Poner fin a una insoportable pleites¨ªa
Los dirigentes europeos ejercen una gran presi¨®n para que no se analicen en p¨²blico los errores de la gesti¨®n de la crisis
No es razonable suponer que el resultado de las elecciones que se celebran hoy pueda producir un cambio sustancial en las actuales pol¨ªticas europeas. Puede, sin embargo, tener influencia en la din¨¢mica institucional de la Uni¨®n y eso, aunque parezca un tema burocr¨¢tico, sin el menor inter¨¦s, es importante, porque puede acabar, por ejemplo, con la vergonzosa alianza que ha existido, durante toda esta crisis, entre la Comisi¨®n Europea y las fuerzas dominantes en el Consejo, es decir, con las fuerzas conservadoras aliadas al Gobierno alem¨¢n.
Poner fin a la insoportable pleites¨ªa que ha rendido Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso a las fuerzas pol¨ªticas preponderantes en el Consejo, con el resultado comprobable de que los m¨¢s fuertes han impuesto su criterio a los m¨¢s d¨¦biles, sin resistencia institucional alguna, ser¨ªa ya una novedad esperanzadora.
Un nuevo presidente de la Comisi¨®n que busque la alianza con el Parlamento podr¨ªa romper esa impropia coalici¨®n, recuperar la iniciativa y ayudar a combatir la asfixiante ortodoxia que impregna el actual an¨¢lisis europeo. No supondr¨ªa un cambo radical de pol¨ªticas, por supuesto, ni quitar¨ªa poder a los jefes de Estado y de Gobierno, pero, al menos, dejar¨ªa entrar un poco de aire en el grosero acatamiento del conjunto de dogmas pol¨ªticos y econ¨®micos que dominan la Uni¨®n Europea hoy d¨ªa.
Da la impresi¨®n de que el Consejo se dispone a corregir alguno de los errores m¨¢s garrafales, siempre que se haga sin autocr¨ªtica previa
No ser¨¢ f¨¢cil, porque las fuerzas dominantes en el Consejo ejercen mucha presi¨®n para que no se abra la puerta al an¨¢lisis p¨²blico de los errores cometidos en la gesti¨®n de la crisis, mucho menos a la cuantificaci¨®n del coste social y humano, a menudo innecesario y cruel, que se ha obligado a pagar a los ciudadanos, que no eran los responsables del estallido del sistema financiero. La nueva Comisi¨®n, su nuevo presidente, deber¨ªa animar ese an¨¢lisis cr¨ªtico, algo que comienza a despuntar, pero que se encuentra con enormes dificultades internas. Da incluso la impresi¨®n de que el Consejo se dispone a corregir alguno de los errores m¨¢s garrafales, siempre que se haga sin autocr¨ªtica previa. Una nueva Comisi¨®n que aceptara algo as¨ª ser¨ªa decepcionante, porque estar¨ªa permitiendo, por puro inter¨¦s de grupos pol¨ªticos concretos, una verdadera chapuza intelectual, indigna de Europa.
Hace pocas semanas, uno de los principales asesores econ¨®micos de Dur?o Barroso admiti¨® lo que ya han se?alado muchos economistas europeos, norteamericanos y japoneses, es decir, que las pol¨ªticas desarrolladas por la Uni¨®n para hacer frente a la crisis han tenido importantes aciertos, pero tambi¨¦n muy graves equivocaciones, errores que pudieron ser evitados con actitudes menos doctrinarias.
El asesor de Dur?o Barroso aludi¨® en concreto a las decisiones tomadas con respecto a Irlanda y admiti¨® que el Gobierno de Dubl¨ªn ¡°fue acosado¡± en beneficio de los bancos alemanes y franceses que quer¨ªan recuperar sus cr¨¦ditos inmediatamente y por encima de cualquier otra consideraci¨®n. Visto con perspectiva, vino a decir, no fue ni justo ni razonable amenazar y perseguir a los irlandeses como se les amenaz¨® y persigui¨®, sin que la Comisi¨®n levantara un dedo para impedirlo. ?Se podr¨ªa ampliar ese mea culpa a otros pa¨ªses? Es dif¨ªcil no pensar en Grecia, en Portugal o en la propia Espa?a, con un paro que oscila entre el 25% y el 26%.
El se?or Dur?o Barroso, elegido en su d¨ªa a puerta cerrada, sin mayor explicaci¨®n para los ciudadanos, se ir¨¢ a casa despu¨¦s de estas elecciones, o mejor dicho a alg¨²n puesto bien remunerado donde se le reconozcan sus verdaderos m¨¦ritos. Le sustituir¨¢ alguien al que habremos votado directamente, porque es imposible que el Consejo ignore la exigencia de que el candidato a presidir la Comisi¨®n sea el jefe del grupo que obtenga m¨¢s esca?os. Luego se ver¨¢ si es capaz de reunir la mayor¨ªa parlamentaria necesaria y, si la ventaja es peque?a, quiz¨¢s sean necesarios varios d¨ªas para cerrar esa negociaci¨®n con los cada vez m¨¢s importantes y decisivos grupos peque?os. Pero, sea como sea, en la pr¨®xima crisis, el presidente de la Comisi¨®n habr¨¢ sido elegido con nuestros votos, sin secretos, y podr¨¢ negarse perfectamente a hacer los reverentes besamanos de su predecesor. Aunque solo fuera por evitar ese espect¨¢culo, merecer¨ªa la pena votar.
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