsung Electronics.
Como buen patriarca ¡ªy siguiendo el gusto asi¨¢tico por los procesos de sucesi¨®n largos y muy estructurados¡ª, Lee ha dado ya algunos pasos para garantizar una transici¨®n suave y sin sorpresas. En ellos se enmarca la reinversi¨®n en otras empresas del grupo para garantizar que Jay y sus hermanas Lee Boo-Jiu y Lee Seo-Hyun mantienen el control del conglomerado.
Y esta misma semana se anunciaba que, tras haberse negado sistem¨¢ticamente a ello y en un aparente deseo de ir resolviendo conflictos antes de que Jay asuma el relevo, la firma indemnizar¨¢ a trabajadores de sus plantas de semiconductores que denunciaban que sus condiciones laborales les provocaron leucemia u otros tipos de c¨¢ncer.
No todos los entuertos podr¨¢n deshacerse de manera tan clara. Samsung y su gran rival, Apple, llevan tres a?os inmersas en litigios la una contra la otra por infracci¨®n de patentes, unos juicios en los que ninguna ha sido la clara vencedora y que no tienen visos de fin. Y la multinacional surcoreana afronta otros problemas, como la saturaci¨®n gradual del mercado de m¨®viles o el fracaso de productos como su ordenador de mu?eca Galaxy Gear 2.
Si finalmente Jay Y Lee recoge el cetro de su padre, tendr¨¢ que decidir c¨®mo quiere resolver estos problemas. Probablemente tendr¨¢ que imponer al gigante un estilo propio de mando sin perder el gusto por la innovaci¨®n que ha caracterizado a la firma, con todos los ajustes que ello suponga. Ser¨¢n nuevos tiempos. Pero una cosa es segura: el patriarca Lee Kun-Hee, con su mano de hierro, le dejar¨¢ en una posici¨®n lo suficientemente fuerte como para que pueda tomar esas decisiones por s¨ª mismo. Y que Samsung siga siendo una cosa de familia.
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