C¨®mo tirar la reputaci¨®n nacional por el sumidero
?Adioooos! Foto: Cadena Ser.
Quienes nos dedicamos a defender la cooperaci¨®n internacional utilizamos a menudo un argumento pr¨¢ctico: m¨¢s all¨¢ de otras peque?as virtudes (salvar vidas de ni?os, por ejemplo), la ayuda supone un mecanismo eficaz de fortalecer la imagen de una naci¨®n en el exterior y, por lo tanto, de promover sus intereses amplios. En la medida en que el pa¨ªs no cuente con otras herramientas como el atractivo comercial o el poder militar ¨Ce incluso en este caso-, la posibilidad de que la presencia que otorga la ayuda se traduzca eventualmente en influencia exterior resulta una opci¨®n barata y atractiva.
Espa?a es un ejemplo cl¨¢sico de esta teor¨ªa. M¨¢s concretamente, del modo en el que una pol¨ªtica equivocada puede empujar la reputaci¨®n nacional hacia el sumidero.
El ?ndice de presencia global ¨Celaborado por el Real Instituto Elcano desde 2010 bajo la direcci¨®n de Iliana Olivi¨¦- califica a nuestro pa¨ªs como un ¡®persuasor¡¯ en la escena internacional, es decir, con una presencia basada en buena medida en su ¡®poder blando¡¯(somos la octava potencia mundial en este ¨¢mbito, frente al puesto n¨²mero 11 en el ¨ªndice general). El ¡®poder blando¡¯ incluye variables tan diversas como el atractivo tur¨ªstico y migratorio, los deportes, la ciencia, la cultura y, claro est¨¢, la cooperaci¨®n al desarrollo.
Pues bien, de acuerdo con la nueva edici¨®n del informe, publicada hace unas semanas, Espa?a est¨¢ entre los seis pa¨ªses que m¨¢s presencia internacional han perdido en el ¨²ltimo a?o. La raz¨®n, ya lo habr¨¢n adivinado, reside en buena medida en el proceso de desmantelamiento (¡®racionalizaci¨®n¡¯, en el eufem¨ªstico lenguaje administrativo) que padece la Cooperaci¨®n Internacional desde hace tres a?os (el gr¨¢fico adjunto expresa a izquierda y derecha, respectivamente, d¨®nde han perdido o ganado algunos pa¨ªses en el ¨²ltimo a?o). En la medida en que esta tendencia se cronifique o acent¨²e en el futuro, nuestro pa¨ªs ir¨¢ perdiendo posiciones dentro de una Europa que se hace m¨¢s irrelevante en s¨ª misma.
Con franqueza, no hace falta ser Henry Kissinger para reconocer el modo en el que la desaparici¨®n de la ayuda est¨¢ da?ando la reputaci¨®n de Espa?a en regiones como ?frica y Am¨¦rica Latina, por no hablar de nuestro peso en los organismos internacionales. Pero el ?ndice de presencia global de Elcano ofrece datos que deber¨ªan ser considerados seriamente en el Ministerio de Asuntos Exteriores y en cualquier empresa o instituci¨®n cuyos intereses dependan de alg¨²n modo de la reputaci¨®n nacional. Es posible que en esta UE de carniceros fiscales que nos ha tocado vivir el recorte de los gastos sociales y la solidaridad internacional sea una muestra de la econom¨ªa ¡®macho¡¯ que representa -si San Cucufato no lo evita- el pr¨®ximo Presidente de la Comisi¨®n, pero en otros predios (incluyendo, por lo visto, el electorado espa?ol) un pa¨ªs que desprecia a los m¨¢s d¨¦biles es un pa¨ªs que merece ser despreciado.
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