Malhechores
La mayor profesionalidad de los ejecutivos de la banca no supone una aplicaci¨®n m¨¢s rigurosa de los c¨®digos ¨¦ticos
Hab¨ªa que ver el gesto ofendido del expresidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, cuando consigui¨® que sentaran en el banquillo de los acusados a su implacable perseguidor, el juez Elpidio Silva. Blesa acompa?aba su gesto de unas contundentes frases sobre su fama y su dignidad irremediablemente da?adas. El asunto en el fondo resid¨ªa en la responsabilidad por la puesta en marcha de esa gigantesca golfer¨ªa llamada acciones preferentes, que llevaron a la ruina a miles de ahorradores. Y ah¨ª estaban, tiradas por los suelos, la dignidad y la fama de un tipo que se llev¨® una millonada en sueldos y liquidaciones al dejar su cargo y una caja arruinada.
Es curioso el sentido de la dignidad de los ejecutivos de la banca, que solo sale a relucir cuando les pillan en el renuncio. En Espa?a hay muchos m¨¢s casos, sobre todo recientes y ligados a esa extra?a figura de las cajas de ahorros que se han ventilado entre golfos e ignorantes para gozo y disfrute de la banca tradicional, que ha engullido, con ayuda de la Hacienda p¨²blica, sus recursos.
Es curioso el sentido de la dignidad de los ejecutivos de la banca, que solo sale a relucir cuando les pillan en el renuncio
?Funciona mejor la banca privada? Algunos sostienen que s¨ª. Pero un peque?o repaso a algunas noticias de los ¨²ltimos meses contradice la afirmaci¨®n. La mayor profesionalidad de sus ejecutivos no supone, ni mucho menos, una aplicaci¨®n m¨¢s rigurosa de los c¨®digos ¨¦ticos. Hace pocos d¨ªas, el comisario europeo de la Competencia, Joaqu¨ªn Almunia, anunciaba la apertura de un expediente sancionador de gran envergadura contra los bancos HSBC, Cr¨¦dit Agricole, JP Morgan, y Credit Suisse. Los indicios, seg¨²n el comisario, son muy relevantes. Se trata de una manipulaci¨®n del eur¨ªbor, un ¨ªndice que marca la fijaci¨®n de tipos de inter¨¦s que afectan, entre otros productos, a los que marcan los precios de las hipotecas. Hace pocos meses, la misma comisar¨ªa mult¨® con m¨¢s de mil millones de euros a Deutsche Bank, Soci¨¦t¨¦ G¨¦nerale y Royal Bank of Scotland por la misma raz¨®n.
Y perdon¨® la multa a USB y Barclays porque colaboraron en la investigaci¨®n despu¨¦s de haber estado metidos en el embrollo, se apuntaron a los ¡°arrepentidos¡±. Si repasamos los nombres, estamos ante un listado de compa?¨ªas que representan a la flor y la nata del sector financiero mundial. Son las instituciones que deber¨ªan engrasar las econom¨ªas. Las que, en muchos casos, han sacado de apuros los bancos centrales nacionales o el europeo a base de cr¨¦ditos a inter¨¦s rid¨ªculo. Pero son piezas esenciales del sistema. Los grandes bancos apuntalan las econom¨ªas, proporcionan, con te¨®ricos criterios de mercado, el cr¨¦dito que las empresas necesitan para moverse y, por tanto, para crear empleo y riqueza. Algo que, dicho sea de paso, no est¨¢n haciendo. Y resulta que se constituyen de cuando en cuando en asociaciones de malhechores, en eficientes chupasangres de las econom¨ªas dom¨¦sticas.
Las grandes empresas el¨¦ctricas, los fabricantes de autom¨®viles, las compa?¨ªas de telecomunicaciones, los expendedores de gasolina, aparecen con frecuencia pillados en actividades similares. Llev¨¢ndoselo crudo v¨ªa acuerdos de precios.
?Qu¨¦ dif¨ªcil es, a veces, no apuntarse a las filas de los llamados antisistema!
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